Las primeras congregaciones después de la Revolución de 1868

El protestantismo da sus primeros pasos en una España que no podía sacudirse el yugo clerical.Seguiremos los lugares de mayor implantación, del 1869 al 1875, donde abundaron las iglesias por Andalucía, Madrid, Cataluña, Baleares y Galicia.

18 DE FEBRERO DE 2014 · 23:00

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	Antonio Carrasco</p>
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Antonio Carrasco

No alcanzamos a distinguir todos los componentes sociopolíticos y religiosos que contribuyeron a la formación de las primeras iglesias en el periodo de 1868 a 1875. Desde 1812 a 1868 ya hemos visto el trabajo de los misioneros protestantes extranjeros y españoles, que sirvieron de ejemplo y estímulo al clero católico, sacándolo de la apatía y sirviendo para un avivamiento de la religión en España. Sabemos que en 1868 a instancias del cónsul de la Confederación Suiza, M. Paul Chapuy(i), quien ocupó su cargo desde 1861 a 1877, se concedió a los fieles de la Iglesia Cristiana Evangélica, permiso para levantar templos y ejercer su culto públicamente y sin limitación alguna. El cónsul informaba a su Gobierno, en noviembre de 1868, que en Madrid se había formado una Junta para establecer la ICE, dirigiendo y solicitando fondos para la construcción de un templo en la capital. Para este fin, un residente inglés ya había aportado 50.000 francos, a la espera de que otros siguiesen su ejemplo. Mientras se llegaba a la construcción del templo, se solicitó al alcalde madrileño Nicolás Mª Rivero la concesión de un local para establecer cultos, donde al menos cupiesen entre 200 y 300 personas. Ante la negativa municipal se dirigieron al Ateneo y a la Legación de Prusia e Inglaterra. Se pretendía también que Madrid fuese el depósito central de Biblias y Tratados que ya Lord Shneftesbury, presidente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera había enviado en setenta y ocho cajas que se hallaban en la frontera. El número de biblias para distribuir con prudencia era de 20.000 y 5.000 folletos que la Legación Prusiana colaboró con la Junta madrileña para su distribución. En cartas de Chapuy a Dubs, el cónsul suizo está sorprendido de la gran cantidad de seguidores protestantes que hay en Málaga y que el encargado del movimiento, Antonio Carrasco es un hombre preparado, con estudios teológicos realizados en Ginebra, indicando también el gran número de sacerdotes católicos que ahora se hallaban en el exilio pero que militaban en las filas evangélicas. Señalaba los nombres de Trigo, Ruiz, Cabrera, Soler, Vallespinosa, Mora, Sánchez Lucena, Orejón y Alonso Además indicaba que el pastor suizo Empeytad estaba en Barcelona y otras ciudades como Sevilla, Zaragoza o Valladolid, además de Madrid, tenían pastores establecidos. Informaba el cónsul suizo a principios de 1869 que el movimiento protestante continuaba desarrollándose aunque “levantaba tormentas de odio entre los miembros del alto clero, entre los partidarios del absolutismo y la antigua unidad religiosa”. Los periódicos católicos arreciaban sus críticas contra la libertad de prensa, la introducción de biblias y tratados contra algunas doctrinas de Roma. Chapuy manifestaba su incomprensión ante el hecho de que estuviese permitida la propaganda católica y prohibida la protestante. Además pronto aparecieron en las Cortes los debates sobre la libertad religiosa a partir de un suceso de un robo que se había perpetrado en la catedral de Burgos. Además del cardenal García Cuesta, aparecerían en la lucha doctrinal e ideológica dos polémicos personajes como el obispo Monescillo de Jaén y el canónigo de Victoria, Manterola. Es en este estado de confrontación, en la práctica, y tras una continua lucha por las libertades donde da sus primeros pasos el protestantismo ante una España que no podía sacudirse el yugo clerical. Es cierto que la revolución hablaba de libertades pero como toda revolución se saltó muchos derechos y el choque de trenes produjo demasiadas víctimas. Aunque el decreto de 29 de octubre anunció a los barceloneses que la Junta gubernamental tomaba bajo su protección a todas las religiones, no se pudieron evitar las continuas colisiones que en ocasiones causaron víctimas clericales pero en la mayoría de los casos serían los protestantes los que quedaban como el blanco de todos los males. Si la revolución persiguió a los “curas con sotana”, el clero y también la Revolución perseguiría a los pastores, “curas con levita”. Cardenal Miguel García CuestaNo negaremos que muchos de los clérigos católico-romanos fueron destituidos de la mayoría de los puestos que ocupaban (no siempre por méritos propios) y que le reportaban otros beneficios al margen de sus ingresos por deberes religiosos. Tampoco vamos a negar las desamortizaciones de terrenos y edificios que pronto volvieron a las mismas manos sin ningún coste para la iglesia de Roma. No contradeciremos a quienes tienen detallados inventarios de imágenes fusiladas, la quema de retablos y otros casos que repudiamos como muertes innecesarias de clérigos. Los protestantes, sin embargo, sintieron un alivio ante una situación que les favorecía, aunque como disidencia religiosa y a pesar del texto Constitucional de libertad religiosa, la tolerancia hacia el protestante solo servía para el disidente extranjero, siendo los protestantes españoles extranjeros en su país: La nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la Religión Católica. El ejercicio público o privado de cualquier otro culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España, sin más limitaciones que las reglas universales de la moral y del derecho. Si algunos españoles profesasen otra religión que la Católica, es aplicable a los mismos todo lo dispuesto en el párrafo anterior”. (Artículo 21 de la Constitución de 1869). Es en este marco que comienzan a abrirse iglesias, escuelas, periódicos, editoriales, hospitales, hogares de ancianos y orfanatos protestantes. En algún caso se crearon igualatorios médicos y varias organizaciones sociales y educativas. En los colegios evangélicos, se instauraron los métodos pedagógicos más actuales en América y Europa, aboliendo el sistema de que “la letra con la sangre entra”, favoreciendo la enseñanza mixta al estilo de la Institución Libre de Enseñanza. "Al empezar a establecer nuestras escuelas, -dice Federico Fliedner, experto en metodología de la educación- nos faltaban en absoluto todos los libros escolares. No hay cartilla que no lleve un Ave María o el rezo a algún santo. No hay libro de Historia en el que no se presente a Felipe II, que persiguió a la Iglesia de Dios, como defensor de la Fe. Incluso en los libros de Geografía se lee acerca de los países herejes: Inglaterra, Holanda o Prusia. Tales libros no son para nuestros niños. Así que ahora, juntamente con nuestra librería, hemos ido editando, según nos lo permitían los medios y el tiempo, un libro escolar tras otro". (Federico Fliedner.- 1874). “No es lo peor que se enseñe una serie de asignaturas por ejemplo Historia Eclesiástica e Historia Universal de modo francamente hostil a nuestra iglesia evangélica... es francamente disparatado el método que se sigue en los centros españoles, pues no se enseñan las diversas asignaturas simultáneamente, progresando luego en cada una según el desarrollo de los muchachos, pasando de lo más fácil a lo más difícil, sino que se aprenden seguidas... El niño de nueve años empieza aprendiendo latín, así todos los días durante dos años, pasa sus exámenes y se acabó.... Al finalizar cada curso se examina de 5 o 6 asignaturas dando por terminado el estudio de estas” (Federico Fliedner.- 1903) Al considerar el enorme trabajo desarrollado por los líderes pioneros en las congregaciones, nos damos cuenta de que su visibilidad social no dejó a nadie indiferente. Las escuelas y congregaciones, las personalidades misioneras extranjeras y la creatividad de los protestantes nativos son dignos de admiración. Muchos protestantes los veremos involucrados en la masonería, el republicanismo y en campañas como la abolición de la esclavitud que el pastor Antonio Carrasco como vicepresidente, trabajó eficazmente junto a otros protestantes para terminar con la trata de esclavos en las colonias de Cuba y Puerto Rico. El protestantismo buscó aliados con los cuales pudiese trasmitir su visión religiosa y social, que en algún caso pudo confundir religión y política, pero siempre se procuró que predominasen los aspectos espirituales sobre los materiales. Nosotros seguiremos los lugares de mayor implantación en estos primeros del 1869 al 1875 donde abundaron las iglesias por Andalucía, Madrid, Cataluña, Baleares y Galicia. De 1875 hasta 1931 las iglesias sentirían el resurgir de nuevos impedimentos pero que no lograron doblegar ni parar el desarrollo de las instituciones evangélicas, aunque los resultados no fuesen los que aparecían con la aurora de la Revolución. Decía “El Socialista” de Madrid en 1917: “"Cuantos en España desean ser honrados consigo mismos y fieles a un pensar que disienta de la religión oficial, saben bien el inmenso número de trabas y molestias que leyes y autoridades presentan en su camino. El disidente español tiene sólo el derecho de ser tolerado, y muchas veces esta palabra, ya de por sí ofensiva, se toma en la practica aún por menos de lo poco que vale. Llegan momentos en que el disidente español ni siquiera es tolerado. Para casarse por lo civil se le molesta; en el servicio militar se le obliga a actos contrarios a su conciencia, y se le procesa si se resiste; en la muerte de sus deudos se le disputan por la Iglesia los restos queridos o, si conviene, se niega a éstos sepultura en el único cementerio de la localidad." Quizás el periodo más tranquilo para los protestantes fue el de la República de 1931 a 1936. La Constitución republicana que reconocía que “el Estado no tiene religión oficial” abría una puerta para las igualdades y metía el dedo en la llaga a las Ordenes religiosas y la iglesia católica. Acostumbrados a escudarse en unos votos canónicos que debían obediencia a Roma, el Estado ahora exigía obediencia absoluta a las legítimas leyes emanadas de las urnas. No hacerlo suponía que sus bienes podían ser nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes. Nos gustaría en el día de hoy que algún Gobierno español se atreviera a que todas las iglesias cumplieran con estas bases republicanas: 1ª. Disolución de las que por sus actividades constituyan un peligro para la seguridad del estado. 2ª. Inscripción de las que deban subsistir en un Registro especial dependiente del Ministerio de Justicia. 3ª. Incapacidad de adquirir y conservar, por si o por persona interpuesta, más bienes que los que, previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento directo de sus fines privativos. 4ª. Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza. 5ª. Sumisión a todas las leyes tributarias del país. 6ª Obligación de rendir anualmente cuentas al Estado de la inversión de sus bienes en relación con los fines de la Asociación. Los bienes de las Ordenes religiosas podrán ser nacionalizados." También el Art. 27.- "La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizados en el territorio español, salvo el respeto debido a las exigencias de la moral pública. Los cementerios estarán sometidos a la jurisdicción civil. No podrá haber en ellos separación de recintos por motivos religiosos”. Etc. Respecto a estas normativas constitucionales, no exageramos si consideramos estar actualmente casi un siglo atrasados, sin una transición religiosa que actualice derechos y obligaciones. Seguimos pensando que después de tantos años de una democracia normalizada, el Estado debería establecer normativas neutras o imparciales en materia religiosa, para que las diferentes espiritualidades en el país ejerzan sus practicas religiosas libremente para el bien común. No es extraño que los protestantes españoles pusiesen tantas esperanzas en la República, aunque las idas y venidas revolucionarias tampoco ayudasen a un desarrollo normalizado de la religión en España. ANDALUCÍA Y LAS PRIMERAS CONGREGACIONES LEGALES: SEVILLA Varias obras anteriores al libro del Rev. Henry Edward Noyes titulado "Church reform in Spain and Portugal : a short history of the Reformed Episcopal Churches of Spain and Portugal, from 1868 to the present time"(1897) como “La Reforma en España” de M’Crie, el libro The practical working of the church of Spain de Frederick Meyrick, La Biblia en España de George Borrow" o The Dawn of the Reformation in Spain," por Mrs. R. Peddie, y otros libros más, tienen referencias en este del Rev. Noyes. Casi todos están de acuerdo en poner la fecha de 1869 como los comienzos de una iglesia protestante nacional aglutinadora de varias posiciones de ordenamiento del culto, pero que esencialmente tuviese los principios de Evangélica y Reformada. Aunque no se concretó por las profundas diferencias entre presbiterianismo, congregacionalismo y gobierno episcopal, si que había un deseo de una iglesia esencialmente española. Dice H.E. Noyes en el libro citado anteriormente, que a principios del año 1870, (creemos que fue por 1868) el clérigo de la Iglesia de Inglaterra Lewen S. Tugwell había llegado a Sevilla para hacerse cargo de la capellanía dependiente del Consulado inglés. En dicha ciudad encontró a ciertos españoles involucrados en un movimiento reformista encaminado a extender las verdades de la Biblia, a combatir la ignorancia que de ella se padecía y, de esa forma, lograr una espiritualidad que contravenía los modos de la Iglesia Católica de la época. Interesado por esa labor, el capellán inglés buscó un colaborador para encauzar esta obra, encontrándolo en el ex sacerdote católico, convertido al anglicanismo en Londres, Francisco Palomares García. El universo ilustradoJunto a otros colaboradores, se formó una misión entre españoles y para españoles, en la que se establecían dos objetivos: predicar la Palabra de Dios y dar instrucción secular a todos. Es conocida la obra de promoción del Evangelio de Tugwell, a través de su famoso kiosco que estableció en la Plaza Nueva de Sevilla, donde se vendían Biblias y publicaciones cristianas, habiendo aparecido un artículo ilustrado en L’Universe Ilustrè de París. Tenía la particularidad de que las letras del rótulo “Dios es amor” se encendían por la noche con gas. Como podemos imaginar, este llamativo kiosco no tardaría en desaparecer prohibiéndolo las autoridades clericales no sin antes desacreditarlo con la prensa. El Universo Ilustrado terminaba: “Gracias a la intervención de la mitra, el kiosco no perduró mucho. Junto a la propaganda protestante fueron vendiéndose libros pornográficos e incluso ataques políticos, que obligaron a las autoridades a expulsar al reverendo, que ya había hecho bastante negocio”. Evidentemente Turwel ni hizo negocio, ni atacó a los políticos, ni vendió pornografía, ni fue expulsado de Sevilla pues siguió predicando el Evangelio. Tres iglesias católicas habían sido compradas en Sevilla por los protestantes procedentes de la desamortización: la de San Basilio, la de Triana y la de San Anselmo. La de San Basilio había pertenecido a los frailes de la Orden de San Basilio pero esta Orden había sido suprimida y los edificios puestos en venta. La compra fue promovida por Tugwell quien había lanzado la pregunta: ¿No podrían los cristianos de Gran Bretaña, que conocen las bendiciones de la predicación del Evangelio y de la lectura de la Biblia, venir a ayudarme en esta obra?. La respuesta vendría pronto, creándose el “Spanish Church Purchase Fund” cuyo tesorero era el miembro del Parlamento Honorable Kinnaird. Al principio se alquiló el local al primer comprador, pero pensando que pudiera volver a manos de la iglesia católica, fue comprado. Cuando se adquirió no había nadie para ocupar el púlpito, pero la “Misión Evangélica Española” como así se llamaba entonces eligió al exsacerdote católico y doctor en medicina Rev. Francisco Palomares en 1871. Palomares era capellán de los nobles españoles Marqueses de Retortillo y viajó con ellos a Francia e Inglaterra. Fue en Londres donde entró en contacto con el anglicanismo y su conversión provocó un cambio tan radical que dejó su posición social, sus amistades y recuerdos de juventud, regresando a Madrid donde hizo profesión de fe en la iglesia del Redentor en Calle Madera, nº 8 cuyo pastor era Manuel Carrasco. En las insurrecciones republicanas de 1873, la Iglesia de San Basilio fue utilizada como lugar de refugio durante los bombardeos de la ciudad. El pastor, el señor Palomares, describe así esta sorprendente escena: - "Hemos pasado tres días de mayor angustia como nunca antes había experimentado pues se había erigido una barricada en la plaza de la puerta de la iglesia de San Basilio, y un cañón fue colocado por voluntarios en la puerta del aula. Al ver estos preparativos de la iglesia como hospital que tenía izada la bandera inglesa y la de la Cruz Roja, invité a los vecinos sin distinción de religión o posición política para que contribuyesen con vendas, medicinas, y otros artículos necesarios para los heridos. Así lo hicieron de muy buena gana. Se formó un comité para que me ayudase en el trasporte de los heridos no sólo para nuestro propio hospital, sino también a los que se encontraban en las inmediaciones de la lucha. - "Todo esto se hizo con gran riesgo para nuestras vidas, pero nuestro Señor Jesucristo estaba con nosotros en todas las ocasiones. Al mismo tiempo, me ocupé en reunir bajo el techo de San Basilio a las mujeres y los niños y los enfermos y ancianos. Esto significa que se les ofreció consuelo y refugio a más de 1.500 personas durante los tres días de peligro, que nos dejó con expresiones de gratitud. " Fue una experiencia terrible, pero todo salió bien, porque muchos empezaron a mirar más favorablemente a los protestantes, que mostraron estos actos de bondad para con todos sin distinción, durante ese tiempo de 1873. ------------------------------------- (1)Las relaciones de España con Suiza en el siglo XIX. por Juana Martínez Mercader EDITUM, 2000

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