Lo extraordinario y lo singular de cada persona

A lo largo de mi vida, como te puedes imaginar, he hablado con miles de personas de todos los trasfondos sociales y culturales y he podido observar, en casi todas ellas unos rasgos y unas cualidades únicas y en muchos casos especialmente llamativas, sin que apenas ellas mismas se dieran cuenta de los dones, virtudes y habilidades que poseen naturalmente en su manera de ser, hablar y actuar. No es difícil descubrir en cada persona que voy conociendo un poco más en profundidad a través de una relación más continua, un no sé qué, como podría describirlo exactamente; pero te transmiten muchas cosas buenas, como por ejemplo, paz, seguridad, entusiasmo, esperanza, optimismo, fe y un sinfín de impresiones muy positivas; como dicen los jóvenes de hoy en día, "te transmiten buen rollo". Pero es algo más que buen rollo, es una especie de magnetismo que te impregnan con sus palabras, sus gestos y sus miradas. Claro que cualquiera puede pensar u objetar, que no todo el mundo es lo que parece, y yo también digo, desde luego que no. Pero entresaquemos lo precioso de lo vil, como nos enseñan las Escrituras. De lo que se trata es de ver en cada ser humano muchos de los reflejos de la imagen de Dios en ellos. Una de las armas favoritas del diablo contra los seres humanos es hacerles sentirse miserables e indignos, aún de la misericordia de Dios y del aprecio de los demás y esto resulta en una trampa mortal para muchos que los aleja todavía mucho más de este buen Dios que los ama tantísimo (esta misma sensación es la que induce a muchas personas a suicidarse). Otra cuestión, sería hablar de la obra del Espíritu Santo en la conciencia humana, pero dejemos esta acción soberana y exclusiva al buen hacer de Dios. Finalmente lo que quiero destacar, es que tú querido/a hermano/a o amigo/a que me estás leyendo eres indiscutiblemente único/a para Dios y también lo eres para los demás, tú eres alguien irreemplazable y aunque no te lo quieras creer del todo, te aseguro que transmites algo que no lo puede transmitir nadie más que tú. Por lo tanto, descubre la mejor versión de ti mismo/a en la persona de Jesucristo, que es el modelo a seguir e imitar en todos los aspectos de la vida.