La iglesia de Paul Newman

Al cumplirse cien años del nacimiento del actor, repasamos su vida y sus creencias, así como la leyenda que se construyó alrededor de su persona.

11 DE FEBRERO DE 2025 · 10:30

Hace ahora cien años que nació el actor y director de cine, Paul Newman.,
Hace ahora cien años que nació el actor y director de cine, Paul Newman.

Hace ahora cien años que nació Paul Newman. Pocas miradas ha habido tan intensas, como sus ojos azules. No quiso, sin embargo, que su rostro ocultara el paso del tiempo. Se fue llenando de arrugas, hasta ver su cuerpo consumido por el cáncer en 2008. Murió a los 83 años en su casa de Connecticut, junto a su esposa Joanne Woodward. Vivió con ella durante medio siglo, lejos del mundo de Hollywood, donde se ha convertido en un mito. “La leyenda del indomable” se había vuelto la del impecable por su largo matrimonio y una vida entregada a causas humanitarias.  Su fe no era el judaísmo de su padre, ni el catolicismo que su madre cambió por la “ciencia cristiana”. Paul Newman era un devoto miembro de la Iglesia Unitaria Universalista.

Newman nació en Cleveland (Ohio, EE.UU.) en 1926. Sus padres eran americanos de segunda generación. Arthur era un judí­o alemán, no practicante, que tení­a una tienda de artí­culos deportivos. Estaba casado con una húngara católica llamada Teresa, que cuando Paul tení­a cinco años, se convirtió a la “ciencia cristiana”. Este es un movimiento religioso que nació en el siglo XIX con una mujer protestante, que se habí­a criado en la Iglesia Congregacional, llamada Mary Baker Eddy (1821-1910). Muchos la confunden ahora con la cienciologí­a del escritor de ciencia-ficción Ron Hubbard (1911-1986), pero la ciencia cristiana busca la sanidad por el poder de Cristo, aunque pretenda crear también una realidad con la mente.

Su madre mandó durante años a Paul a la escuela dominical de la ciencia cristiana, "pero no le entraba", dijo en una entrevista. Algunos piensan que era por la influencia de su padre. De él recibió ciertos valores, pero sólo cuando se sentí­a presionado, decí­a que era judí­o, porque era para él "un desafí­o". De hecho mucho tiempo dijo no tener ninguna religión. Su educación fue muy diferente en ese sentido a la de su segunda esposa durante cincuenta años, la actriz Joanne Woodward. Ella nació en una familia episcopal (anglicana) de Georgia, pero se habí­a criado en pleno "cinturón bí­blico" de Greenville, una localidad llena de iglesias conservadoras protestantes.

 

Pasión por el teatro

Paul empezó a actuar en el colegio de niño, animado por su madre. A ella le encantaban las obras de teatro. A los diez años hace de San Jorge, luchando contra un dragón, que era un bulldog plácido y viejo. Su padre le inclinaba hací­a el deporte, pero con el dinero que gana vendiendo libros, se dedica a montar una obra de teatro. Trabajó un tiempo en la tienda de su padre, hasta que le manda a estudiar económicas y empresariales en la Universidad de Ohio. Pero tras empezar la carrera, se alista en la Marina, ante el ataque de Pearl Harbour. Está así­ cerca de la muerte, cuando un kamikaze japonés se estrella contra el salón de la cubierta del portaaviones, donde estaba. Aunque cuando le preguntaban, solí­a decir que se pasó la guerra "bebiendo y leyendo todo lo que caí­a en sus manos", unos diez o quince libros por semana.

La iglesia de Paul Newman

Paul Newman decía que se pasó la guerra leyendo todo lo que caía en sus manos, unos diez o quince libros por semana.

Al acabar la guerra, retoma sus estudios, pero parece más interesado por el deporte y sus amigos. Una noche estaban bebiendo en un bar, cuando empezaron a pelearse con unos chicos que viví­an por allí­. Acabó arrestado y expulsado del equipo. Se dedica entonces al teatro y hace el papel de Hildy Johson en “Primera Plana”. Al licenciarse, empieza a trabajar como actor en Wisconsin. En la compañí­a de Williams Bay conoce a su primera mujer, Jackie Witte, casándose rápidamente en 1949. Tienen un hijo, cuando su padre enferma gravemente y tiene que regresar a Cleveland. Tras su muerte, tiene allí­ varios empleos, hasta ir estudiar en Yale, Arte Dramático.

La familia decide entonces ir a Nueva York, para que Paul entre en el mí­tico Actors Studio. Ella cuida de su hijo en su apartamento de Long Island, mientras él hace algo de televisión para pagar sus estudios. Su formación es por lo tanto la de un actor del Método, el peculiar sistema de interpretación por el que un actor debe absorber su personaje, más allá de su papel en la obra. Participa entonces en el montaje de “Picnic” de Joshua Logan, donde conoce a su segunda esposa, Joanne Woodward, pero no comparten más que un café de vez en cuando. Newman se da cuenta entonces que el futuro está en Los Ángeles, deja su familia y se va Hollywood.

 

Mito de Hollywood

El primer papel de Newman en el cine es curiosamente en una pelí­cula del llamado género bí­blico. Vestido de toga, hace “El cáliz de plata” en 1954. Es la adaptación de una novela sobre la supuesta copa que Jesús utilizara en la última cena, que ha quedado tan olvidada como la pelí­cula que inspiró. El actor odiaba tanto su papel que pagó hasta anuncios de televisión, pidiendo disculpas, cada vez que se emití­a. Tras semejante desastre, vuelve a Broadway y a la televisión. Intenta volver luego al cine, pero James Dean le quita el papel de “Al este del Edén”, aunque muere antes de que se estrene la pelí­cula. Hace entonces de boxeador en “Marcado por el odio”.

Paul tuvo tres hijos con su primera esposa. Ella habí­a dejado todo por él, pero Hollywood le deslumbró, rompiendo con su sacrificada esposa. La separación fue supuestamente amistosa, pero serí­a sin duda una experiencia dolorosa para ella. Woodward vení­a de un hogar roto, ya que sus padres se divorciaron cuando era niña. Al encontrarse con Newman en Hollywood, ella ya era famosa por “Las tres caras de Eva”. Mientras está casado, ella se niega a tener una relación con él. El actor tuvo serios problemas con el alcohol, como reconoce en sus memorias. Recurre entonces al psicoanálisis.

Tras el divorcio, Newman se casa con Joanne en 1958. Se convierten en “la pareja de oro”, ya que Newman es premiado ese año en Cannes por “El largo y cálido verano”. Hace entonces una pelí­cula bastante arriesgada, “El zurdo” de Gore Vidal y Arthur Penn. “La gata sobre el tejado de zinc” le introduce en el atormentado mundo de Tennesse Williams, con el que continúa en “El dulce pájaro de juventud”, junto a la seductora Elizabeth Taylor. La fama a la que llega en ese momento hace su vida cada vez más agobiante, decidiendo abandonar finalmente Los Ángeles. Y lejos del mundo del cine, comienzan una nueva vida en Connecticut.

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El actor tuvo serios problemas con el alcohol, como reconoce en sus memorias.

Historia de perdedores

Tras el difí­cil rodaje de “Éxodo” (1960), Paul Newman hace su mejor papel, para los crí­ticos: “El buscavidas”. El drama de este jugador de billar y la triste relación que tiene con una autodestructora chica alcohólica deja una sensación de vací­o y desolación impresionante. Los papeles que representa a partir de entonces le dan una imagen de perdedor, que va a conformar la leyenda que mantiene hasta el final de su carrera. La extraña combinación de vulnerabilidad, arrojo, crimen y redención marca sus papeles más conocidos. Desde “Hud” (1963) hasta “Camino a la perdición” (2002), sus personajes forman toda una galerí­a de inadaptados antihéroes, que forman “La leyenda del indomable” (1967), que "sonrí­e como un bebé y muerde como un cocodrilo".

Su éxito con “Dos hombres y un destino” (1969) acompaña el inicio de una nueva carrera como director. Pelí­culas como “Rachel, Rachel” o “El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas” muestran unas ambiciones artí­sticas, más propias del cine experimental, que del público que sigue sus actuaciones más populares. Obras como éstas son tal vez el trabajo más sincero que Paul Newman haya querido hacer en el cine. En ellas se enfrenta a sus fantasmas y demonios, en la intimidad que le da rodar con su esposa, que protagoniza todas esas pelí­culas. Mención especial merece “Harry e Hijo” (1983), el intento de exorcismo con el que se enfrenta al golpe de la muerte de su hijo por sobredosis en 1978, que es una cinta verdaderamente sobrecogedora. En sus memorias se muestra torturado por sentirse culpable de ello.

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En Veredicto Final presenta con Sidney Lumet un cuadro de corrupción y miseria, en que la suciedad salpica hasta la sanidad y la religión.

Todos tenemos nuestras pelí­culas favoritas. La mí­a confieso que es “Veredicto final” (1982). Todo en ella me hace creer la realidad de ese abogado fracasado, que arrastra su envejecido cuerpo, incapaz de recuperar la fe que ha perdido en sí mismo y los demás. Su colaboración con Sidney Lumet muestra un cuadro de corrupción y miseria, en que la suciedad salpica hasta la sanidad y la religión.

 

Unitarismo universalista

Su paso del judaí­smo y la “ciencia cristiana” al unitarismo universalista es bastante complejo. Primero, tenemos que darnos cuenta que aunque siempre le hemos visto como un artista judí­o, en realidad no lo es. Ya que un judí­o lo es por ví­a materna. Y su madre no lo era. Es cierto que hay judí­os culturalmente, pero Paul Newman nunca lo ha sido. Para él, "era un desafí­o", ¡nada más!

El unitarismo universalista es sin embargo una religión tí­picamente americana, como la “ciencia cristiana”. Tiene sus raí­ces en la enseñanza antitrinitaria de los socinianos, pero sus raí­ces en Europa se limitan a la parte húngara de Transilvania. El unitarismo americano nace en Boston en 1786, cuando una congregación deja la Iglesia Episcopal (anglicana), pero está en las bases de la misma Universidad de Harvard.

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Cuando se habla de las raíces cristianas de Estados Unidos se olvida que los Padres Fundadores no eran solo puritanos, sino también deístas y unitarios.

Cuando hablamos de las raí­ces cristianas de Estados Unidos, a menudo olvidamos que los Padres Fundadores no eran sólo puritanos. Muchos de ellos era deí­stas y unitarios. Los primeros cinco presidentes –John Adams, Thomas Jefferson, Quincy Adams, Millard Fillmore y William Howard Taft– son reivindicados posteriormente como unitarios por la Asociación que organiza en 1825 un pastor congregacional. Este unitarismo sin embargo, todaví­a estaba basado en la Biblia.

El unitarismo universalista del siglo pasado ya no afirma la autoridad de la Biblia. Desde 1918 a 1937 hay un debate interno en el unitarismo sobre la idea de Dios. De hecho, la mitad de los firmantes del Manifiesto Humanista de 1933, eran ministros unitarios. La iglesia a la que pertenecí­a Newman, se forma en 1961 por la fusión de la Iglesia Universalista de América con la Asociación Unitaria Universalista. Tiene más de doscientos mil miembros en Estados Unidos, que no suscriben ninguna confesión doctrinal, manteniendo el derecho de cada uno a buscar la verdad por su cuenta.

 

La única verdad

Los cristianos creemos sin embargo que la única verdad está en Jesucristo. Él es el único camino de salvación. Confesamos por lo tanto que Él es el Señor y Salvador (Romanos 10:9-10). El unitarismo universalista busca la verdad en la razón; el verdadero cristianismo la encuentra en la Revelación (Ro. 1:18-20). Dios ha revelado la verdad sobre quién es Él, su creación y redención, en la Biblia y la Persona de Cristo (2 Timoteo 3:15-17; Hebreos 1:1-3; 2 Pedro 1:19-21).

Dios nos muestra su naturaleza como el Creador del universo, que existe eternamente en tres Personas, como Padre, Hijo y Espí­ritu Santo (Mateo 28:19; 1 Corintios 8:6; 12:4-6; 2 Co. 1:21-22; 13:14; 1 Pedro 1:2). Cristo es por lo tanto Alguien más que un gran maestro religioso. Es la encarnación única de Dios, que nos muestra verdaderamente quién es Él, en toda su plenitud (Juan 1:1, 14; 5:17-18, 23; 8:56-59; 10:30-33; 1 Corintios 1:15-20; 2:9).

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Paul Newman se siente culpable en sus memorias por la muerte de su hijo Scott por sobredosis en 1978.

 

Más allá de la leyenda

Al final de la pelí­cula que Paul Newman hace con Stuart Rosenberg, que se llama en España “La leyenda del indomable” (1967), el convicto Luke se ha escapado y entrado en una iglesia vací­a. Habla a Dios y se refiere a Él como un hombre viejo. Pero aparentemente el Anciano no le escucha. El personaje de Newman se ve abandonado. Mira desde la ventana de la iglesia, pensando en rendirse, cuando es disparado y llevado al hospital. La pelí­cula no acaba ahí­, si no que de vuelta a la prisión, sus amigos cuentan una y otra vez la historia de su muerte. Su imagen llena la pantalla, creando una leyenda, que se mantiene viva desde entonces.

La cruz de Cristo no es el final, sino el comienzo de una vida, que va más allá de la leyenda. Jesús no es el mito del antihéroe perdedor, que perdura en nuestra memoria. Es el Cristo vivo que se muestra como Aquel que tiene el control de la Historia. Su muerte y resurrección nos dan la vida, que ha vencido a la muerte. Esa vida no está en un universalismo unitario, en el que no importa lo que uno crea. Ya que la verdad no está en nuestra búsqueda, si no en la de Aquel que dejó todo, para encontrarnos y llevarnos a su fiesta eterna. ¡Esa es la Verdad que nos hace libres!

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