¿Roma o Cristo?

Hay una expresión que alude a la posibilidad de conseguir el mismo objetivo por caminos distintos. Seguro que te resulta familiar: “Todos los caminos llevan a Roma”.

Pero en cuanto a lo que se refiere a la eternidad, tal afirmación no la puedo comparar con otra cosa que no sea una bomba de relojería. Sugiero que salgas corriendo antes de que termine tu cuenta atrás porque los caminos ecuménicos y sincretistas solo te llevarán a la perdición:

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8).

En ese sentido, y muy literalmente, todos los caminos llevan a la perdición. Pero en otro sentido, no todos los caminos llevan a Roma porque hay un camino que lleva en otra dirección:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 4:16).

Que no se te olvide:

“En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Fíjate que lo que salva es Cristo, no la religión, sea del color que sea. La Palabra de Dios te avisa para que huyas de la religión mientras puedas. Dios te ofrece una relación, no una religión:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Fuera todo lo demás. Razona con Pedro, quien respondiendo a Jesús dijo:

“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:68-69).