Estoy tan, pero tan orgulloso del arcoíris
Cinco razones por las que me encanta el arcoíris.
16 DE JULIO DE 2016 · 21:40
Me encanta el arcoíris.
Además de ser uno de los fenómenos naturales más bellos que hay en el mundo, es una señal de la multiforme gracia de Dios.
¿Por qué?
Déjame contestarte con cinco razones sacadas de Génesis 9:8-17.
1.- El arcoíris me recuerda que Dios es lleno de gracia
Nadie obligó a Dios a establecer un pacto con Noé. Entonces, ¿qué es lo que le impulsó al Señor a actuar así? Respuesta: la pura gracia de Dios. Dios tomó la iniciativa en establecer el pacto porque así le plació. Dice el Señor: “He aquí yo establezco mi pacto con vosotros” (v. 9). El pacto depende de la infinita gracia del Señor. De la misma forma, Dios estableció el Nuevo Pacto en Cristo Jesús según el puro afecto de su santa voluntad. El arcoíris me recuerda que Dios es lleno de gracia.
2.- El arcoíris me recuerda que Dios es bueno para con todos
En vez de centrarse exclusivamente en Noé, Dios estableció el pacto con sus hijos, con toda su descendencia y con la creación. “He aquí yo establezco mi pacto con vosotros y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra” (vv. 9-10).
Aquí vemos una clara muestra de lo que la teología protestante denomina la gracia común del Señor mediante la cual Dios derrama un sinfín de bendiciones sobre la humanidad y la creación que no son parte de la salvación. Hay una disposición generosa y bondadosa en el corazón de Dios hacia todo lo creado. En este sentido, el arcoíris me recuerda que Dios es bueno para con todos.
3.- El arcoíris me recuerda que Dios cumple sus promesas
Dios le hizo la promesa a Noé hace miles de años. Y aquí estamos y Dios ha cumplido su promesa al pie de la letra. “No exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (v. 11). Hasta el día de hoy, la tierra sigue en pie y no ha sido destruida por las aguas conforme a la promesa de Dios.
Dios se acuerda de lo que promete: “Me acordaré del pacto mío que hay entre mí y vosotros” (v. 15). Aunque pasen cien mil años más, la promesa del Señor seguirá siendo vigente porque Él no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta. El arcoíris me recuerda que Dios cumple sus promesas.
4.- El arcoíris me recuerda que Dios es soberano
¿Quién puede colocar el arcoíris en el cielo sin el Señor Dios Todopoderoso? ¿Acaso algún mortal como Noé podría subir al cielo y pintar un arcoíris? ¡Desde luego que no! Dios es soberano sobre los cielos y la tierra y puede hacer lo que quiere cuando quiere como quiere donde quiere. “Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra” (v. 13). Es Dios quien ubica el arcoíris en el cielo porque es el único Omnipotente. El arcoíris me recuerda que Dios es soberano.
5.- El arcoíris me recuerda a Jesús
Todos los pactos de Dios se cumplen en Jesucristo, el único Dios-hombre. Los pactos hechos con Noé, Abraham, los sacerdotes israelitas y con David señalan en dirección a Cristo. Jesucristo es el arcoíris que une el cielo con la tierra. “Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra” (v. 17).
Como bien nos explica el apóstol Pablo: “Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Fuera de Cristo, no podemos tener paz con Dios ni la seguridad de nuestra salvación. Pero en Él, somos hijos amados por causa de Cristo. Por esta razón el arcoíris me recuerda a Jesús.
Conclusión
Entonces, ¿por qué estoy tan pero tan orgullo del arcoíris? Porque me recuerda que Dios es lleno de gracia, que es bueno para con todos, que cumple sus promesas, que es soberano y por encima de todo, el arcoíris me llena de gozo porque me recuerda al Señor y Salvador Jesucristo.
Gracias, Señor, por tu precioso arcoíris.
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