“¿Simplemente el hijo del carpintero?”
A veces caemos en la trampa de pensar que nosotros somos los que decidimos todo.

“¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?” Mateo 13:55
Los responsables de la religión, escribas y fariseos, los maestros de la ley, no solamente despreciaron al Señor Jesús sino que fueron quienes le acusaron para llevarlo a una cruz.
Cuando Él comenzó a enseñar se preguntaron, ¿no es este el hijo del carpintero? Lo hacían para mostrar su desprecio hacia el hijo de Dios. Desgraciadamente, cuando nos volvemos religiosos, caemos en ese peligro: caemos en la trampa de pensar que nosotros somos los que decidimos todo y Dios tiene que hacer lo que nosotros decimos, porque para eso le conocemos muy bien porque hemos pasado mucho tiempo estudiando.
No solamente nos volvemos integristas y despreciamos a todos los que no piensan como nosotros, sino que dejamos de lado al mismo hijo de Dios. Por eso necesitamos mirar hacia dentro de nosotros, hacia nuestro corazón y pedirle a Dios que nos ayude a hacer justo lo contrario: amar y adorar de tal manera al Señor Jesús, que no solamente no le despreciemos, sino que le llevemos a lo más profundo de nuestro ser para que guíe nuestra vida y jamás despreciemos a nadie.
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