Lodos de aquellos polvos inquisitoriales

A muchos no les gusta que uno diga que se les advirtió sobre el peligro de su carencia de análisis, y la consecuente fragilidad de sus conclusiones alegres. Pero, a veces, debemos recordar la advertencia hecha, sobre todo cuando el asunto toma el camino visualizado y advertido. Y no es que se posea un especial don de clarividencia, sino que con las herramientas disponibles para diseccionar un tema es muy probable trazar el desarrollo del tópico analizado.

02 DE FEBRERO DE 2008 · 23:00

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De nueva cuenta me encuentro en Chiapas, vine por una semana, con el fin de hacer una última visita de campo antes de terminar de redactar un libro cuyo título provisional es Protestantismo en los pueblos indios: el caso de Chiapas. Esta mañana del viernes primero de febrero desayuné en la ciudad que es puerta de entrada a las comunidades indígenas de Los Altos, San Cristóbal de Las Casas, y tuve una extensa conversación con el misionero de la Iglesia Reformada en América, Alonso Shreuder. Entre otras cuestiones charlamos del proceso editorial para publicar como libro su tesis de maestría, que trata sobre la historia del cristianismo evangélico en San Juan Chamula. Éste municipio es famoso por los casos de intolerancia religiosa y persecución contra los indígenas protestantes. Después del aludido desayunó me apresté para viajar a la capital chiapaneca, Tuxtla Gutiérrez, y durante el camino me ocupé en pensar acerca de mi artículo semanal para Protestante Digital. Ya instalado en el hotel, y mediante el servicio noticioso de ACPress.net, me enteré de lo afirmado por el papa Benedicto XVI en la sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antaño Santa Inquisición. La noticia me llevó a cambiar el tema de mi escrito, porque una de las reglas no escritas del periodismo es aprender a desarrollar eso que en inglés llaman timing. No podía dejar pasar la sentencia del Papa, quien de nueva cuenta sostuvo que “la única Iglesia de Cristo subsiste y permanece en la Iglesia Católica”. Nada nuevo para los decires del jerarca católico romano, pero que me llevó a un ejercicio de memoria acerca de dichos suyos del mismo talante. Es aquí donde me vino a la mente la frase que abre el presente artículo, eso de se los advertí. Ni modo, pero sí, se los dije, o más bien lo escribí. Cuando en el 2005 Joseph Ratzinger fue elegido el sucesor de Juan Pablo II, en el terreno del protestantismo que yo llamo ecuménico ingenuo, o ecuménico de buenos deseos aunque en Roma una y otra vez le den con la puerta en las narices, se manifestó su esperanza de que con Benedicto II se avanzaría en el diálogo entre las confesiones cristianas y que un gran teólogo (aunque a mí no me parecía que lo fuese) como Ratzinger tendría una supuesta especial sensibilidad para con los “hermanos separados”. Yo escribí que no sería así. En su momento dije por qué, y ello me valió un buen número de comentarios sobre mi supuesta postura recalcitrante contra la Iglesia católica y su nuevo Papa. Tenga el lector todo lo anterior como una explicación de por qué considero necesario “rescatar” del archivo de Protestante Digital lo escrito por mí hace casi tres años. Como yo no me ilusioné con Benedicto XVI, ahora que leo de nueva cuenta una vieja postura suya, no me siento desilusionado. Con tal perspectiva solicito al siempre generoso director de Protestante Digital, el entrañable Pedro Tarquis, que pegue cibernéticamente después de estas líneas dos artículos míos publicados en nuestra revista electrónica: “Papa medieval, continuidad conservadora” (número 78, 24/IV/2005), y “Ratzinger, guardián de la fe católica” (número 79, 1/V/2005). Y recuerden que se los dije. ARTÍCULOS ANTERIORES - “Papa medieval, continuidad conservadora” (número 78, 24/IV/2005) - “Ratzinger, guardián de la fe católica” (número 79, 1/V/2005).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Lodos de aquellos polvos inquisitoriales