2R: la amplia base social protestante

La mano de Usoz, -dice Vilar- se presiente en diferentes pasajes de las «Rogativas», como las referencias alusivas a Jezabel (Isabel II).

27 DE MARZO DE 2012 · 22:00

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Venimos insistiendo que la impresión que obtenemos de este tiempo anterior a la Gloriosa (1868) donde casi todos los autores fijan el inicio de la Segunda Reforma es que, a pesar de las dificultades, los evangelistas y misioneros consideraban sus resultados una “preciosa cosecha” escondida, casi invisible ciertamente, pero no un fracaso como lo entiende el gran especialista en protestantismo que es Juan Bautista Vilar, que insiste en la mediocridad de los protestantes del XIX. En este sentido mantengo la postura de que no representan mediocridad alguna ni menos aún aparece un protestantismo rural e ignorante sino que representaban una clase media representativa de todas las clases sociales existentes en España. Los mismos misioneros jesuitas[i] refiriéndose a los 800 vecinos, casi todos labradores, encontrados en Fuentesauco (Zamora) (creo que se refiere el autor concretamente a Villaescusa de este mismo partido judicial) confesaban estos hechos: “Por desgracia también el protestantismo ha logrado hincar el diente en estas pobres gentes, seduciendo a unas veinte personas (evidentemente la mitad del pueblo era protestante, hago constar yo). Lo lastimoso es que están tan obstinados en sus errores y de tal modo se inoculó en ellas la herejía que necesitan muchísimas y muy especiales gracias para salir de ella. Este es el amargo fruto de los folletos protestantes que leen con avidez y hasta con ahínco, cuando antes apenas sabían leer e ignoraban el Catecismo”. No solo fueron personas de reconocida importancia y calidad las que reunían las iglesias de Gibraltar nutridas de políticos liberales o perseguidos por la religión, sino que cuando se describen las primeras iglesias andaluzas establecidas por Matamoros se describen así: “En Granada especialmente sus trabajos fueron muy bendecidos y allí reunió un gremio respetable e influyente de cristianos activos”.[ii] Es indudable que esta Segunda Reforma tenía otras bases sociales mas amplias que la Primera del XVI que fue eminentemente aristocrática, pero creo que en general superaba la clase media nacional. Le ha venido muy bien a los católicos críticos esta calificación de Vilar sobre los protestantes como de origen rural, pobres y marginados para desacreditar y discriminar aún mas al protestantismo, ya que la mayoría de los autores que le siguen, lo copian y repiten sin conocimiento y sin probar documentalmente nada. Hemos de admitir también que las épocas de dura represión diezmaron las congregaciones. Podríamos indicar como así me lo confesaba Rodolfo González, pastor en Zamora, que la Guerra Civil menguó y ocultó a muchos evangélicos de relevante cultura y ciencia con los fusilamientos, prisiones y exilio, de tal manera que era muy difícil encontrar universitarios en España en el tiempo que él estudiaba la carrera de Veterinaria. Hasta estos días de hoy el nivel del protestantismo ha tenido niveles de intelectualidad bajos entre sus dirigentes, habiendo sido necesarias varias generaciones para que hoy podamos decir que estamos por encima de la media proporcional en todos los niveles. Pero sigamos repasando esta época a través de las actividades misioneras o evangelísticas anteriores a 1869. Esta es la consideración que presenta George Lawrence en su libro[iii], extraída de cartas de otros obreros implicados en la obra. Es muy posible que la visión fuera subjetiva y hasta exagerada, pero es evidente que un cierto movimiento de conciencias se había realizado en España hasta esa fecha. El caso que relata Lawrence de los soldados leyendo porciones de la Biblia en la Feria de Toledo es significativo: “La última noche de la feria, justo antesde que la banda militar empezara a tocar en la plaza, unos dieciocho de ellos estabanleyendo en silencio algunas porciones de la Palabra a la luz de la carpa, cuando elcura de su regimiento se acercó. Inclinándose sobre el hombro de uno de ellos, y viendolo que leía, se lo quitó de las manos, y encendiendo una cerilla le prendió fuego. Alinstante, un señor que estaba parado a su lado le agarró y le quitó el libro ardiendo ensus manos…”. Cuando Lawrence se instala en Madrid en 1863 durante el reinado de Isabel II junto a su compañero Gould, (antes habían viajado porEspaña junto a Roberto Champan) obtiene siempre resultados prometedores frente a la violencia del clero. Más tarde, alquiló un local en una céntrica callede Madrid donde sufrió una agresión que pudo quitarle la vida. Al finalizar el mandato deIsabel II, con nuevos tiempos de libertad religiosa, Lawrence aprecia mejor el daño sufrido enEspaña en este reinado y por otra parte el hambre por la Palabra de Dios como observamos en escenas vividas en “ElQuemadero” de Madrid donde se ensañó la Inquisición: “Vi a muchos leyendo losEvangelios que acababan de comprarnos…” La obra de Lawrence no solo se limitó a publicar en su Editorial “La Aurora de Gracia”(1868-1885?) y en colaboración con la Sociedad Bíblica Trinitaria, revistas para niños ( La Aurora de Gracia” “La Estrella de Gracia” ), dos ediciones del Nuevo Testamento y una Biblia Popular, sino también libros y folletos que distribuía en sus coches o carros de caballos, cuyos laterales se abrían y se exponían los libros y biblias. Entre sus colaboradores figuran J. C. Pundsack, Caslos Faithfull, Enrique Payne y su hijo, y Alberto Fenn entre otros. Agente o colportor fue Montsalvatge “quien comenzó a distribuir Biblias entre los carlistas emigrados en Montpellier y en Lyón. De allí pasó a Clermont-Ferrand, donde trabajó de concierto con los republicanos barceloneses que en 1842 levantaron bandera contra el Regente. La Sociedad Evangélica de Ginebra empleó a Montsalvatge en diversas comisiones de empeño, a las órdenes de Calderón y de Borrow. En 1842 se le encuentra en Madrid proyectando una misión en Mallorca. Pero los tiempos cambiaron, y Montsalvatge tuvo que embarcarse para América, donde ya perdemos su huella” –dirá Menéndez Pelayo-. Sin embargo si hay huella de él, pues representó su presencia en Colombia una labor evangelizadora original apoyado por la Sociedad Bíblica Americana, llegando a tener una congregación de 6000 creyentes.[iv] Pero también tenemos el testimonio de Montsalvage aparecido en varios informes misioneros de la Sociedad Bíblica AmericanaAmericam and Foreign Bible Society y elChristian World que relataremos en la sección a esta Sociedad. También D. Lorenzo Lucena, natural de Aguilar de la Frontera y ex rector del seminario de San Pelagio, de Córdoba huiría a Gibraltar, en compañía de un contrabandista y de una prima suya, de quien –dice Menéndez Pelayo- Lucena estaba locamente enamorado. En Gibraltar renegó, se casó, y empezó a trabajar, por encargo de la Sociedad Bíblica, en la revisión del Antiguo y Nuevo Testamento traducidos por Torres Amat. Tradujo, además, algunos librillos de propaganda extractados de Las Contemplaciones, de Hall. Se convirtió al Evangelio en 1834 y tuvo que vivir del trabajo desempeñado en Oxford como profesor de lengua castellana. En 1848 se trasladó a Liverpool, Inglaterra donde fue nombrado misionero para los habitantes españoles y los marineros españoles que visitaban el puerto.[v]De sus trabajos bíblicos podemos citar una edición del Nuevo Testamento de Amat y otra de toda la Biblia con la traducción deReinayValera. También revisó la traducción española que hizo Blanco White de la Liturgia de la Iglesia Anglicana. Le debemos también las traducciones, del inglés al castellano, de laApología de la Iglesia Anglicana, por el Obispo Jewel, y la Enseñanza de laIglesia Anglicana, por el Obispo Cousin; además de otros tratados como las Contemplaciones de Hall, antes citadas, que posiblemente repartió en Gibraltar durante su estancia de doce años en el Peñón. Sin embargo tanto Lucena como muchos de los clérigos católico-romanos convertidos al Evangelio no pudieron ejercer su pastorado en España ya que estaban muy vigilados, con peligro de ser encarcelados y expulsados. Por esta causa aunque solicitó al gobierno inglés su protección, esta fue la respuesta: “El gobierno de Su Majestad, habiendo tenido en su consideración la rogativa de esta memoria, es de la opinión que no hay medios por los cuales el señor Lucena pueda librarse de su lealtad a la corona española y que, si él volviera a España, el gobierno de su majestad no podría salvaguardarle contra las leyes del país”. Desde la Misión Extranjera de Liverpool, podría tener la facilidad de mandar a España publicaciones más o menos apologéticas, alguno de cuyos envíos fue interceptado en la estafeta de Irún en 1852 con revistas del “Examen Libre” y cuyos destinatarios eran antiguos compañeros del seminario de San Pelagio: Andrés Rosales, don Bartolomé Mª López y don Pedro Cubero. LUIS USOZ Y RÍO Desde una posición más intelectual destaca Usoz y Rio. Este cuáquero en 1848 comenzó sus trabajos con el Carrascón y en 1865 acabaría la colección de veinte volúmenes de Reformistas antiguos españoles, con la Muerte de Juan Díaz. Se ha dicho que Luis Usoz y Río, Blanco White o Juan Labrador, no fueron evangelistas, sin embargo estoy convencido de que cada día es más reconocido su trabajo y no desmerece al de otros con dones de difusión del Evangelio. De las obras propias de Usoz destaca la traducción hecha directamente del hebreo, de Isaías y Un español en la Biblia y lo que puede enseñarnos, obra encaminada a ponderar la tolerancia. Hacia 1851 editó la comedia Lo que pasa en un torno de monjas, obra anónima en la que mostraba su enemistad hacia frailes y monjas. También Vilar[vi] le adjudica la obra “Rogativas patrióticas a la Libertad”, transcritas por don Luis de Usoz y Río. “La mano de Usoz, -dice Vilar- hombre de opiniones políticas encuadrables en el progresismo, anglófilo ferviente, y de convicciones religiosas enteramente alejadas de la Iglesia de Roma y muy próximas a la Sociedad de los Amigos, se presiente en diferentes pasajes de las «Rogativas», que debió adobar con aportaciones propias. Las referencias alusivas a Jezabel —Isabel II— o Absalón —don Francisco de Asís, el rey consorte— denuncian a un asiduo lector de la Biblia, libro por cierto infrecuente en las lecturas de la izquierda española de la época —dinástica o antidinástica—, y lamentablemente muy poco conocido de los mismos católicos. De otro lado, haciendo abstracción del crudo y reprobable lenguaje utilizado, la casi totalidad de los conceptos vertidos en el libelo se hallan presentes en el extenso epistolario de Usoz con Benjamín B. Wiffen, conservado en el Wadham College de Oxford”. “El texto comienza ensalzando la libertad verdadera, sin limitaciones ni cortapisas, que afirma haberse introducido en España por las Cortes de Cádiz y durante el efímero Trienio constitucional. Aboga por su restablecimiento pleno, estimando ser los españoles merecedores de tal beneficio. Sigue un áspero y descarnado ataque a Isabel II como soberana y como persona, y otro no menos virulento contra el rey consorte. No sale mejor librada la reina madre María Cristina de Borbón, la «viuda del tirano», presentada como mujer intrigante, hipócrita, libidinosa e insaciable depredadora de las arcas del Estado. Al progresista de la familia y cuñado de Isabel, don Enrique de Borbón, lejos de omitírsele, se le reserva una venenosa diatriba”.


[i]La Compañía de Jesús en la España contemporánea. Vol. 2- Manuel Revuelta González Pág. 286 [ii]Vida y muerte de d. Manuel Matamoros [tr. from Manuel Matamoros and his fellow-prisoners]. William Greene (railway contractor.), Manuel Matamoros y García Publicado en1871. Pág. 14 [iii]The Gospel in Spain. Some account of labours in that country...Autor George Lawrence Publicado en 1872; A brief account of recent Gospel work in Spain Autor George Lawrence Editor Office of "La Aurora de Gracia", 1877 N.º de páginas 32; [iv]Véase mi obra para ampliación de datos sobre Montsalvatge “Los protestantes y la espiritualidad evangélica en la España del siglo XVI” Tomo II pág. 636 [v]Ibidem. Pág, 639-643 [vi]Un virulento libelo anti-isabelino Las «Rogativas patrióticas a la Libertad», transcritas por don Luis de Usoz y Río. Juan Bta. Vilar Universidad de Murcia.Anales de Historia Contemporánea, 4 (1985), pp. 211-218.

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