Fracasos, decepciones e ilusiones rotas
Dos hombres poderosos y ricos. ¿Sabes por qué acabaron estrellándose de forma tan estrepitosa?
22 DE MARZO DE 2025 · 22:00

En la Biblia, leemos acerca de algunos hombres que estaban muy llenos de sí mismos. Para no alargar el presente escrito demasiado, me limitaré a mencionar dos ejemplos, uno sacado del antiguo y otro del Nuevo Testamento:
“¿Quién es Dios, para que yo oiga su voz?” (Éxodo 5:2b).
Os presento al Faraón de Egipto. Tan arrogante que pensó que podía ignorar a Dios. Lee el libro del Éxodo y confirmarás que su final sirve de escarmiento para quienes se rebelan contra el Señor.
“Un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!” (Hechos 12:21-22).
Os presento a Herodes, que aparentaba ser mucho, pero que su percepción propia no concordaba con la realidad. Su final, igualmente, manifiesta que Dios tiene la última palabra. Si sigues leyendo ese pasaje, verás que más vale no meterse con el Altísimo:
“Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos” (Hechos 12:23).
Dos hombres poderosos y ricos. Lo tenían todo para triunfar. ¡Qué fracasos! ¡Qué desilusiones! ¡Cuántas ilusiones rotas!
¿Sabes por qué acabaron estrellándose de forma tan estrepitosa?
Porque no aceptaron su estado real. En vez de verse como los pecadores que eran y clamar por el perdón de Dios, pensaron que estaban por encima de la Ley y que saldrían airosos cuando se encontraran con Dios.
Y lo triste es que, aunque dichos ejemplos están sacados de hace miles de años, ese mismo espíritu de arrogancia y altanería sigue activo en el día de hoy. Hay pocos que se atrevan a pretender que son una deidad, o que reten tan abiertamente a Dios, pero hay muchos que creen estar por encima de la Ley divina. Hay millones que piensan que al toparse con Dios, saldrán airosos del Juicio. Vamos, que deben pensar eso porque si no, no seguirían pecando abiertamente como si nada.
O, posiblemente, sigan pecando porque creen que pueden escapar del Juicio. Si no, no me lo explico. Me parece que dichas personas olvidan que, en su día, Dios anegó el Mundo entero y todos murieron en el Diluvio salvo Noé y su familia. Ni uno se escapó:
“Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió” (Génesis 7:22).
¡Qué fracasos! ¡Qué desilusiones! ¡Cuántas ilusiones rotas!
Pero podemos aprender de esos ejemplos:
“Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron” (Romanos 15:4).
No tienes que acabar en fracaso, desilusión o con ilusiones rotas. La moraleja implica reconocer y apartarte de tu pecado volviéndote a Dios para recibir la salvación provista en Cristo. Así escaparás del destino de los susodichos individuos.
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