Una lectura para el verano

El verano es para descansar, pasársela bien y disfrutar con actividades distintas a las cotidianas. Sí, pero lo anterior no tiene porque ser incompatible con dedicar un tiempo en la temporada vacacional a la lectura. Por mi parte regreso a una de las secciones que más me fascinan de la Biblia, el libro Hechos de los Apóstoles.

01 DE AGOSTO DE 2009 · 22:00

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Tengo muchos comentarios sobre Hechos, y cuatro de ellos son consulta obligada para preparar la dirección de estudios bíblicos y/o exposiciones que me corresponde hacer sobre la mencionada porción neotestamentaria: el de F. F. Bruce (cuya versión castellana fue publicada por Nueva Creación), el de Justo González (Ediciones Kairós), el de John Stott, que hasta donde sé no ha sido traducido a nuestra lengua; y el de Ben Whitherington III (The Acts of the Apostles. A Socio-Rethorical Commentary). En estos días me ha sido de gran bendición leer una obra sobre Hechos que no es un comentario clásico, sino que más bien se trata de un ensayo, en el que su autor nos lleva por la sección del Nuevo Testamento mediante ejes temáticos. La obra es de Michael Green, de quien es posible conseguir varios de sus libros en castellano, como por ejemplo La evangelización en la Iglesia primitiva y La iglesia local, agente de evangelización; sólo por mencionar dos que son medulares. Como un eco del libro que escribiera John Reed (Diez días que estremecieron al mundo, recuento puntual de las jornadas que tuvieron su desenlace en la Revolución bolchevique); Green titula el suyo Thirthy Years that Changed the World. The Book of Acts for Today. No se trata de hacer un traslado mecánico de cómo enfrentaron los primeros cristianos las condiciones que les tocaron vivir, sino de seguir paso a paso su caminar para encontrar pistas y principios válidos para las iglesias cristianas de hoy. En el primer capítulo nos dice por qué las tres décadas que van del año 33 al 64 d. C. son tan cruciales para la historia del mundo. En ese lapso nace un nuevo movimiento, la Iglesia cristiana, y en esos treinta años tiene suficiente crecimiento y credibilidad como para llegar a ser la mayor religión que el mundo había visto y cambiar las vidas de millones de personas. En el segundo capítulo hace un brillante resumen de lo que llama “puentes y zanjas en las sociedad del primer siglo”, e ilustra las fuerzas socioculturales favorables y contrarias para la expansión de la fe cristiana. El tercer apartado es una descripción fresca de Lucas, quien escribió casi un tercio del Nuevo Testamento, y sus amigos. Por supuesto que lo mejor es leer directamente el libro de Michael Green, pero de alguna manera los lectores que deseen embarcarse en un viaje similar al realizado por el teólogo, pastor y evangelista, pueden dedicarse a recorrer Hechos y tratar de responder las mismas preguntas que se hizo Green, y que dan título a los capítulos 4 al 15 del libro:
  • ¿Cuál fue el acercamiento (evangelístico) de los primeros cristianos?
  • ¿Cuál fue su estilo de vida?
  • ¿Cuál fue su mensaje?
  • ¿Qué de su apologética?
  • ¿Cuáles fueron sus métodos?
  • ¿Cómo plantaron iglesias?
  • ¿Cómo fue su cuidado pastoral?
  • ¿Cómo fue la vida de la Iglesia?
  • ¿Características del liderazgo?
  • ¿Cómo encararon las dificultades?
  • ¿Y el rol del Espíritu Santo?
  • ¿Cuáles fueron sus prioridades?
Los hombres y mujeres de la Iglesia primitiva no son tan distintos de nosotros, y por lo mismo adentrarnos en sus fortalezas y debilidades nos abre horizontes para proseguir con nuestras vidas la escritura del capítulo 29 de Hechos (sí ya sé que en el Nuevo Testamento termina en el capítulo 28), porque la historia continúa y nosotros somos parte de ella.

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