Por fin, una biografía completa de Salinger

De El guardián entre el centeno se han vendido sólo en Estados Unidos sesenta millones de ejemplares.

30 DE NOVIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Jerome David Salinger saltó a lo más alto de la literatura norteamericana, y luego universal cuando en 1951 publicó la primera versión en inglés de la novela que lo haría famoso, EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO. Desde que fue encumbrado por la crítica literaria hizo lo que pudo por pasar inadvertido. Jamás concedió una entrevista. No permitía que lo fotografiaran. Exigió que eliminaran su retrato de todas las ediciones de la novela. Se instaló en un pueblo de Vermont, comía en restaurantes, utilizaba bicicleta en lugar de coche. No leía las críticas que le llegaban. Contradictorio y extraordinariamente complejo. Con todo, de Salinger se sabía más de lo que a él le hubiera gustado ocultar. Nació en Nueva York el 1 de enero de 1919 y murió el 27 de enero del 2010. Había cumplido 91 años. Era hijo de padre judío y madre protestante. Estudió en las Universidades de Nueva York y Columbia y siguió cursos en una academia militar. Durante la segunda guerra mundial ejerció como oficial de inteligencia. Fue uno de los miles de norteamericanos que desembarcaron en las playas de Normandía en junio de 1944 con la intención de liberar Francia del dominio alemán. Salinger se casó tres veces. La primera fue con la alemana Sylvia Welter. Al regresar de Europa el padre de Salinger descubrió que la mujer había trabajado para la Gestapo, al servicio de Hitler. Una mañana, en la mesa del desayuno, le dejó un billete de avión con destino a su país y deshizo el matrimonio. La segunda esposa fue Claire Douglas, con la que tuvo dos hijos. Su tercera esposa, quien estuvo a su lado hasta la muerte del escritor, fue la enfermera Calleen O´Neill. “Era un ligón incorregible –dicen quienes han estudiado su vida-. “Le atraían mujeres muy jóvenes y sexualmente poco experimentadas. Entre otras cosas, porque era menos probable que quisieran mantener relaciones íntimas y descubrieran su defecto genital”. Era rumor muy esparcido que el autor sólo tenía un testículo. Verdad o mentira, engendró hijos con quienes fueron esposas “oficiales”. Se sabe que mantuvo relaciones durante seis años con Jean Miller, a la que conoció cuando ella sólo tenía 14 años. También estuvo unido sentimentalmente a otra mujer muy joven, Oona O´Neill, hija del Premio Nobel de Literatura, dramaturgo famoso, Eugene O´Neill. Oona abandonó a Salinger y cayó en los brazos de otra celebridad, Charles Chaplin, Charlot. Ella tenía entonces 18 años; él 54. El matrimonio se instaló en Suiza, donde tuvieron 8 hijos, entre ellos una actriz muy conocida y querida en España, Geraldine Chaplin. Los intentos por biografiar la vida de Salinger han sido continuos, aunque con poca fortuna. En 1986 logró que sus abogados impidieran legalmente el intento de Ian Hamilton por publicar una biografía que utilizaba material no autorizado. En mi libro LOS INTELECTUALES Y LA RELIGIÓN explico que se pagaron grandes sumas de dinero para llegar hasta Salinger y descubrir a qué dedicaba realmente su vida. En 1998 fue su propia hija, Margaret, quien le dio un golpe bajo contando por un puñado de dólares algunas intimidades de su progenitor. Dijo que en ocasiones desvariaba, que era adicto a la filosofía Zen, al budismo y a la Iglesia de la Cienciología, que tenía inclinaciones sadomasoquistas. Rumores. Abejorreos de insectos sin pruebas creíbles. Mathew Salinger, hermano de Margaret, salió en defensa del padre y en artículos de prensa denunció la burda maniobra de Margaret por el daño que hacía al escritor. Un año después Paul Alexander publicó otra biografía en la que nada dijo que no se supiera. A éstos supuestos investigadores se unió Joyce Maynard, quien siendo adolescente había mantenido una relación sentimental con el escritor, al igual que lo hicieron otras “lolitas”. Las memorias de esta muchacha pasaron sin penas ni glorias. No influyó, en absoluto, en la popularidad que gozaba el autor de EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO. Ahora llega a las librerías una biografía que parece ser definitiva. Dos autores, Shane Solerno y David Shields afirman que han empleado diez años en la investigación y redacción de la obra e invertido millón y medio de euros en el trabajo. Como título del libro, que ha sido complementado con un documental sobre la figura del escritor, es simplemente SALINGER. La biografía consta de 600 páginas, incluye más de 200 entrevistas realizadas con testigos de la vida de Salinger durante los últimos nueve años que pasó en la tierra. Un total de 175 fotografías ilustran el texto. “Los autores –se afirma- han efectuado un rastro por los diarios de Salinger, aportando además una variedad de documentos públicos y privados, así como algunas cartas perdidas”. SALINGER está arrasando en Estados Unidos, al tiempo que se trabaja en la traducción a las más importantes lenguas leídas. Nada de extraño. De la obra que lo lanzó a la celebridad, especialmente entre los jóvenes, se han vendido sólo en Estados Unidos sesenta millones de ejemplares, y cada año se imprimen otros 250.000. Esta novela, EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO, se ha considerado como “un milagro en prosa que dotó de voz a la angustia universal de la adolescencia como jamás lo había hecho antes ninguna obra literaria”. Holden Caulfield, personaje principal de EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO, es un joven de 17 años que cautiva y enternece. Lo tiene todo, padres ricos, colegios caros, es atractivo, tiene éxito entre las chicas, es un niño bien. Pero en su adolescencia se siente defraudado de sus padres, sus profesores, se encierra en sí mismo para defenderse de un mundo exterior que no le comprende. A mi entender, una de las partes más realistas de la novela se encuentra en el capítulo 24, cuando el señor Antolini, en un magistral discurso, alerta al joven Holden del precipicio en el que está cayendo. Harold Bloom, crítico literario de prestigio, resume la novela de Salinger diciendo que es el símbolo de una juventud perdida, vacía por dentro, sin sueños y sin ilusiones, sin metas y sin objetivos, que se mueve al compás del viento, sin importarle de dónde viene ni adonde va. Pudiera ser.

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