Lutero: un hereje en la Nueva España (II)

Contundente y acucioso estudio es el de la doctora Alicia Mayer, que nos descubre el temor y repugnancia que tuvieron las autoridades y clérigos españoles a la posibilidad de que las tierras del Nuevo Mundo se contaminaran con la herejía luterana. La investigadora adelanta para los lectores de Protestante Digital una muestra de lo que en su libro, de próxima aparición, desarrolla a profundidad. A continuación la segunda parte de la entrevista que sostuvimos con la directora del Ins

24 DE JUNIO DE 2006 · 22:00

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CMG: ¿Fue eficaz la Inquisición? AM: Sí, fue muy eficaz, en el sentido de evitar la “contaminación herética”. Y cuando no tuvieron ya a quién perseguir, entonces se fueron por la parte de la censura moral, en contra de los blasfemos. El caso de los judíos es otro capítulo, ellos sí sufrieron los embates de manera más real. CMG: Su investigación analiza los sermones y panfletos teológicos en contra de Lutero, pero también estudia la pintura novohispana. Compártanos un poco de este tema. AM: En la pintura se manifiesta el asunto, también en los grabados. Tengo textos del siglo XVI que hablan de túmulos funerarios, por ejemplo, donde se le representaba a Lutero como sapo hinchado y debajo del túmulo en el que se representaba la majestad de Felipe II, aplastando a todos estos herejes. No tenemos la representación gráfica, la imagen, pero por testimonios escritos sabemos que existieron este tipo de manifestaciones artísticas. Algunos grabados, no muchos, no con el equivalente que se tienen en Alemania, pero sobre todo en la pintura se le representa como un personaje secundario pero presente. Además, es muy interesante que en el arte novohispano se le represente con su nombre. Al lado de la figura que está condenada y vilipendiada se escribe Martín Lutero. Nunca se trata de hacer un retrato fidedigno del reformador, pero es evidenciado como un símbolo en la iconografía colonial, y esto aparece repetidas veces. Tampoco es una barbaridad de veces, pero sí aparece repetidas ocasiones Lutero con su nombre. En otras obras de arte, en las que no aparece con su nombre, los sermones nos permiten concluir, o lanzar hipótesis, que el personaje está representado en otras pinturas aunque no aparece nombrado. Hay referencias explícitas de que Lutero fue convertido en dragón, en serpiente, en hidra, y eso se manifiesta repetidas veces donde los campeones católicos pisan a las serpientes, campeones católicos como la Virgen de Guadalupe, San Pedro, ángeles, el Papa, San Ignacio de Loyola (que aparece mucho en la iconografía). Por los sermones sabemos que la simbología icónica, como la dicha antes, es una representación de Martín Lutero. Este es un tópico interesante, ya que mediante el arte se quería informar al pueblo de la herejía luterana. CMG: ¿Algunas de las obras de Lutero llegaron a Nueva España? AM: Dedico un capítulo completo a buscar estos libros. Es curioso, son contadas con los dedos de la mano las obras que llegan de Lutero, y menos aún son las citas directas a las fuentes de Lutero. Porque el Consejo de Indias, desde España, bloqueaba la salida de las obras, y lo hacía de manera espectacular. Tengo registros de no más de tres o cuatro obras que llegaron a manos de personas que las tuvieron en sus bibliotecas, y que inmediatamente fueron confiscadas. Pero no es una cifra apabullante, funcionó bien el cordón sanitario, en cuanto a la expurgación de los libros de Lutero. Solamente un autor, uno sólo, de toda la obra que consulté, nada más uno, que es Juan de Palafox y Mendoza, que además venía de España cita directamente a Lutero. Los demás, todos, son estudios a través de los grandes teólogos del momento, como Francisco Suárez, Roberto Bellarmino, Alfonso Castro y el padre Rivadeneyra. De ellos tomaban todas las referencias de Lutero, para criticarlas. Entonces se puede decir que en la Nueva España no hubo una circulación de las obras de Lutero, y tampoco una consulta directa. Esta es una de las conclusiones que hago en mi investigación. CMG: ¿Y qué de otra literatura? Si no de discípulos directos de Lutero, sí de personajes españoles influenciados por el reformador, como Casiodoro de Reina, quien hace la traducción de la Biblia, la llamada del Oso, cuya primera edición es de 1569 ¿Hay registros de decomisos de alguna Biblia del Oso en nuestras tierras? AM: Sí, eso es lo que más hay, la expurgación de las biblias en lenguas vernáculas, y eso se comprueba en los índices de la Inquisición. No sabemos si eran de la traducción de Lutero de 1534. Pero sí se confiscaban biblias en lenguas vernáculas. Algunas otras, pero ya muy tarde, en el siglo XIX, donde se exponía que ellas tenían un contenido herético. Sería muy factible que llegasen a Nuevas España ejemplares de la Biblia de Lutero, ya que se imprimieron miles y por la circulación que tuvieron en Europa algunas de ellas bien pudieron venir a dar acá. Pero sólo se dice que se confiscaban biblias que no estaban autorizadas por el Concilio de Trento. Eso es todo. Alguna de las confiscadas pudo haber sido una de la traducida por Reina. Las traducciones de los protestantes españoles, se dice, que estaban tratando de ser enviadas no sólo a España, sino también a sus colonias. En los registros no tenemos que fuera, por ejemplo, la Biblia traducida por Lutero. CMG: Dado que la de Casiodoro de Reina fue la que estaba en lengua vernácula, las confiscadas tuvieron que ser de ese traductor, porque de fuente católica no había biblias en castellano. AM: Por supuesto, pero también podríamos inferir que confiscaron otras versiones, como la de Erasmo. No es contundente, pero podemos imaginar que sí se intentó filtrar biblias a México, sobre todo a los estados de Zacatecas y Durango. O sea en regiones fuera de la principal metrópoli, donde había mucho más control. En aquellos lugares había mineros alemanes, que pudieron llegar a trabajar y alguno que otro fraile hterodoxo, y no estaba muy alerta el ojo avizor de la Inquisición. Pero en la ciudad de México, definitivamente, no hay un uso de obras de Lutero, no están en las bibliotecas ni de los frailes ni de los clérigos. Ya no digamos de los legos. Sólo encontré un caso en el siglo XIX, de un personaje que decía tener un libro muy bonito de Lutero e invitaba a que fueran a verlo a su biblioteca. Pero el proceso no avanzó en este caso, probablemente porque los inquisidores fueron a revisar el libro y resultó que no era de Lutero. A veces pasaba que en las delaciones el delator se equivocaba, y por los estereotipos, por el delirio de persecución, señalaba a determinada persona de luterano, y cuando iban los inquisidores resultaba que no había nada de Lutero. CMG: No hubo presencia de Lutero, pero sí un gran temor a la misma. Esto queda muy claro en su investigación. AM: Sí, pelearon contra un enemigo ausente. Y fue de esta manera por estar afiliados al lado de España. Si la madre patria está con esa cruzada religiosa en Europa, pues las colonias se pliegan a los deseos de la monarquía, como buenas hijas que son. La consigna era evitar a toda costa la entrada de herejes. Durante los tres siglos de la Colonia la divisa fue evitar la contaminación de la Reforma. En el siglo XIX, cuando entran las ideas de Rousseau, Montesquieu y Voltaire, se hace referencia todavía a Lutero: “esos impíos teístas filósofos bebieron de la Reforma Luterana”, y de ellas sacaron, decían, todo eso de la libertad de conciencia. Entonces hubo esa idea de que ya no se pudo evitar la entrada de estas ideas, por lo cual, en mi libro, hablo del “paraíso perdido”. Y luego, desde esta perspectiva, viene lo peor, porque un sacerdote católico mexicano, el cura Miguel Hidalgo, quien encabeza el movimiento de Independencia, viene a ser un hereje luterano. Así aparece en los juicios de aquel entonces, aunque no lo era. CMG: Se le aplicaba el calificativo casi a cualquiera, aunque no tuviera nada que ver con el teólogo alemán. AM: En efecto, así fue.
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 1Lutero: un `hereje´ en la Nueva España 

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