Cuidado con el ascetismo cristianizado
Dios no necesita ni ritos ni sacramentos ni ascetismo por tu parte. Ya te ha perdonado si te has arrepentido y confías en Él para tu salvación.
20 DE OCTUBRE DE 2024 · 11:40

San Antonio es llamado el padre del monaquismo. Nacido en Egipto, leyó: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo" (Mateo 19:21), así que decidió hacer eso y vivir en un área aislada. Después de unos 20 años, algunos hombres más decidieron seguir sus pasos y así es como comenzó el monaquismo.
Pero Jesús nunca promovió tal acercamiento:
“Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mateo 9:10-12).
Jesús se topó con personas que abogaban por el autoaislamiento para evitar estar en presencia de pecadores. En Lucas 15:1-2, leímos: "Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come".
El resto del capítulo 15 de Lucas contradice la cosmovisión monástica mientras el Salvador sale a buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 15:10).
Después de San Antonio, Pacomio, un hombre del ejército pagano decidió regular la vida monástica.
Usando su experiencia con el ejército, construyó monasterios como fortalezas para protegerse contra las incursiones en el desierto e instituyó las normas de celibato, pobreza, obediencia, silencio y simplicidad de vida. También inventó el uniforme para monjes.
Por el contrario, Jesús les dijo a sus seguidores que eran "la sal de la tierra" (Mateo 5:13). Somos la luz que no debe ocultarse (Mateo 5:14-16) en un monasterio.
No dijo que se aislaran del mundo. De hecho, todo lo contrario (Juan 17:11b y 15, Hechos 1:8).
Los monjes y monjas viven en claustros separados del mundo porque malinterpretan 2ª Corintios 6:14 y 2ª Corintios 7:1. No quieren ser parte del mundo.
Pero esa comprensión implica un desacuerdo total con la "misionología" sana establecida en Romanos 15:20: “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado”.
La “misionología” es el estudio de las misiones, métodos y propósitos cristianos mediante los cuales se lleva a cabo la Gran Comisión establecida por Cristo para que sus discípulos pudieran alcanzar a todo el mundo con el Evangelio.
Si los cristianos se encerraran todos en un claustro, no se podría cumplir con el mandato “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19-20).
"Monje" viene del griego "monos" o "monakos", que significa "solo" o "solitario". Cuando 2ª Corintios 6:14b pregunta "¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?", tenemos que recordar que esto no promueve el aislamiento de la sociedad, sino que es un versículo que tiene que ver con el matrimonio.
El principio de 2ª Corintios 6:14 establece el contexto con las palabras: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos", es decir, “que los Cristianos no se casen con no-cristianos”.
Por cierto, el modelo bíblico no es el voto de pobreza (1ª Timoteo 4:3-4, 1ª Timoteo 6:17d). Lo que dice Romanos 12:16b es: "no altivos, sino asociándoos con los humildes".
La Biblia tampoco nos aconseja que nos centremos en nosotros mismos en la meditación: “No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en que su corazón se descubra” (Proverbios 18:2).
Si deseas obedecer al Señor y cumplir con tu propósito mientras estás en la Tierra, no te encierres, no te pongas a pensar en ti únicamente, no te impongas limitaciones materiales como si eso tuviera provecho espiritual, y en vez, considera las implicaciones de los pasajes siguientes:
“¿Con qué me presentaré ante Dios, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Dios de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Dios de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:6-8).
“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27).
Cierto, vive en santidad confiando exclusivamente en Cristo para tu salvación y vive haciendo el bien al prójimo: “Visitar a los huérfanos y a las viudas”.
Eso no lo podrás llevar a cabo si te has encerrado en un monasterio de clausura. Es más, si te quieres presentar ante Dios, recuerda que Cristo ya pagó por tus pecados y no tienes que traer sacrificios para apaciguarle.
Dios no necesita ni ritos ni sacramentos ni ascetismo por tu parte. Ya te ha perdonado si te has arrepentido y confías en Él para tu salvación. Tienes al Salvador en ese caso. Si es así, sal y comparte el Evangelio. Si no lo es, ¿a qué esperas para acudir al Salvador?
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