Misioneros ingleses sembrando en España
Las Asambleas de Hermanos y la Misión Evangélica Inglesa impulsaron la extensión del evangelio en la España del XIX, soportando dificultades y oposición.
27 DE MAYO DE 2014 · 22:00

Fue tal el reconocimiento de la obra y valía personal de Orejón que en 1886 fue invitado por el Alcalde de la ciudad y el Presidente de la Junta de instrucción para participar en los exámenes generales de las escuelas. En 1897 la Asamblea de la Iglesia Cristiana Española en Madrid informaba:
En el otoño de 1.897, y sin estar plenamente afincado en la ciudad del Pilar, el testimonio de la "Primitiva Iglesia" zaragozana empieza a extenderse: de dos en dos, los rubios enviados visitan intensamente los pueblos inmediatos. Con su proverbial tesón, les ayudan eficazmente los primeros aragoneses convertidos. En octubre, ya establecen obra fija en Zuera y Calatayud. Y en diciembre del mismo año en Pedrola, donde ocho meses más tarde la naciente asamblea contará con diez bautizados. En febrero de 1.898 se fijan en Muel, pueblo de alfareros. Allí, al cabo de trece meses, siete creyentes serán sumergidos en las aguas, prometiendo seguir fieles a Cristo que les rescató. Y siempre en ese fatídico 1.898, año de guerra colonial, de humillación y de miseria, se abren nuevas "misiones": en mayo, Morata de Jalón; en junio, Soria y Rueda; en agosto, Segovia. Y un mes más tarde, en Ricla y Tudela. Y antes de que finalice el año, otras dos rubias misioneras logran introducirse en Pamplona, "uno de los puntos más negros de la España negra".
DURAS REACCIONES
Tal despliegue no va sin despertar serios temores en el Establecimiento religioso y provoca duras reacciones. En Soria, al poco de llegar de visita Miss J. Mathews, el gobernador militar la hace arrestar, juntamente con los dos misioneros británicos ya instalados. En plena guerra hispano-americana, cualquiera que habla inglés resulta altamente sospechoso... y el pretexto es excelente para expulsar de la provincia a esos "malditos protestantes". ¿Qué hacer? Se quedan en Soria las dos "obreras evangélicas" españolas: doña Constancia y su hija. Estas testifican de casa en casa y el 5 de enero de 1.899, los cinco primeros evangélicos sorianos son bautizados -tras rigurosa comprobación de que han nacido de nuevo (Jn 3:3 y 5)- en la casa-matriz de Zaragoza. El 28 del mismo mes se abre el primer local evangélico soriano en la calle de la Fuente, núm. 6. Como es de suponer, estallan las persecuciones. De día, unos "elementos incontrolados" perturban ruidosamente las reuniones, donde los creyentes cantan a pleno pulmón:
"¡Qué alegría fue la nuestra cuando Cristo nos salvó!
Cuando en nuestras almas derramó su amor,
Cuando la penosa carga del pecado nos quitó,
¡Qué alegría nos llenó el corazón!"
De noche, los enemigos de Cristo destrozan la puerta y las ventanas del local a pedradas. Avisado, el gobernador civil envía por fin un guarda... para apuntar nombre y apellido de cuantos interesados quieren entrar. El obrero que "va a los protestantes" está seguro de perder su trabajo; el tendero, de perder su clientela... Como siempre: hay que doblegarse, marcharse o morir de hambre. Y como esas medidas coercitivas no bastan, varios creyentes serán encarcelados ilegalmente y repetidas veces por espacio de diez o incluso de quince días; siendo su único "delito" el de querer adorar a Dios "en espíritu y en verdad" (Jn 4:23-24)
Pero, por más que ruge el Adversario, prosigue la obra. Unos evangelistas -rubios y morenos- visitan regularmente cada uno de los once nuevos puntos de testimonio y desde cada uno de ellos, los responsables locales recorren los pueblos y aldeas del contorno. Así, por ejemplo, desde Pedrola visitan semanalmente Figueruelas, El Cabezo, Alagón, Cabañas y Alcalá de Ebro, repartiendo porciones de la Palabra de Dios, predicando en los mesones o en las encrucijadas de las calles y caminos.
Tras quince meses de trabajos apostólicos, además de todos los sitios ya mencionados, había un testimonio fijo y continuado en Jaca, Burgos, Valencia, Teruel y Barcelona. En esta última ciudad se trata (de momento) de una misión para marineros de muchas nacionalidades, cuyos barcos recalan continuamente en el gran puerto catalán.
"Cuán hermosos son los pies de fiel cristiano,
Quien cumple el mandato de Jesús,
Va a las gentes sumergidas en tinieblas,
llamándolas a la luz"
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(i)Edificación Cristiana nº 74 de 1978. “El sureste de España” Joaquín Guerola
- “El Sr-Orejón dice que está muy satisfecho de la marcha regular de la iglesia en Cartagena. Los cultos están muy concurridos llenándose el local en el que caben unas cien personas, teniendo que estar en algunas ocasiones en la escalera. Las escuelas siguen su marcha florecientes. Entre las dos escuelas reúnen 200 alumnos. La Sociedad de jóvenes rebasa los veinte. Se han abierto misiones en Balsica y Águilas, habiéndose fundado una escuela en la primera misión.
- El testimonio del Evangelio da sus primeros frutos y un matrimonio recién casados son bautizados. Las condiciones de vida no eran muy saludables y doña Violeta fallece al nacer su hija. Sus restos son enterrados y así se conservan en el Cementerio protestante de Cartagena. Don Ricardo sigue trabajando en el distrito, mientras don Juan lo hace en la Ciudad. En medio de esa labor descubren que en uno de los barrios de "extramuros" San Antón, un cuarteto de hombres se reúnen para leer la Biblia. El resultado es que se convierten, son bautizados y así se forma el primer núcleo de Iglesia. Se ha llegado al año 1.898. Ya tenemos en esas fechas las primeras actas de la actuación de la Iglesia, y los nombres de sus miembros. Don Ricardo, mientras tanto, se ha vuelto a casar y se instala definitivamente en Cartagena. La labor evangelizadora da la oportunidad de abrir testimonio en los pueblos de alrededor. La Unión, Molinos Marfagones, se llega hasta Alicante, Murcia, Archena. Cualquier oportunidad que se presenta es aprovechada. Así surgen los colportores que salen a los pueblos con la palabra de Dios. Es una época en que el Señor bendice y prospera el Evangelio y aunque no faltan las dificultades propias de la época la Obra crece y el Señor añade a la Iglesia los que han sido salvos. A la mitad de los años treinta Cartagena cuenta con dos Asambleas, una en el barrio de San Antón y otra en la misma ciudad, en un lugar céntrico. Los siervos de Dios mantienen una labor amplia, ya que durante ese tiempo les vemos viajar por distintos lugares de nuestro país. La impresión es que el Evangelio ha entrado en una fase de prosperidad.
- El final del s. XIX coincide con la liquidación de nuestro imperio colonial. Terminada su expansión hacia el Lejano Oeste, los U.S.A. buscan nuevos mercados y aplican la conocida doctrina de Monroe: "América para los (Norte) americanos". En 1.898 estalla el "Maine" la guerra Hispano-Americana, y perdemos Filipinas, Puerto Rico y Cuba... Nuestros soldados regresan, heridos en cuerpo y alma, pero 140.000 de ellos no volverán nunca más... Dentro de la Península la situación raya también con lo catastrófico: paro, miseria y especulación se dan la mano; cunde el desaliento y el anarquismo; en agosto de 1.897, Cánovas del Castillo cae asesinado... En lo político hay confusión y caciquismo; los crecientes impuestos de guerra provocan tumultos, a veces ahogados, con sangre... la peste estalla en Oporto, alcanzando Galicia, Extremadura y parte de Andalucía... Vigila el clero para mantener su dominio sobre la vida pública y privada de los españoles -desde la cuna hasta el féretro- sancionando injusticias sociales y el desorden establecido... España es un paraíso para los ricos y un infierno para los pobres... Mientras tanto, el juego, la prostitución, el alcohol, los toros y las ceremonias religiosas distraen a las masas casi analfabetas...
- Perdidos en es maremagnum de personas y cosas, unos miles de "herejes" se empeñan en hacer leer un Libro (desconocido y prohibido) a sus compatriotas y se atreven a cuestionar la Religión del Estado (muchas veces superficial) pero incrustada en el folklore celtibérico...

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Orbayu - Misioneros ingleses sembrando en España
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