Desertificación o desertización

En estos días se celebra en Madrid la octava conferencia del Convenio de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. Su principal objetivo es adoptar medidas que mitiguen este grave problema ambiental. Intervienen unas dos mil personas en representación de doscientos países.

07 DE SEPTIEMBRE DE 2007 · 22:00

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Desertificación y desertización expresan una misma idea: «La transformación en desierto de amplias extensiones de tierras fértiles». No sé porqué desertización me sugiere algo que escapa al control humano, mientras que desertificación me hace pensar en actos casi deliberados, “construir desierto”. Este fenómeno tiene dos orígenes principales: Las variaciones climáticas por un lado y las actividades humanas hechas de manera inadecuada, por otro. Desertificación o desertización —como cada uno quiera— no es la extensión de los desiertos ya existentes sino la nueva degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y secas. Es de vital importancia pues afecta a un tercio de la superficie terrestre y a mil doscientos millones de personas especialmente en África. Con toda probabilidad en los próximos años más de ciento treinta y cinco millones de personas tendrán que emigrar por esta causa y, como consecuencia, se producirá un rápido crecimiento de barriadas pobres en las grandes ciudades. La cuenca mediterránea es una de las más afectadas y en España casi el treinta y seis por ciento de su superficie está bajo tal amenaza real. Las causas son muy diversas y van desde los incendios de bosques, la deforestación y la erosión del suelo hasta la sobreexplotación agrícola y de los recursos hídricos, sin olvidar la pérdida de terrenos fértiles y las prácticas de riego defectuosas. Por más que uno lea y relea la instrucción divina de sojuzgar la tierra y ejercer dominio sobre el mundo animal y vegetal, no aprecia ninguna autorización para que la humanidad pueda degradar con impunidad la creación de Dios. Más bien todo lo contrario. Pese a confiar en que nada escapa al control último de Dios es inevitable la preocupación al ver que, pese a la sucesión de estas conferencias bianuales, no se formulan medidas de verdad eficaces y las que se adoptan son aplicadas de forma arbitraria y escasa. Aunque con un punto de escepticismo es exigible que, de una vez por todas, los gobiernos tomen en serio este asunto y actúen con decisión para que al final no salgan perjudicados los de siempre.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cartas de un Amigo - Desertificación o desertización