La Revolución por Jesús llega a Netflix
La película nos introduce al apasionante mundo de aquellos “locos por Jesús” (Jesus Freaks) que soñaron una revolución espiritual, al margen de las iglesias establecidas.
14 DE ENERO DE 2025 · 10:30
El video de “Jesus Revolution” está ya en Netflix. A pesar de las habituales malas críticas de las películas “inspiradas por la fe” –como se llama ahora al cine religioso o de valores espirituales–, el film de Liongate sobre la llamada Revolución por Jesús en el movimiento hippy de la California de los años 70, tuvo tanto éxito en las salas de Estados Unidos que duplicó varias veces el coste de producción y se convirtió en una de las más vendidas en Amazon Prime. Los protagonistas son el actor católico de la serie The Chosen, Jonathan Roumey –que hace del evangelista hippy Lonnie Frisbee–, junto a Kelsey Grammer, famoso por las series Cheers y Frasier, pero también por la excelente Boss –que encarna al pastor Chuck Smith, fundador de la Capilla Calvario–.
Grammer se emocionó tanto al hablar de la película en un popular programa de la televisión americana ABC/Disney (Live Kelly & Ryan), que acabó llorando, después de decir que era el filme más hermoso que había hecho nunca. Presenta a un Smith humano y vulnerable, más lleno de contradicciones aún, que el siempre sobreactuado Roumey, que no se despega de su sonrisa, haga de Jesús o de Frisbee. Lo interesante de la película es que, aunque está promovido por Greg Laurie –pastor de una megaiglesia, convertido por Frisbee– muestra la crisis que tuvo un pastor conservador como Smith, cuando intentaba levantar una iglesia en Costa Mesa y se veía tan fracasado que creía que lo iban a echar de la congregación, pero vino un inesperado despertar espiritual entre los hippies, acompañado de dones y milagros extraordinarios.
Es cierto que la película silencia el lado oscuro de Frisbee, pero este no era conocido cuando estaba en la Capilla Calvario. Como es habitual en el relato de Smith, tampoco se cuenta el origen de Frisbee en la primera comunidad de la Gente de Jesús (Jesus People) en San Francisco, pero se muestra la ingenuidad e inocencia con que lo recuerdan la mayoría de los que lo conocieron. La relación de Smith con Frisbee es paternal, pero sorprendente ya que, como todo avivamiento, la Revolución por Jesús iba acompañada de señales extrañas y confusión en la vida de estos jóvenes convertidos al cristianismo evangélico.
Lonnie Frisbee
Lonnie fue el evangelista hippy más representativo del movimiento de la Gente de Jesús en el sur de California a principios de los 70. Frisbee (1949-1993) está en el origen de las dos iglesias más conocidas que allí se forman, la Capilla Calvario y la Comunidad Cristiana de la Viña, pero su nombre es borrado de la historia de estas denominaciones evangélicas por su homosexualidad y muerte de sida en 1993. Al final fue enterrado por Robert Schuller de la Iglesia Reformada en América en el cementerio de su catedral de cristal. Esta película rehabilita su memoria y nos introduce al apasionante mundo de aquellos “locos por Jesús” (Jesus Freaks) que, al ser bautizados en el océano, soñaron una revolución espiritual, al margen de las iglesias establecidas.
Milagros y visiones, señales y prodigios, acompañaron a este nuevo Juan el Bautista, que bautizó a miles de hippies en las playas de los cañones de California a principios de los años 70. Su foto apareció en los medios de comunicación de todo el mundo, anunciando una vuelta de la juventud al cristianismo. Junto a Chuck Smith, hace que en la Capilla Calvario se una la experiencia carismática con la teología dispensacional. Se inicia así una nueva forma de alabanza en el mundo evangélico. Sus intentos de volver a la comunidad de vida no durarán mucho tiempo, pero tampoco sus esfuerzos por conciliar la contracultura de los años 60 con la fe del cristianismo histórico.
Ya se había hecho antes un documental por un director canadiense llamado David Di Sabatino, que hizo una bibliografía anotada sobre la historia del movimiento de la Gente de Jesús, cuando observó que el nombre de Frisbee aparecía una y otra vez, pero no se sabía después que había pasado con él. Se propuso entonces hacer esa película, que ha recorrido varios festivales de cine independiente. “Frisbee, Vida y Muerte de un Predicador Hippie” es obra de alguien que viene del medio pentecostal, pero que a pesar de haber sido director de una revista para líderes de alabanza, ahora no está relacionado con ninguna iglesia y exhibe su obra, tanto en círculos evangélicos como en el ámbito del LGTB.
Revolución espiritual
Cuando Smith apareció a la puerta de la casa de Frisbee en 1968, Lonnie tenía ya su largo pelo castaño, aunque su barba estaba algo más descuidada y tenía la mirada perdida del LSD. El pastor de Calvary Chapel era un predicador conservador del condado de Orange. Se había ido de una pequeña iglesia en Corona a Costa Mesa, donde tres personas pronto se convirtieron en doscientas. Su esposa Kay tuvo la visión de que su marido iba a llevar a la fe a esos “sucios hippies”. Así que le pidió al novio de su hija que trajera a uno de la calle, para conocer la mentalidad de un “hijo de las flores”. No era su hija, la que le encuentra, como en la película. Es su novio quien en la carretera recogió a Frisbee haciendo autostop. Tampoco tocaba la guitarra con Love Song, como se ve al final de la película.
Sin el lazo que unió a aquellos dos hombres, es difícil de entender todo lo que ocurrió después. Smith fue una figura paternal para Frisbee, pero al pastor le impresionó la experiencia de Lonnie, que había tenido una visión de que llevaría a muchos a Cristo. Juntos bautizaron en la playa de la Pequeña Corona a miles de hippies. En la Capilla Calvario, Smith les enseñaba los lunes sobre los últimos tiempos y los miércoles cada vez más jóvenes se reunían para escuchar a ese nuevo predicador hippy, que se parecía a Jesús. Leía torpemente la Biblia, que apenas podía explicar, pero su testimonio, milagros y llamamientos produjeron un auténtico despertar espiritual.
Lo extraño del testimonio de Lonnie es que antes de su conversión tiene una experiencia en Tahqitz Falls con la droga a los 17 años –cuando el LSD era todavía legal– que le abre la puerta a lo sobrenatural. Es algo que ve como del Espíritu de Dios. Su hermano Stan prefiere verle como un drogadicto, más que como un homosexual. Hay muchos testimonios de los milagros. Alguno tan sorprendente como el joven intelectual conservador cristiano que en el documental afirma que le vio dar vista a un ciego. Lo que no tiene sentido es calificarle de “gay”, porque ni el LGTB existía entonces, ni él aceptaba la homosexualidad. No se mostraba abiertamente con ese modo de vida. De hecho, el fallecido líder de la comunidad de San Francisco, Ted Wise, dijo antes de morir, que todo el tiempo que vivió con él, nunca dio la menor señal de ser homosexual.
La tragedia de un evangelista hippy
En alguna ocasión Lonnie confesó a algunas mujeres cristianas su atracción por los hombres. Parece que los primeros años sus testimonios en la Capilla Calvario solían incluir la homosexualidad, como parte de la realidad de su vida antes de ser cristiano. Pero luego evitó toda referencia al tema, manteniéndolo en secreto. Más que una doble vida, Wise cree que serían “caídas” ocasionales. Su experiencia me recuerda al personaje de Robert Duvall en la película “El Apóstol” –titulada en España, “Camino al Cielo”–, capaz de inspirar a muchos, pero con una debilidad que le lleva a grandes contradicciones. El cuadro que hace de él Sabatino es conmovedor.
Abandonado por su padre, que se marchó con una vecina, Lonnie se cría con su hermano, que dice que una chica abusó de él cuando tenía ocho años. Su madre se casó con otro hombre, teniendo con él otros hijos. Sus traumas de infancia nos muestran una persona rota, que conoce a una chica llamada Connie Bremer. Ella había tenido también una vida difícil, recurriendo a las drogas y la prostitución. Vivían con otros en la casa donde estuvo la primera comunidad de hippies cristianos en la bahía de San Francisco. Iban todos los días a Haight-Ashbury para llevar una misión en pleno “verano del amor”, que frecuentaba el propio Charles Manson –el fundador de La Familia, que asesinó luego a Sharon Tate, la mujer de Polanski y sus amigos, así como al matrimonio LaBianca–, pero estudian la Biblia en una iglesia bautista reformada.
Un día Lonnie le dice a Connie que cree que es la voluntad del Señor que se case con ella. Ella al principio le rechaza. Sabía de su homosexualidad, pero acepta casarse con él. Frisbee empieza a ser muy conocido y Connie se encuentra cada vez más sola. Habla entonces con Smith, que le dice que tiene que entender que para Lonnie, Dios es lo primero. El pastor cree que alguien con los dones de Frisbee, tiene que darle también al ministerio el segundo lugar, lo que deja al matrimonio en tercer lugar, según su orden de prioridades. Al verse incapaz de enfrentar su problema, Frisbee habla con un pastor de Florida con la tendencia de un discipulado que en inglés llaman de “pastoreo pesado” (Heavy Sheperding). Este hombre, Bob Mumford, le dice que Smith está equivocado y le invita a unirse a su grupo.
La Comunidad de la Viña
Después de cuatro años en Calvary, Lonnie se une un tiempo a este movimiento, hasta incorporarse a la Iglesia de la Viña en Yorba Linda. Smith se siente traicionado por Frisbee, cuyo nombre es silenciado a partir de ahora en la historia de Calvary, como alguien que no es reconocido siquiera como pastor de jóvenes. Una vez fallecido Smith, padre, su hijo habla sin embargo honestamente del tema en el documental.
El Día de la Madre de 1978, Lonnie es invitado por John Wimber a predicar en Yorba Linda. El psiquiatra y escritor John White cuenta el final de esa reunión, que acabó con una serie de manifestaciones espirituales, cuando la gente cayó al suelo como electrificada, gritando y hablando en lenguas, al hacer Frisbee una oración diciendo: “¡Ven, Espíritu Santo!”. Muchos dijeron que esos días experimentaron milagros. Esas señales llevaron a Wimber a formar La Viña, dejando el nombre de Calvario. La denominación tiene ahora más de trescientas iglesias en Estados Unidos y Canadá.
La Viña tenía un carácter claramente carismático, que la Capilla Calvario al principio no compartía. Friesbee se queda con John Wimber en La Viña. El responsable en Costa Mesa era entonces Ken Gulliksen, un pastor de origen luterano que había tenido la experiencia carismática y llegó a publicar un disco con sus canciones. El enfrentamiento de Smith con Gulliksen en el año 73 viene por las manifestaciones espirituales que Smith no quería ver en la Capilla Calvario. Comienza entonces La Viña a partir de un grupo de estudio bíblico que había en la casa del cantante Chuck Girard del grupo Love Song. Tras organizar una docena de grupos en casas, empiezan a reunirse los domingos en la playa de Santa Mónica, que es cuando entra en contacto con Bob Dylan y Gulliksen le bautiza, después. Había otras cinco comunidades al sur de California.
Como Wimber murió en el 97, no se sabe si conocía la doble vida de Frisbee. El hijo de Smith dice que comió un día con él y le preguntó cómo podía colaborar con alguien que era homosexual. Wimber le preguntó cómo sabía eso. Él le dijo que acababa de recibir una llamada de un pastor que había oído a un joven confesar que había tenido relaciones sexuales con Lonnie durante medio año. Wimber le llamó el día siguiente, diciendo que había hablado con Frisbee, lo había reconocido y le había dicho que se marchaba. Aunque otros piensan que lo sabía mucho antes.
“Una historia bíblica”
La fascinación que produce Frisbee viene de la experiencia que muchos tenemos de haber conocido cristianos, a los que hemos admirado como ejemplo de fe, pero que nos han sorprendido por sus grandes debilidades, que en algunos casos los llevan a mantener una aparente doble vida. El documental comienza con el título de “una historia bíblica”, no porque cuente la vida de un personaje de la Escritura, sino porque en su protagonista reconoce la sabiduría y necedad de muchos caracteres bíblicos. El ministerio de Frisbee recuerda la excentricidad de Ezequiel, pero también la fragilidad de Sansón. Se reconoce en su obra el sentido profético y milagroso de un nuevo Elías, pero se ve que era Dios quien mostraba su poder en su debilidad.
Su historia es tremendamente sugerente, porque nos introduce a los grandes dilemas de la fe. Produce auténtica compasión, una vida, que parece trágica, pero que demuestra el misterio de la gracia de Dios. No hay duda de que Dios usa a personas como Frisbee, pero como en la canción de U2 que evoca el documental de Sabatino, hay una extraña paradoja en el testimonio de alguien que puede decir: “He hablado la lengua de ángeles, pero he sostenido la mano del diablo”. ¿Cómo es esto posible?
La tentación que uno tiene al escuchar esta historia es que no se trata más que de un falso testimonio de alguien que nunca llegó a ser convertido realmente. Otros, llevados por sus convicciones doctrinales, encuentran en este relato la confirmación de la falsedad de estas manifestaciones espirituales. Lo perturbador sin embargo de la vida y muerte de Frisbee es la posibilidad de que, siendo un verdadero creyente, pudiera vivir en semejante contradicción. Esta historia se convierte así en un revulsivo, que te inquieta profundamente, haciéndote abandonar todo terreno cómodo, para enfrentarte a la complejidad de una vida llena de grises.
La historia de Frisbee me produce intranquilidad, porque me enfrenta a mis mayores miedos. Siento el convencimiento del que habla Sabatino, cuando dice que, aunque “podemos hacer grandes cosas, somos capaces de la mayor devastación”. Es el terror que viene de nuestras contradicciones, una lucha interna que te hace sentir pánico. Su testimonio me produce un profundo temor. Por lo que me acuerdo de las palabras del apóstol: “El que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Co. 10:12).
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - mARTES - La Revolución por Jesús llega a Netflix