Hacia el quinto centenario del anabautismo: notas bibliográficas (II)

El movimiento anabautista, destaca Snyder, fue espontáneo, descentralizado, popular, clandestino y en busca de renovación bíblica y espiritual.

18 DE FEBRERO DE 2024 · 23:00

Un bautismo de anabaptistas en Philadelphia. / <a target="_blank" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Anabaptists#/media/File:A_Philadelphia_Anabaptist_Immersion_during_a_Storm_MET_ap42.95.20.jpg">Pavel Svinyin, Wikimedia Commons</a>.,
Un bautismo de anabaptistas en Philadelphia. / Pavel Svinyin, Wikimedia Commons.

La obra que hoy comento conjunta erudición y capacidad didáctica del autor para comunicar el ethos del anabautismo. C. Arnold Snyder logró en Following in the Footsteps of Christ. The Anabaptist Tradition (Orbis Books, 2004), trazar el desarrollo histórico de los anabautistas, su diversidad, énfasis bíblico/teológicos y recepción tanto por parte de otras vertientes de la Reforma del siglo XVI como del establishment socio religioso de la época.

El volumen en cuestión forma parte de la serie Traditions of Christian Spirituality publicada por Orbis Books. Interesados(a)s en conocer otros títulos de la mencionada serie pueden acceder a ella aquí. Para Philip Sheldrake, editor general de la colección el objetivo general de la misma: “Poner a disposición de los lectores contemporáneos tradiciones espirituales seleccionadas. Los libros buscan proporcionar un tratamiento histórico y temático preciso y equilibrado de sus temas. Los autores también son conscientes de la necesidad de establecer conexiones con la experiencia y los valores contemporáneos sin ser artificiosos ni reducir una tradición a una dimensión. Los autores están académicamente bien capacitados acerca de las tradiciones que describen. Sin embargo, su intención es que el libro tenga un estilo fresco y sea accesible al lector en general”.

C. Arnold Snyder inicia definiendo lo que entiende por anabautismo, es la corriente del siglo XVI de la que formaron parte mujeres y hombres que practicaron el bautismo de creyentes adultos. Menciona que en esta definición no tienen cabida reformadores radicales como Thomas Müntzer y Andreas Karlstadt porque nunca practicaron el bautismo de adultos voluntario y bajo confesión de fe.

El movimiento anabautista, destaca Snyder, fue espontáneo, descentralizado, popular (en el sentido de gestarse desde abajo), clandestino y en busca de renovación bíblica y espiritual. Sobre todo en los inicios carecía de autoridades eclesiásticas, teólogos expertos que marcaran línea, tampoco tuvieron patronazgos políticos.

Tras las definiciones anteriores el autor hace un recorrido histórico sucinto sobre los orígenes de la célula anabautista en Zúrich; Suiza, en enero de 1525, y en otras partes de Europa como en Alemania, Austria y Holanda. En artículos anteriores de Kairós y Cronos hice el intento de contar la historia de los comienzos del movimiento en Suiza y para el recuento fueron de gran utilidad investigaciones de C. Arnold Snyder, de las que se dieron referencias en las notas de pie de página y que están accesibles aquí.

Los anabautistas, hace notar Snyder en el primer capítulo, tuvieron coincidencias en algunos puntos con los principales teólogos y líderes de la Reforma magisterial o clásica, pero, por ejemplo, “el aparente acuerdo entre anabautistas y los reformadores sobre la salvación solamente por fe pronto fue matizado. Los anabautistas insistieron en que la verdadera fe salvífica debía ser manifestada por una vida santificada y de obediencia [a las enseñanzas del Evangelio]. La salvación, insistieron todos los anabautistas, no es solo por fe, sino por una fe que obedece. Esta ‘obediencia de fe’ es posible, sostenían los anabautistas, por el poder del Espíritu Santo que regeneraba a los creyentes”.

Los capítulos siguientes están dedicados a temas centrales en el entendimiento anabautista de los propósitos de Dios para los seres humanos y las vías para transitar hacía esos propósitos. Es así que los temas desarrollados por Snyder son la condición humana y el acceso al conocimiento de la verdad; renovación por el poder de Dios a través del nuevo nacimiento; el significado del bautismo en agua en una comunidad comprometida al seguimiento de Jesús; el Cuerpo de Cristo (distintivos de la Iglesia); anabautismo y las disciplinas espirituales; discipulado, seguir las huellas de Jesús; martirio: el bautismo de sangre y, finalmente, el anabautismo contemporáneo.

Es importante ahondar en lo del bautismo de sangre. Los anabautistas eran conscientes que su postura era rechazada y combatida tanto por católicos como por protestantes, ya que al desafiar el régimen de iglesias oficiales territoriales se les consideraba no solamente disidentes religiosos sino también enemigos políticos por atentar contra la unidad confesional estatal. Entonces era muy factible que los perseguidos tuvieran que enfrentar penas de muerte en la hoguera, por decapitación o mediante ahogamiento. Ante tal horizonte en los círculos anabautistas se enseñaba que los cristiano(a)s deberían prepararse para tres bautizos: el de agua, el del Espíritu Santo y el de sangre, éste último llamado así porque conllevaba la muerte. No buscaban el martirio, pero si este llegaba lo consideraban como parte del costo por seguir a Cristo.

En la clandestinidad y bajo acoso el movimiento anabautista desarrolló herramientas para discipular a mujeres y hombres en el conocimiento de la Palabra y del costo de caminar tras las pisadas de Jesús. En los círculos de estudio bíblico que se realizaban en distintos lugares (cuevas, embarcaciones pesqueras, en el campo, rotándose en casas) los congregantes escuchaban una y otra vez la lectura de los pasajes de las Escrituras, así se aprendían de memoria capítulos completos de la Palabra. En otro libro C. Arnold Snyder junto con Galen A. Peters, titulado Reading the Anabaptist Bible. Reflections for Every Day of the Year (Pandora Press-Herald Press, 2002), conjuntaron los textos bíblicos más frecuentados por los anabautistas del siglo XVI y las reflexiones sobre sus lecturas. Privilegiaron las porciones sobre el Nuevo Pacto en Jesús y un acercamiento cristocéntrico a la Revelación.

Otro recurso de los anabautistas fue usar el canto para diseminar entre ellos y ellas enseñanzas que tenían por bíblicas y, además, acontecimientos como la persecución y ejecución mediante pena de muerte de sus líderes. Los cantos circularon oralmente, después en forma manuscrita y cuando fue posible hicieron impresos. Para fines del siglo XVI, considera Snyder, cerca de dos mil cantos anabautistas estaban en circulación.

En lo referente a la no violencia, a preferir caminos constructores de paz, C. Arnold Snyder ejemplifica la postura anabautista con una carta de 1589 que desde la cárcel escribió Joost de Tollenaer a su hija Betgen: “No debemos desear el mal a nadie, aunque en la ley de Moisés [según los fariseos] esté escrito lo contrario: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pero Cristo quitó esto, porque eso estaba en la ley de venganza, pero ahora estamos bajo la gracia. Por eso también debemos mostrar gracia y no castigar, como dice Cristo: ‘Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos’ (Mateo 5:43-45). Por eso, querido hijo, no se puede desear el mal al enemigo ni vengarse, sino dar lugar a la ira; y sed lentos para la ira, porque la ira del hombre no obró la justicia de Dios; pero como quisieras que los hombres te hicieran, hazlo así con ellos y cumplirás la ley de Cristo. Romanos 12:19, Santiago 1:19-20, Mateo 7:12”.

El seguimiento de Cristo está en el corazón del anabautismo y, por ello, su énfasis en que el salvacionismo es un reduccionismo del Evangelio. Así lo expresa C. Arnold Snyder en las páginas finales de su libro: “Uno de los dones de los anabautistas a la Iglesia Cristiana en general es llamar a cada ser humano a un reconocimiento personal de la verdad y a un compromiso personal con una nueva vida en Cristo, reconociendo a Jesucristo como Salvador y Señor. Jesús nos llamó no simplemente a ser creyentes, sino a ser discípulos”.

 

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Hacia el quinto centenario del anabautismo: notas bibliográficas (II)