El gigante dormido

En mi último artículo escribí sobre la reciente publicación de LOS QUE LE LLAMÁBAMOS ADOLFO, biografía cálida, intimista y cariñosa del ex presidente Adolfo Suárez escrita por quien le conoció siendo él niño, el periodista y escritor Luís Herrero, actualmente diputado en el Parlamento Europeo por el Partido Popular.

24 DE NOVIEMBRE DE 2007 · 23:00

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Tal como dije entonces, las dos figuras más destacables de la transición política que tuvo lugar en España, pasando de la dictadura franquista a la democracia en la que ahora vivimos, fueron Adolfo Suárez y Juan Carlos, rey de España. Al rey le dediqué mi primer comentario al libro. Aquí trato de Adolfo Suárez. Tras unas pinceladas biográficas me centro en el inicio y desarrollo de la enfermedad que le tiene dormido en vida: el alzheimer. Adolfo Suárez nació en Cebreros, provincia de Ávila, el 25 de septiembre de 1932. En la Universidad de Salamanca estudió la carrera de Derecho. Su vida política, en los comienzos, estuvo vinculada al Movimiento Nacional, en el que ocupó diversos cargos. En 1968 fue nombrado gobernador civil de Segovia. De aquí pegó un salto a Televisión española, siendo director general del Ente entre 1969 y 1973. Ejerció dos años, 1973 -1975 como presidente de la Empresa nacional de turismo. En años posteriores ocupó sucesivamente la vicesecretaría y la secretaría general del Movimiento, esta última tras la muerte de Franco. En julio de 1976 Suárez alcanzó la cima del poder al ser llamado por el rey para formar Gobierno. Dirigió entonces la reforma política y fundó el partido Unión de Centro Democrático. En las elecciones de junio 1977 su partido obtuvo la mayoría absoluta, con lo que continúo al frente del Gobierno. En mayo de 1980 una moción de censura le dejó en minoría en el Gobierno. El 29 de enero de 1981 dimitió de su cargo como jefe del Gobierno español. Hizo un nuevo intento por acercarse al poder. En julio de 1982 fundó un otro partido político, Centro Democrático y Social (C.D.S.), pero el electorado no le respondió. A raíz de este fracaso se retiró definitivamente de la política. Luís Herrero confirma en su libro la versión que han dado otros biógrafos e historiadores sobre la caída de Adolfo Suárez, “la conjura y la traición” de sus propios colaboradores, hombres a los que él había aupado a un primer plano. Nada nuevo. Ya conspiraron contra el mismo Dios los que le debían la vida y la libertad, como lo atestigua David en el segundo salmo. Amparo Illana, esposa de Suárez, murió de cáncer. Años después murió su hija Miriam de la misma enfermedad. Suárez sufrió la muerte de la esposa, hecho que le sumió en una profunda depresión. De la muerte de la hija no se enteró. El alzheimer le tenía ya fuera de este mundo. Ningún biógrafo de Suárez ha escrito con tanta minuciosidad, con tanta precisión, con tanto detalle sobre su enfermedad como lo hace Luís Herrero en LOS QUE LE LLAMÁBAMOS ADOLFO. Cuenta que la primera vez que advirtió que Suárez luchaba contra la desmemoria fue en abril de 2003. “Algunos vasos sanguíneos que llevan sangre al cerebro se le empezaron a romper a consecuencia del insoportable dolor que padecía, provocando la muerte de células nerviosas cerebrales, -cuenta Herrero-. Acababa de empezar, sin que nadie lo supiera, la enfermedad degenerativa irreversible que acompañaría a Adolfo durante los últimos años de su vida”, concluye el autor. ¡El alzheimer! Esta enfermedad la padecen actualmente 600.000 españoles. Es el mismo mal que atacó al escultor Eduardo Chillida, al actor Juanjo Menéndez, al político y- amigo íntimo de Suárez- Enrique Fuentes Quintana, al actor norteamericano Charlton Heston, a la actriz Rita Hayworth, al ex –presidente de Estados Unidos Ronald Reagan y a otras muchas personalidades conocidas. Estos días, el ex –presidente de la Generalidad de Cataluña, Pascual Maragall, ha comparecido en la televisión para declarar que lleva tiempo en tratamiento y que no quiere ocultar más que es víctima de la enfermedad. Recientes datos aportados por científicos especializados aseguran que la enfermedad de Alzheimer triplicará su incidencia en los próximos cincuenta años. En el mundo, un cinco por ciento de los mayores de 65 años padece la enfermedad, y en torno al veinte por ciento de los mayores de 80 años. El noventa y cinco por ciento de los casos aparece pasados los 65 años, el diez por ciento a partir de los 70, y el cuarenta por ciento en los mayores de 80 años. El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia en Europa. Ahora mismo, según su hijo Adolfo, el padre no conoce a nadie. Sólo responde a estímulos afectivos. Atacado por la enfermedad, Luís Herrero cuenta que el otrora hombre fuerte de la política española suele levantarse de la silla “y comienza a dar vueltas sin parar alrededor suyo, pronunciando frases sin sentido. Sólo los más fuertes-agrega- sobrevivieron al impacto de verle de ese modo. La mayoría, descorazonados y tristes, prefirieron dejar de ir a visitarle para ahorrarse un mal trago que consideraban superior a sus fuerzas”. El gigante no está muerto. Sólo dormido. Adormilado. Todo el que nace crece, envejece, enferma y muere. Y según la Biblia, “no valen armas en tal guerra” (Eclesiastés 8:8).

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