Los salmos mesiánicos

Estudio Bíblico: Lírica Bíblica: (I): Salmos mesiánicos dejaron señales claras para identificar al mesías cuando apareciera.

24 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 16:00

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Detrás de Job aparece en la Biblia el libro de los Salmos. Su género resulta muy difícil de determinar y es así porque en ellos lo mismo encontramos textos sapienciales que profecías o himnos que, muy posiblemente, se utilizaban durante las grandes festividades en el templo de Jerusalén.

En realidad, si se tienen en cuenta todos esos aspectos, los Salmos deberían encuadrarse en el seno de la poesía y por ello los hemos calificado como lírica bíblica, un género al que también, como veremos en su día, pertenece el Cantar de los Cantares.

La temática de los Salmos es muy variada como iremos viendo en sucesivas entregas. En esta primera, nos vamos a detener en Salmos que se denominan mesiánicos porque van referidos al mesías.

Entre ellos, se encuentra el Salmo 2 donde, de manera bien reveladora, se hace referencia (v. 2) a YHVH y a su mesías; se indica (v. 7) que el mesías es Hijo de Dios y se ordena (v. 12) honrad a ese Hijo.

Otro ejemplo es el salmo 16 cuyo versículo 10 contiene una referencia clara a que el mesías no sería abandonado en el ámbito de los muertos ni su cuerpo experimentaría corrupción, una afirmación que los primeros cristianos (Hechos 2: 25-6) identificaron con la resurrección de Jesús al tercer día antes de que su cuerpo pudiera corromperse.

O el salmo 22 – recitado por Jesús en la cruz - donde se anuncia cómo taladrarían las manos y los pies del mesías (v. 16) y cómo se repartirían sus vestiduras echando sobre ellas suertes, episodios ambos que se cumplieron en la crucifixión de Jesús (Mateo 27: 35).

O el salmo 34: 20 donde se indica que sus huesos no serían quebrantados, una profecía reconocida en Jesús en Juan 19: 31-37.

O el salmo 41 cuyo versículo 9 indica como el traidor sería alguien cercano al mesías que habría compartido el pan con él, como, efectivamente, pasó con Judas (Lucas 22: 48).

O el salmo 69 cuyo versículo 9 profetizaba que el mesías sentiría como lo consumía el celo por la casa de Dios – una profecía que Juan 2: 17 atribuye a Jesús cuando realizó la purificación del Templo – y como, según el v. 8, los hijos de la madre del mesías lo tendrían como extraño, otra profecía cumplida en Jesús cuyos hermanos, es decir los hijos de su madre, no creyeron en él (Juan 7: 1-5).

O el salmo 110 en el que el mesías era llamado mi señor por David (v. 1) dejando así de manifiesto su superioridad sobre el importante rey de Israel.

O el salmo 118 cuyos versículos 22 y 23 indican que el mesías, piedra sobre la que se levantaría todo, sería rechazado mayoritariamente por su pueblo, Israel.

Éstos son sólo algunos ejemplos de cómo los Salmos dejaron señales claras para identificar al mesías cuando apareciera y, de manera bien relevante, también nos permiten ahondar en su psicología especialmente en su calidad de mesías-siervo.

 

En las próximas entregas tendremos más oportunidades de extendernos sobre este extraordinario libro.

 

Lecturas recomendadas: Salmo 2; Salmo 22; Salmo 69; Salmo 110.

Continuará

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - La voz - Los salmos mesiánicos