Marketing con sentido: tendencias que hablan de personas, no de números
En una época de cambios acelerados y convulsos como la actual, también deben cambiar nuestras formas de comunicar, conectar y vender.
El apagón eléctrico que sufrimos hace unos días nos dejó a muchos de nosotros totalmente inactivos durante horas. Hubo caos en carreteras, estaciones de tren, aeropuertos, etc., pero lo increíble es que, dentro de ese contexto, hubo empresas que funcionaron con total normalidad, estaban preparados para afrontar algo así.
Es increíble cómo algo así puede afectar tanto nuestra rutina personal como la vida de muchas empresas. Eso me hizo volver a pensar que vivimos tiempos convulsos, ésta es una época de cambios rápidos, de situaciones inesperadas, y eso ocurre también en el mundo del marketing.
Muchas de las estrategias que funcionaban hace apenas unos años hoy están quedando obsoletas. El cliente ha cambiado, el mercado ha cambiado, y eso significa que también deben cambiar nuestras formas de comunicar, conectar y vender.
Con este artículo mi propósito no es hablar de tendencias solo por seguir la moda, sino porque como empresarios cristianos debemos entender los tiempos en los que vivimos, adaptarnos con sabiduría y, sobre todo, poner a las personas en el centro de nuestras decisiones.
Como Nehemías, que antes de reconstruir los muros de Jerusalén se detuvo a observar, analizar y planificar en silencio (Nehemías 2:11-13), también nosotros necesitamos entender bien nuestro entorno antes de actuar con sabiduría. El marketing no puede ser una serie de técnicas sin alma: debe nacer del propósito, el servicio y la verdad.
El cliente busca conexiones, no solo soluciones
Ya no basta con tener un buen producto o servicio. Hoy el cliente quiere sentir que le entiendes, que lo escuchas y que compartes valores. La empatía, la cercanía y la autenticidad se han convertido en factores decisivos.
En lugar de "vender a toda costa", las empresas que conectan mejor son las que conversan, escuchan y crean relaciones duraderas. Como dice Filipenses 2:4: "No se ocupen solo de sus propios intereses, sino ténganse en cuenta los unos a los otros" (NVI). Aplicado al marketing, significa que nuestro mensaje no debe girar solo en torno a nosotros mismos o a nuestras empresas, sino en torno a las personas a las que queremos servir.
La experiencia del cliente es parte de tu producto
Cada contacto que una persona tiene con tu empresa cuenta: desde una llamada, un correo, un envío, hasta la atención postventa; cómo solucionas un problema te posicionará como alguien en quien se puede confiar. Todo comunica. Y muchas veces, la decisión de volver a comprar no se basa solo en lo que vendes, sino en cómo haces sentir al cliente.
Empresas que cuidan cada detalle, que sorprenden con pequeños gestos o que resuelven problemas con agilidad están ganando corazones (y clientes). La excelencia no es negociable.
Hace poco, tuve un problema con una reserva en un restaurante, y a las 14:00 horas de un domingo nos quedamos mi familia y yo sin saber dónde íbamos a comer. Entramos en un restaurante cercano a preguntar si había alguna mesa disponible (nunca habíamos estado antes), y estaba completamente lleno. Pero la atención y la preocupación por ofrecernos un buen servicio por parte del propietario del restaurante fue tan empática y genuina, que nos hizo sentir especiales. En pocos minutos improvisaron una mesa en la terraza y fuimos atendidos con una atención exquisita. Nos ganaron como clientes.
En Colosenses 3:23 se nos recuerda: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres".
La transparencia genera confianza (y fidelidad)
En un mundo roto, completamente saturado de promesas vacías y publicidad agresiva, las personas valoran cada vez más la honestidad. Mostrar cómo trabajas, en qué crees, qué hay detrás de tu producto, y asumir errores cuando los hay, genera confianza. Y sin confianza, no hay marketing que funcione.
El libro de Proverbios lo dice de forma clara: "Los labios veraces permanecen para siempre; pero la lengua mentirosa sólo por un momento" (12:19). Las marcas que perduran son las que construyen sobre la verdad.
Tu contenido en internet tiene que aportar valor, no solo atraer clics
Durante mucho tiempo, el marketing digital se centró en llamar la atención como fuera, es aquello de “el fin justifica los medios”. Pero eso no es válido en los días de hoy. Hoy se espera que las marcas eduquen, inspiren, ayuden o entretengan de forma relevante. El contenido es una forma de servir, y desde nuestra perspectiva de embajadores de Cristo a través de nuestros negocios, antes de publicar un contenido es bueno revisar con qué propósito lo estamos compartiendo.
Un artículo útil, un consejo práctico, un testimonio real o una historia bien contada pueden conectar mucho más que un anuncio llamativo. Si lo que compartes bendice a quien lo recibe, también tu empresa será recordada.
El propósito mueve a las personas (y a los negocios)
Las marcas que tienen un propósito están marcando la diferencia en el mercado actual. No se trata solo de vender, sino de aportar algo positivo al mundo: cuidar el entorno, apoyar causas justas, ser parte activa de la comunidad. Las personas no solo compran lo que haces, sino por qué lo haces.
Jesús mismo lo dejó claro en Mateo 5:16: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Nuestro negocio puede ser un canal de luz si tenemos claro nuestro "para qué".
Más que tendencias, una dirección
Las nuevas formas de hacer marketing, centradas en las personas y no tanto en los números no son una moda pasajera. Son una respuesta a un mundo que busca autenticidad, valor y humanidad. Como empresarios cristianos, estamos llamados a ser diferentes también en esto.
No se trata de seguir lo último por seguirlo, sino de usar las herramientas con inteligencia, respeto y fe. Para servir mejor. Para conectar con el corazón. Para impactar sin perder el propósito. Nuestra forma de comunicar también puede ser una forma de dar testimonio.
José Manuel Castellón es consultor de negocios, formador y coach con más de 30 años de experiencia profesional. Es el fundador de Ventagy, empresa especializada en soluciones empresariales.
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