New York City
30 de octubre

Dentro de un mes estaré en Nedham, entregando el maletín. ¿Cómo sabré lo que tengo que hacer cuando llegue? ¿Qué haré después? Quizá me quede como estoy ahora mismo, en medio de una calle, justo bajo un letrero verde con el nombre de la calle. "/>

La escalera al cielo

New York City
30 de octubre

Dentro de un mes estaré en Nedham, entregando el maletín. ¿Cómo sabré lo que tengo que hacer cuando llegue? ¿Qué haré después? Quizá me quede como estoy ahora mismo, en medio de una calle, justo bajo un letrero verde con el nombre de la calle.

03 DE MARZO DE 2007 · 23:00

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Esta calle es Broome, y el nombre está anclado a una farola de fines del siglo XIX, que no desentona en absoluto con el aspecto de la vía. Hay también una cafetería con la misma receta de sándwich – con buena ración de pepinillos – desde 1888. La ancha acera tiene nervios que se extienden por todas partes, recorriendo los escalones de hormigón de acceso a los portales. Hay una extraña belleza en las calles antiguas del East Side, que me recuerda al centro de Londres, con las bicicletas, el neón y la sorpresa de una fachada pintada de naranja y rosa. Solo que aquí hay más banderas americanas, claro. Es curioso lo de las banderas. ¿Traspasarán las banderas el charco, como el símbolo de la Coca-cola, o los programas de televisión “chorras”? Esta es la auténtica invasión; sería una pena que cambiaran los donuts y las barbacoas familiares por algo peor para cambiar el resto del mundo a su imagen.
En resumen, esta calle tiene su encanto principal en que siendo céntrica, no ha sido invadida por los turistas. En un lateral, junto a un balcón sin suelo, una escalera estrecha y larga asciende con pena, apoyada en otro balcón sin suelo. Me llama poderosamente la atención. Así es como creo que es la vía que conduce al cielo: dificultosa, con apariencia de inestabilidad, antigua… hay que caminar por ella con sumo cuidado, y es larga, y no vemos el final, a pesar de que sabemos lo que hay al otro lado. Podemos vivir en Nueva York, o en cualquier otra parte, pero si decimos “escalera exterior de incendios”, todos tenemos la misma imagen en la cabeza. Es una imagen reconocible, hablamos de lo mismo. La escalera en que pienso yo, se mueve tanto o más que la escalera que piense otro, chirría igual; y sin embargo, nos tenemos que aferrar a esta seguridad, y en cuyo final nos espera un cielo blanco, como el que presencio ahora, un cielo limpio, que lo cubre todo. A veces caen peldaños; a veces nos cansa; a veces nos parece más larga de lo que en realidad es. Algunos no pasan por ella jamás, aunque sepan qué hay al otro lado. Todos cabemos por ella, sólo es cuestión de dar el paso. Detrás de un cristal un pastel me habla: “Hola, soy Bob, el pastel de calabaza con queso”. Creo que va siendo hora de cambiar de aires.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tierras - La escalera al cielo