Amando a una prostituta

El amor de Dios mediado por Cristo, es la cima de la revelación bíblica.

  · Traducido por Julian Esquinas

11 DE ENERO DE 2015 · 07:25

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No hubiera sido demasiado doloroso para Oseas si Dios simplemente le habría mandado tomar a Gomer (la ramera) como esposa y tener algunos hijos con ella. Eso no machaca a un hombre. Pero aquí está la parte difícil. El Señor le dijo: "¡Ámala, Oseas!" (Oseas 3:1).

Si separas esas palabras del resto del libro, suena como una orden tan dulce. ¿Qué podría ser más agradable que pedir a un hombre amar a una mujer? Sin duda, este sería el versículo preferido de muchos lectores de la Biblia. “¡Ámala, ámala, ámala!” ¡Qué bonito! Pero cuando comprendes este mandato dentro de su contexto, se convierte en una de las órdenes más horribles jamás formuladas. ¿Cómo puede un hombre común y corriente recibir tal mensaje? ¿Qué habrá sentido Oseas? ¿Puede la suerte de cualquier mortal ser peor que esto? ¿Cómo podría Oseas amar y casarse con una prostituta cargada de lujuria?

Si no hubiera sido Dios quien lo había mandado, Oseas tendría que haber concluido que este mandamiento era francamente pecaminoso y malvado. ¿Cómo podría alguien pedirle esto a un hombre? Esto fue pasarse de la raya. ¿No sabía el Todopoderoso cuánto dolor y daño estaba implícito en este decreto?

Sin embargo, el esplendor de este mandato ‘francamente pecaminoso y perverso’ es que muestra lo que Dios siente por nosotros. Esto es lo que Dios hace. Él se ordena a sí mismo amarnos por el bien y la gloria de Cristo. ¿Cómo pudo amarnos? Nosotros somos las prostitutas de esta historia. Somos Gomer. Somos la esposa de Oseas.

Esta verdad nos debe sacudir en lo más íntimo de nuestro ser. ¿No se nos revuelven las entrañas? Dios nos ama. A pesar de todo el odio, la frialdad, el castigo y la maldición que merecemos recibir por nuestras incesantes fornicaciones, el Señor todavía tiene misericordia de nosotros.

Algunos piensan que la doctrina del amor divina significa que el Señor es un Dios débil. Pero la clase de amor del que se habla en el libro de Oseas es el tipo más poderoso de amor que ha conocido la historia. Es un fuego más feroz que las llamas del mismísimo infierno. ¿Cómo puede ser posible un amor tan eterno? Va más allá del entendimiento humano. Es tan irresistible, tan soberano y tan colosal.

Este amor debe ser la gloria de todo cristiano. Es una fuerza que vence toda resistencia. El amor de Dios mediado por Cristo es la cima de la revelación bíblica. Aunque podamos quizás sentirnos disgustados por el amor de Oseas hacia la prostituta, es necesario tener en cuenta que somos las prostitutas.

Dios me ama. Dios te ama. Dios ama a Gomer.

Y caemos al suelo, asombrados, en señal de gratitud…

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Brisa fresca - Amando a una prostituta