Camus, una muerte absurda

Alberto Camus, que tantas veces había escrito sobre lo absurdo de la vida, murió de manera también absurda.

15 DE NOVIEMBRE DE 2013 · 23:00

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El pasado 5 de noviembre se cumplieron cien años del nacimiento de Alberto Camus, el escritor más lúcido de Francia en la primera mitad del pasado siglo, Premio Nobel de Literatura. Periódicos y revistas de varios países, entre ellos el español EL PAÍS, están dedicando artículos y ensayos a recordar la figura del autor de LA PESTE. También lo está haciendo Protestante Digital en una serie de la que esta es la segunda entrega. UNA MUERTE ABSURDA Alberto Camus, que tantas veces había escrito sobre lo absurdo de la vida, murió de manera también absurda. Toda muerte es dolorosa y es penosa la destrucción de un cuerpo aún lleno de vida y querido por los millones que habían leído sus libros. La tragedia ocurrió el domingo 3 de enero de 1960. Camus salió de Lourmarin, en la Provenza francesa, a 755 kilómetros de París en un potente automóvil Facel Vega, de tipo deportivo, conducido por su editor y amigo Michel Gallimard. En el asiento trasero viajaban la esposa de Gallimard, Janine, una hija de ésta, Anne, de 18 años y el perro de la familia, un precioso skye terrier. La idea de los viajeros era cubrir los 755 kilómetros que los separaban de París en dos etapas. En un pequeño albergue de Thoissey, cerca de Macon, cenaron y durmieron aquella noche. A la mañana siguiente reemprendieron el viaje. Hacia el mediodía pararon de nuevo en Sens, a orillas del Yonne, en el departamento del mismo nombre. Después de comer iniciaron la última etapa del viaje. Pensaban llegar a París a la caída de la tarde. Por Villleblevin el automóvil enfiló una carretera amplia, plana y recta, bordeada de muchos árboles. Michel Gallimard conducía tranquilo. Junto a él iba Camus, con el cinturón de seguridad sin abrochar. Las dos mujeres descansaban en sus asientos. Por causas que nunca se aclararon suficientemente, el coche derrapó, chocó contra un árbol y a continuación quedó empotrado contra otro. El cuerpo de Gallimard fue proyectado fuera del vehículo. Sangraba abundantemente. Su esposa se hallaba cerca de él, menos herida. La joven Anne quedó tendida a unos veinte metros del coche. Las mujeres se recuperaron pronto. Camus murió en el acto. Quedó con la cabeza incrustada en el cristal de la puerta delantera. Tardaron dos horas en sacar su cuerpo del montón de chatarra a que quedó reducido el automóvil. Testigos presenciales afirmaron que sus ojos tenían una expresión de horror. El ideólogo del absurdo encontró la muerte en un accidente absurdo. La vida tiene a veces esta amarga ironía. El mundo de las letras se conmocionó al conocer la noticia.La prensa, la radio y la televisión dedicaron amplios y continuos espacios al malogrado premio Nobel. Camus había muerto cuando su obra literaria no había empezado aún, tal como declaró a un periodista tres días antes del choque fatal. Las investigaciones realizadas tras el accidente indicaron que el cuentakilómetros del coche marcaba 145. ¿Conducía Gallimard a esa velocidad? El reloj quedó parado en las 13,54, hora probable del accidente. Los periodistas especularon cuanto quisieron. Se dijo que los neumáticos del coche estaban gastados, que Gallimard conducía con imprudencia, que no revisaba la mecánica del coche con regularidad, que el asfalto estaba resbaladizo a causa de la lluvia caída en los primeros días del año… Al no poder evitar la muerte, los humanos hallan cierto alivio explicándola. Aunque no entiendan el porqué ni el para qué. Inmediatamente después de su muerte se iniciaron homenajes a la memoria de Camus. En Francia, en los países europeos de los dos bloques, en Estados Unidos, en las repúblicas de América Latina, en Asia y en África. La órbita humana se sentía lacerada en lo hondo del alma. Con la muerte de Camus se había perdido al escritor más puro del siglo, heredero de una línea de pensadores para quienes la existencia del hecho moral justificaba el don de la vida. Uno de los primeros en destacar la importancia de su persona y de su obra fue el entonces ministro de cultura de Francia André Malraux, intelectual de reconocida talla y amigo íntimo del escritor. Ante el féretro donde se hallaba el cadáver todavía caliente de Camus, Malraux dijo: “Desde hace más de veinte años la obra de Camus ha venido siendo inseparable de su obsesión por la justicia. Saludamos a uno de ésos por quien Francia está presente en el corazón de los hombres”. A su muerte, Alberto Camus tenía 47 años. Había nacido en Mondovi, departamento de Constantina, en Argelia, el 7 de noviembre de 1913. Procedía de una familia muy humilde. “Nací pobre –dice en EL REVÉS Y EL DERECHO- en un barrio obrero, pero no sabía lo que era la verdadera desgracia hasta que conocí nuestros fríos arrabales… Para corregir una indiferencia natural, fui situado a media distancia entre la miseria y el sol. La miseria me impidió creer que todo está bien bajo el sol y en la historia; el sol me enseñó que la historia no lo es todo”. Más tarde diría: “Yo no he aprendido la libertad en Marx; la he aprendido en la miseria. Quince mil francos al mes, y Tristán no tiene ya nada que decirle a Isolda”. Al morir deja una obra de colosales dimensiones. Entre los libros más conocidos figuran estos, que no son todos: NOVELAS Y RELATOS LA MUERTE FELIZ (La mort heureuse) (1937). EL EXTRANJERO (L´étranger) (1942) LA PESTE (La peste) (1947) LA CAÍDA (La chute) (1956) EL EXILIO Y EL REINO (L´exil et le royanume) (1957) OBRAS TEATRALES CALÍGULA (Calígula) (1944) EL MALENTENDIDO (Le malentendu) (1944) ESTADO DE SITIO (L´état de siège) (1948) LOS JUSTOS (Les justes) (1950) LOS POSESOS (1959) ENSAYOS BODAS (Noces) (1939) EL MITO DE SÍSIFO (Le mythe de Sisyphe) (1942) CARTAS A UN AMIGO ALEMÁN (Lettres à un ami allemand) (1948) EL HOMBRE REBELDE (L´homme révolté) (1951) EL VERANO (L´Été) (1954) REFLEXIONES SOBRE LA GUILLOTINA (Réflexions sur la guillotine) (1957) Centenares de artículos escritos principalmente en periódicos de Argelia y de Francia, volúmenes de crónicas escritas entre 1939 y 1958, cuadernos con anotaciones diarias, un tomo bellísimo de carácter autobiográfico en el que trabajaba en el momento de su muerte, publicado posteriormente con el título EL PRIMER HOMBRE y otras muchas piezas literarias.

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