El cristianismo evangélico en Chiapas (V)

El primer misionero norteamericano llegado a Chiapas fue Edwin McDonald, de quien ya referimos su viaje en 1902. Sin embargo quienes lo comisionaron para el trabajo fueron mexicanos de la Iglesia Presbiteriana El Divino Salvador, de la ciudad de México. Por lo mismo, no obstante su nacionalidad, McDonald no puede tomarse como el iniciador de la presencia misionera norteamericana organizada ex professo "/>

Misioneros del norte de Chiapas

El cristianismo evangélico en Chiapas (V)

El primer misionero norteamericano llegado a Chiapas fue Edwin McDonald, de quien ya referimos su viaje en 1902. Sin embargo quienes lo comisionaron para el trabajo fueron mexicanos de la Iglesia Presbiteriana El Divino Salvador, de la ciudad de México. Por lo mismo, no obstante su nacionalidad, McDonald no puede tomarse como el iniciador de la presencia misionera norteamericana organizada ex professo

10 DE MARZO DE 2007 · 23:00

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Las iglesias protestantes europeas, las más grandes y establecidas como confesiones oficiales, vetaron al Continente latinoamericano como lugar para hacer obra misionera(1). Argumentaban que estas tierras ya habían sido cristianizadas por la Iglesia católica romana, y que los esfuerzos propagadores debían enfocarse hacia África, Asia y Oceanía (Deiros, 1992:663). Tomás Gutiérrez comenta que
…este dictamen no agradó a las sociedades misioneras que ya tenían un trabajo y arduo y complejo en América Latina(2) esto propició que algunos delegados se reunieran aparte para convocar un congreso en América Latina. Robert Speer, secretario de la Junta de Misiones en el Extranjero de la Iglesia Presbiteriana en Estados Unidos (1891-1937) y asistente al Congreso de Edimburgo, fundó en 1913, el Comité de Cooperación para América Latina (CCLA)(3) que llegó a ser la entidad patrocinadora de los congresos evangélicos hasta 1961 (1995:36).
En las consideraciones de los que manifestaron su desacuerdo con el resolutivo de Edimburgo, estaba la convicción de que América Latina necesitaba seguir recibiendo el mensaje evangélico que ya se había hecho presente desde varias décadas atrás en distintos países hispanoparlantes. En la difusión de ese mensaje las agencias misioneras llevaban invertido un considerable monto de recursos económicos, capacitado y enviado personas que habían obtenido resultados modestos pero prometedores. Para cuando se estaba realizando el Congreso de Edimburgo ya existían, en México, 700 templos protestantes. La población evangélica, entre miembros y adherentes, rondaba los 70 mil (cuadros 1 y 2) La primera gran tarea de los disidentes de Edimburgo que constituyeron el Comité de Cooperación para América Latina, fue convocar a una reunión con las juntas misioneras que estaban desarrollando actividades en México. El cónclave se llevó al cabo en Cincinatti, Ohio, (30 de junio-1º de julio de 1914), y surgió el Plan que lleva el nombre de la ciudad norteamericana donde se efectuaron las deliberaciones. Las conclusiones pueden resumirse de la siguiente manera: 1) Dividir el territorio mexicano entre las distintas misiones, para evitar la duplicación de esfuerzos y lograr la más pronta evangelización del país. 2) Consolidar las escuelas normales auspiciadas por las misiones y establecer una escuela primaria en cada congregación. 3) Establecer un seminario teológico unido. 4) Establecer una casa de publicaciones y un periódico. 5) Sugerir que el nombre oficial de las iglesias protestantes fuera “Iglesia Evangélica de México”, con el agregado de la denominación entre paréntesis (Huegel, 1995:90). Uno de los resultados de la zonificación del trabajo fue que a la Iglesia Presbiteriana del Norte le correspondieron todos los estados del sureste mexicano. Por un poco más de diez años no envió misionero alguno a Chiapas, y decidió en 1925 cederle su responsabilidad a la Iglesia Reformada en América (IRA)(4). En las negociaciones del traspaso, representando a la parte mexicana, estuvo José Coffin. Es seguro que Coffin conocía bien de las repercusiones del Plan de Cincinatti, ya que asistió como uno de los delegados mexicanos al Congreso sobre Obra Cristiana, realizado en Panamá (10-19 de febrero de 1916). Entre muchas otras cuestiones este Congreso conoció de lo acordado en Ohio. Sobre la composición y resoluciones de la reunión en Panamá tenemos que
La mayoría de los asistentes fueron agencias misioneras y personal que trabajaba en América Latina. El idioma oficial fue el inglés. Robert Speer presidió el Congreso, que impulsó el recientemente creado Comité de Cooperación para América Latina, organismo paraeclesiástico que trabajaría de la mano con las misiones norteamericanas y canadienses en América Latina, con la tarea de Samuel Guy Inman como secretario ejecutivo. Entre los más destacados acuerdos del Congreso de Panamá puede mencionarse la definición del cristianismo social como: “El objeto de la enseñanza evangélica es no solamente conseguir una salvación personal, sino también una manifestación de patriotismo, de amor al prójimo, de deseo de emplear todo y cualquier esfuerzo personal, y movimientos que tiendan a purificar del fraude la vida política, de crueldad la vida industrial, de deshonestidad la vida comercial, de vicios y depravaciones en todas las relaciones sociales” (Gutiérrez, 1995:40).
Por la importancia del personaje, que ya hemos advertido antes, consideramos necesario ahora proporcionar más información acerca de José Coffin Sánchez. De manera equivocada se le ha identificado como misionero norteamericano (Rivera Farfán, 2001:34), cuando fue mexicano, hijo de escocés (Joseph Coffin Deems) y tabasqueña (Tomasa Sánchez), y perteneciente a las primeras generaciones de protestantes en nuestro país. A Coffin se debe la incorporación al presbiterianismo de varios núcleos evangélicos dispersos por la intrincada geografía chiapaneca. Tanto él como su esposa, Luz Otero, apoyaron el movimiento revolucionario de 1910. De su identificación con la insurrección contra la dictadura de Porfirio Díaz dejó claras muestras en la biografía que escribió del General Gutiérrez, un tabasqueño presbiteriano y revolucionario. Por su parte Luz Otero fue maestra de primaria y “doctrina en las iglesias que pastoreó su esposo… gran humanista que restañó heridas y dolores con su brigada de (la) Cruz Roja Tabasqueña de los que caían en las acciones de la Revolución maderista y después Constitucionalista” (Rosales Pérez, 1998:160). La extensa cita que sigue se justifica por el lugar que ocupa José Coffin como participante primordial en la difusión del evangelicalismo en Chiapas y como organizador de las células que por otras iniciativas espontáneas existían cuando él llegó a la entidad.
José Coffin, fiel siervo de nuestro Señor Jesucristo, era natural del estado de Tabasco en la región de La Chontalpa. Su padre era norteamericano de ascendencia escocesa (cuando los Estados Unidos del sur perdieron la guerra civil, saliendo triunfadores los Estados del Norte, él, el padre del hermano Coffin y otras personas salieron de su país para no volver jamás). La madre del citado hermano Coffin era originaria de Tabasco. Fue educado desde niño en el Evangelio y ya de joven decidió dedicarse al ministerio. Ingresó al Seminario Presbiteriano que para ese tiempo se había cambiado a Coyoacán, México, D.F. Se graduó en la primera generación que salió de allí en el año 1904, cuando aún era estudiante seminarista prestó sus servicios a la Iglesia presbiteriana de Veracruz, porque en el Seminario los estudiantes eran enviados como colportores a las diferentes regiones del país. También al hermano José Coffin en ese tiempo le toco salir por Jalpan, Coatepec, Xico, Teocelo y Huatusco. En Teocelo un fanático lo iba a asesinar, pero escapó el hermano Coffin milagrosamente. Al salir del Seminario ya graduado le tocó pastorear en la iglesia de Veracruz, Ver., en la cual desarrolló un intenso programa de trabajo evangelístico. En ese tiempo la iglesia de Veracruz fue una de las primeras en todo sentido. Ya siendo pastor ordenado en compañía del misionero N. J. Elliot y del señor J. Miraval Lausan, establecieron la obra médica que duró varios años dando buenos frutos. La iglesia tenía una escuela en Paraíso, Tabasco, y ya estando casado con la profesora Luz Otero, a los esposos Coffin les fue encomendada dicha escuela que atendieron durante algunos años. Este mismo hermano fue fundador en Tabasco de la Cruz Roja en tiempos de la Revolución. Su obra evangelística fue grande. Más tarde trabajó en Chiapas. A su trabajo él le llamaba ruralismo y tenía razón, pues como pionero en Chiapas hacía recorridos en todo el estado a pie y algunas veces a caballo. Su campo de acción fue bastante extenso, teniendo que trabajar mucho para poder atender ese campo, pues allí los ministros escaseaban. Su obra principal consistió en saber aprovechar a los laicos de preferencia en Chiapas en donde atendía muchas congregaciones formadas por él con personas que él mismo preparaba de las mismas congregaciones. El era un visitador incansable e instructor, además de buen teólogo (Esponda, 1986:165-166). Fue el primer presidente de la Asamblea General (1947), órgano máximo de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (Tijerina González, 1993:73)
JOHN KEMPERS El acuerdo entre la Iglesia Presbiteriana del Norte, la Reformada en América y el Presbiterio del Golfo de México, acto en que como ya dijimos antes participó José Coffin, resultó en el arribo a nuestro país de John Kempers, junto con su esposa Mabel, en diciembre de 1925. Él era un recién graduado de Princeton, que había trabajado un verano en la Comanche Indian Mission de Lawton, Oklahoma, bajo las órdenes del pastor Richard Harper, quien lo recomendó para a la Junta Misionera para ser enviado a Chiapas. Ella se graduó en el Hope Collage, y contrajo matrimonio con John en agosto de 1925 (Hofman, s/f:4). Ambos llegaron a Tapachula “un caluroso 5 de mayo de 1926” (Kempers, s/f:2), para sumarse a los trabajos de Coffin y muchos otros creyentes chiapanecos que tenían a su cargo los liderazgos locales. Permanecieron en Chiapas, donde vivieron en distintas ciudades, cuarenta años y salieron otro caluroso 5 de mayo de 1966. El trabajo de los Kempers consistió, básicamente, en apoyar a los líderes congregacionales, en capacitar doctrinalmente a los conversos con potencial para dirigir a las iglesias y en la producción de materiales impresos (destaca entre ellos el órgano oficial del Presbiterio de Chiapas, El Despertador). El mismo Kempers deja constancia de que cuando llegó a Tapachula, Coffin ya había logrado que algunas congregaciones independientes se sumaran a la Iglesia presbiteriana, las que junto con los trabajos propiamente iniciados por ella habían fructificado en cuatro consistorios(5). En la forma como se modeló desde un principio el ministerio de John y Mabel Kempers, influyeron tres factores. Uno fue la falta de comunicación y contacto cotidiano con otras personas que no fueran los chiapanecos con los que trabajaban. Esto los obligó a convivir de manera intensa con las personas sujetos de su interés misional. Otro tiene que ver con las leyes reglamentarias (1926) impulsadas por el gobierno del presidente Plutarco Elías Callles, sobre varios artículos constitucionales que habían sido impugnados por el clero católico desde que se promulgó la Constitución de 1917(6). Kempers vio, años después lo refleja al hacer un balance de la actividad misionera en Chiapas de la Iglesia Reformada, en el nuevo marco legal una oportunidad que otros consideraban una restricción insalvable para el trabajo de los misioneros como él:
…el entonces presidente Gral. Elías Calles puso en vigor la ley prohibiendo a los ministros de culto que no eran mexicanos por nacimiento, oficiar en las Iglesias de México. Cayó como bomba atómica la ley con el resultado de que algunos misioneros se desanimaron y regresaron a sus tierras. No faltó quien preguntara a los Kempers si también iban a dar media vuelta. Siguieron de frente y permanecieron en el estado de Chiapas exactamente cuarenta años saliendo en 1966 otra vez en el día Cinco de Mayo. Cabe decir aquí que el decreto mencionado, tan lamentado por algunos, fue una de las mayores bendiciones que recibieron la Iglesia Nacional y las Misiones. En todo programa misionero tiene que llegar el día cuando una Iglesia nueva (se) gobierne a sí misma. En vez de entrar al agua a tientas probando la temperatura, por el decreto la Iglesia se halló obligada a echarse un clavado alcanzando así lo que Iglesias en otros países no obtuvieron sino hasta treinta años después, a veces con tensiones desagradables. La Misión de la Iglesia Reformada entonces desde el principio trabajó con el respaldo y a través de los cuerpos nacionales (Kempers, s/f:2).
Por último, el tercer factor modelante está relacionado con la cercanía en el trabajo misionero que tuvo Kempers con José Coffin Sánchez(7). Este último privilegió la evangelización personal, en lugar de realizar campañas masivas. Subrayó la importancia de ir a las zonas rurales, al grado de dejar la atención del púlpito (lugar desde donde se predica y expone la Biblia en las congregaciones evangélicas) en manos de los laicos de las iglesias citadinas que él pastoreaba. Involucramiento de todos los creyentes en la preservación, expansión y dirección del trabajo eclesiástico. Depositó responsabilidades claves “únicamente (en manos de) personas experimentadas, conocidas y conocedoras” (Kempers, s/f:3). Enfatizó la disciplina de los congregantes al Consistorio. Prefería las acciones discretas, evitando la publicidad. Teniendo en cuenta estos puntos, el primer misionero de la IRA en Chiapas resumió en ocho apartados la herencia de Coffin, que fue ampliada por el mismo Kempers:
1) La descentralización de obreros y misioneros, repartiéndolos en los lugares estratégicos. 2) La identificación de los misioneros con el pueblo nacional (clave del éxito especialmente en la obra entre los indígenas) 3). Establecer instituciones únicamente del tipo que la Iglesia Nacional podría dirigir y mantener más tarde, sin subsidio. 4) Ayudar en la construcción de templos y casas pastorales únicamente si la Iglesia local pagaba la mitad del costo, en bien de la mayordomía. 5) Evitar el pago de honorarios tan altos que la Iglesia Nacional más tarde no podría asumir el sostén completo de sus ministros y obreros. 6) Preparar ministros y obreros nacionales en preferencia a la introducción de un crecido número de misioneros del extranjero. 7) Procurar que la obra indígena tanto como la obra entre mestizos fuera parte del Presbiterio de Chiapas, para el bien de la Iglesia y para la integración del pueblo indígena. 8) Conseguir la previa aprobación consistorial o presbiterial antes de iniciar un trabajo nuevo.
Considerado por muchos como el organismo que introdujo el protestantismo en Chiapas, El Instituto Lingüistico de Verano hace su aparición en dicho estado tardíamente si tenemos en cuenta que, para finales de la década de los treintas cuando se instala en Chiapas el primer enviado del ILV, en algunas regiones de la entidad el cristianismo evangélico ya tenía cinco o cuatro décadas de haberse establecido. Pero del ILV hablaremos en nuestro próximo capítulo.
1) Los reportes preparatorios de la Conferencia Mundial de Edimburgo constan de nueve volúmenes. Para un resumen e interpretación de lo discutido en la reunión consultar Gairdner, 1910. 2) Para el caso de México, Bastian refiere que “Entre 1872 y 1911, diecisiete sociedades misioneras estadounidenses dieron inicio a sus actividades en México… Las cinco más importantes fueron la Junta Americana de los Comisionados para las Misiones Extranjeras, de la Iglesia Congregacional, y la Sociedad Misionera de la Iglesia presbiteriana del Norte (de Estados Unidos), que ingresaron en 1872; la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur (de Estados Unidos) y la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal del Norte (de Estados Unidos), que iniciaron sus labores en México en 1873, y, finalmente, la Sociedad Misionera de la Iglesia Presbiteriana (de Estados Unidos), que se estableció en México en 1874” (1989:12-13). Otra lista es la que aparece en el cuadro 3. 3) Para conocer las vertientes religiosas y culturales del CCAL, sus actividades y personajes que lo encabezaron, ver Mondragón (1994:305-342). 4) Esta denominación traza sus orígenes en el establecimiento de una congregación reformada holandesa en la isla de Manhattan, por parte de Jonas Michaelius en 1628. Fue resultado de la preocupación compartida entre The Dutch West India Company y la Reformed Church in the Netherlands, por proveer de cuidado espiritual a los colonos reformados holandeses. Con el tiempo la Iglesia se norteamericanizó, en 1867 dejó de llamarse Dutch Reformed Church para convertirse en Reformed Church in America. Su teología es calvinista y es presbiteriana en su forma de gobierno (Reid, G. Daniel, 1990:985-986). 5) El Consistorio es el órgano de gobierno de una iglesia local presbiteriana, de la que a su vez dependen grupos más pequeños conocidos como congregaciones y misiones. Unas y otras deben cubrir determinados requisitos para aspirar a ser constituidas como iglesias. El Consistorio está formado por el pastor y los ancianos gobernantes (así se les llama, aunque entre ellos pueda haber personas que no sean ancianos en términos de edad), que son elegidos por la membresía de la iglesia local. 6) “Durante su gobierno, el general Obregón no había aplicado con rigor las disposiciones constitucionales referentes a las organizaciones religiosas, que habían provocado en su momento la condenación del alto clero mexicano y del Papa, pero Calles, ante las intervenciones en la vida pública de los eclesiásticos, trató de reducir la fuerza de las iglesias, específicamente de la católica. En 1926 se dictó una ley que limitaba el número de los sacerdotes y exigía a éstos registrarse ante los municipios, disolvía las órdenes monásticas, abolía la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y reiteraba la prohibición de realizar actos políticos en los lugares destinados al culto, así como la crítica de las leyes o del gobierno por los sacerdotes” (Brom, 1998:275) 7) La relación entre Coffin y Kempers fue de altibajos. Aunque en varias oportunidades, como las que aquí citamos, Kempers reconoció el ejemplo del tabasqueño, en otros momentos se quejó amargamente de la falta de flexibilidad de Coffin. Incluso escribió que no solamente él, sino que otros compañeros de misión, sufrieron bajo la autoridad del “león” Coffin (Hofman, s/f:5-7)
Artículos anteriores de esta serie:
1Génesis protestante en Chiapas
2Primeras incursiones protestantes - Chiapas
3Protestantes en Tabasco
4Misioneros del sur de Chiapas

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Misioneros del norte de Chiapas