Cien años de Miguel Hernández (V)

Miguel Hernández nació en Orihuela, provincia de Alicante, el 30 de octubre de 1910. Este otoño se cumple el primer centenario de su venida a la tierra. La cultura española está preparando, desde el año pasado, una serie de actos encaminados a honrar la figura del poeta a quien las cárceles de Franco y la tuberculosis contraída en ellas acabaron con su vida el 28 de marzo de 1942."/>

La fe de Miguel Hernández

Cien años de Miguel Hernández (V)

Miguel Hernández nació en Orihuela, provincia de Alicante, el 30 de octubre de 1910. Este otoño se cumple el primer centenario de su venida a la tierra. La cultura española está preparando, desde el año pasado, una serie de actos encaminados a honrar la figura del poeta a quien las cárceles de Franco y la tuberculosis contraída en ellas acabaron con su vida el 28 de marzo de 1942.

03 DE JULIO DE 2010 · 22:00

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PROTESTANTE DIGITAL ha querido recordar la figura del poeta mediante una serie de artículos que analizan su vida y sus creencias religiosas. Este es el quinto y último. Quienes pretenden conservar la imagen de un Miguel Hernández católico hasta el final utilizan como argumento el de su boda católica, realizada 24 días antes de su muerte. Pero los biógrafos de Miguel concuerdan en que fue una boda forzada por las circunstancias. Al no estar casados católicamente, las visitas de Josefina al enfermo eran muy difíciles. Además, puesto que el nuevo régimen anuló todos los matrimonios civiles, a Miguel le preocupaba la situación en la que iba a quedar Josefina. Miguel Hernández, inmóvil en el lecho, con las facultades reducidas al mínimo, ni tomó parte en el rito ni entendió las palabras del cura. Es más: días antes, cuando Josefina le preguntó si era voluntad suya casarse por la Iglesia, le contestó por escrito: “De lo que me dices de si es por voluntad mía o no, te digo que no. Lo que para mí es una gran pena, para ti es una gran alegría”. No es cierto que la muerte moviera a Miguel de sus convicciones
 
anticlericales.
Ser anticlerical en España no ha significado necesariamente ser ateo, como ha pretendido durante siglos la Iglesia católica. Grandes figuras de las generaciones literarias del 27 y del 98 fueron anticlericales, pero creyentes en la inmanencia y trascendencia de Dios. Las cárceles y los sufrimientos que marcaron su vida no lograron matar en Miguel Hernández su fe en Dios, aunque renegara de la religión impuesta y heredada. Aquella oración de “El silbo del dale”, en la que coloca a Dios como brújula de su destino, no le abandonó jamás:
Dale, Dios, a mi alma, hasta perfeccionarla. Dale que dale, Dios, ¡Ay!, hasta la perfección.
Cuando su amigo y hermano de alma Ramón Sijé murió prematuramente a la edad de 22 años, Miguel Hernández compuso una elegía que algunos críticos consideran como “una de las cimas de la literatura española en ese género funeral”. En este poema alienta la esperanza en la vida eterna y en la resurrección de los muertos:
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas De los enamorados labradores.
Todos. Todos los que nos vamos volveremos un día al huerto y a la higuera, al brotar de las flores y al trinar de los pájaros, a los arrullos de las rejas y al cantar de los enamorados. Todos. Miguel Hernández, también.
Artículos anteriores de esta serie:
 1Miguel Hernández, hijo de la luz y de la sombra 
 2Miguel Hernández, el «pastor poeta» y soldado 
 3Miguel Hernández y la religión 
 4Anticlericalismo en Miguel Hernández 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - La fe de Miguel Hernández