Poligénesis del protestantismo en Latinoamérica: el caso mexicano, una visión panorámica (8)
Agustín Palacios fue testigo y protagonista del movimiento que multiplicó Manuel Aguas.
06 DE AGOSTO DE 2022 · 18:00

Nota: El siguiente texto es una especie de corte de caja. He publicado cinco libros referentes al cristianismo evangélico/protestantismo mexicano del siglo XIX. En las obras hay datos acerca de los antecedentes de la germinación de unas creencias vistas por el establishment religioso y cultural como ajenas a la identidad nacional, la cual, cabe mencionar, no cayó del cielo sino que fue una construcción colonial erigida a lo largo de tres centurias. Después de finalizada la Colonia, formalmente con la independencia de España, continuó dominando el modelo religioso implantado inicialmente a la fuerza y tomó características peculiares dadas por la población indígena y mestiza. El resumen que hoy inicia da cuenta de, más o menos, medio siglo de gestación del protestantismo endógeno en México, el periodo que va del inicio de México independiente a la llegada de lo que llamo misioneros institucionales, los y las enviados por denominaciones con el fin de iniciar iglesias en el país. La presente serie no incluye las abundantes notas de pie de página que sí están en la versión a ser publicada como libro, por lo cual el tono de lo aquí dado a conocer es casi de crónica periodística.
Agustín Palacios estuvo casi todo el tiempo junto a Manuel Aguas en su ministerio público. Palacios fue quien presidía el culto protestante en San José de Gracia la mañana del 2 de julio, cuando Aguas debió ser el único expositor, ya que el teólogo católico Javier Aguilar de Bustamante no se presentó al debate por expresa prohibición del arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos.
Palacios nació en el pueblo de Tlalmanalco, distrito de Chalco, estado de México, en 1826. Al concluir los estudios primarios ingresó «al célebre Colegio de San Gregorio», en la ciudad de México. El mencionado colegio había sido fundado en 1586, para la instrucción superior de los «hijos de los indios llamados principales por los españoles».
El Colegio de San Gregorio, «en la etapa del rector Juan Rodríguez Puebla (1829-1848), fue uno de los proyectos educativos más audaces y de mayor eficacia de su tiempo, un semillero de ideas democráticas que nutrió al grupo que hizo la Reforma». Agustín Palacios estudió bajo el rectorado de Rodríguez Puebla, quien como […] restaurador del Colegio […] formó una gran biblioteca; dotó a la escuela de gabinetes, laboratorios e instrumentos científicos; actualizó el catálogo de los libros de texto empleados; inauguró cátedras como las de antigüedades mexicanas, artes, agricultura teórica y práctica, literatura y música, así como la primera de Gimnasia del país. Rodríguez Puebla amplió el número de becas para estudiantes pobres, quienes constituían mayoría.
El Colegio de San Gregorio fue, en tiempos de la dirección de Juan Rodríguez Puebla, un vivero donde se cultivó la inteligencia nacional, un precursor de la magna institución educativa, que más tarde tendría por objetivos mexicanizar el saber y que por la raza hable el espíritu. En efecto, no se acometió en México un proyecto educativo tan ambicioso en sus metas académicas y sociales, sino hasta que Gabino Barreda fundara la Escuela Nacional Preparatoria y, más tarde, Justo Sierra, sobre bases nacionalistas y científicas, la Universidad Nacional.
Palacios debió interrumpir sus estudios de jurisprudencia para unirse a las fuerzas que combatieron la invasión del ejército norteamericano. Al término de esta guerra decidió tomar los hábitos sacerdotales y es ordenado a los veinticinco años. Regresó para ejercer el sacerdocio a su pueblo natal y tras cinco años es trasladado a una parroquia en Tetela del Volcán, Morelos. Entre 1861 y 1862 cambió su residencia a la ciudad de México, donde fue nombrado «cura del Sagrario Metropolitano, y más tarde […] segundo capellán de […] Fernando Maximiliano, Archiduque de Austria».
Tras su renuncia al catolicismo, Agustín Palacios se unió a la Iglesia de Jesús e hizo causa común con Manuel Aguas. A mediados de marzo de 1871 contrajo matrimonio civil, en la ciudad de México, con Adelaida Mendoza, los padrinos de la pareja fueron Agustina Flores de Gracida y Tereso Juárez, presidió la ceremonia Sabás García, juez cuarto del Registro Civil. El 9 de agosto fue excomulgado «por el crimen de apostasía y por haber contraído el llamado matrimonio civil». Se le acusó de concurrir frecuentemente «a las reuniones de protestantes en el templo del convento que ha sido San José de Gracia». Además, fue señalado por no comparecer ante el tribunal eclesiástico para dar respuesta a las acusaciones que éste le hace. El documento termina justificando la excomunión, ya que tal vez la pena haga que Palacios «volviéndose sobre sí mismo, se acoja a la infinita misericordia de Dios, a quien ha ultrajado, y llorando su extravío, entre otra vez en el seno de la Iglesia católica». En septiembre, Fortino Hipólito Vera, «cura párroco y vicario foráneo de Amecameca», remitió al arzobispado de México un informe que a su vez le hizo llegar el párroco de Tlalmanalco, en el cual se describían actividades de Agustín Palacios en el poblado:
El apóstata D. Agustín Palacios se había presentado en Miraflores, en la casa del ministro protestante, y que sabía a no dudar que el día 16 había pronunciado allí un discurso cívico. Después se me informó que ya se había venido para Tlalmanalco, y que visitaba los pueblos de la feligresía, sembrando en ellos sus erróneas doctrinas. Últimamente el párroco de Ayapango me puso en conocimiento, que el 27, en Tetelpan pueblo de su pertenencia, el referido Palacios instaló una sociedad evangélica: y personas veraces de esta cabecera me han manifestado, que antes de ayer estuvo aquí, en la casa de los principales protestantes, hasta ayer que montó en la diligencia con dirección a Chalco: que tuvo una reunión a que concurrieron todos los protestantes que hay aquí y algunos de Chimal, Ozumba y Zoyacingo.
La visita de Palacios […] ha reanimado a los disidentes, que estaban casi nulificados, ha llenado de consternación a los buenos católicos y nos tiene alarmados a los pastores, ¿permaneceremos fríos espectadores de tanto peligro? Líbrenos Dios de complicarnos así en su delito tan grave y saldremos a provocar una polémica con esos ministros del mal. Con mucha sabiduría tiene reprobada esta conducta nuestra madre la Sta. Iglesia, y nosotros jamás salvaremos los límites que nos ha puesto. Pues ¿qué hacer en tan aciagas circunstancias? En mi humilde concepto […] el más a propósito para el caso consiste, en más misiones [católicas].
Poco antes de que falleciera el líder de la Iglesia de Jesús, el pastor Palacios salió, junto con otros, entre ellos Arcadio Morales, a iniciar una congregación protestante en la calle Cinco de Mayo. Ahí permaneció cuando Morales se unió a la Iglesia Presbiteriana del Callejón de Betlemitas. Palacios tenía un empleo en la Tesorería General de la Nación, que combinaba con sus tareas eclesiásticas independientes.
Desde la pequeña congregación de la 1ª calle de Cinco de Mayo, Palacios vio cómo varios de sus antiguos compañeros se vincularon a distintos esfuerzos misioneros denominacionales. Él decidió mantenerse independiente de los extranjeros, incluso predicaba contra ellos por considerarles emisarios de intereses políticos. Paulatinamente comenzó a visitar los cultos metodistas, pero lo hacía «siempre en la noche, e invariablemente entraba después de haber comenzado el servicio y salía mientras se cantaba el último himno». Una noche, anotó el misionero John Wesley Butler, hijo del obispo William Butler (quien fue pionero del metodismo en México a partir de 1873), Palacios lo sorprendió diciéndole «que había estado anotando todo lo que hacíamos, y que el objeto de su visita era para confesar que estaba completamente persuadido que había estado en un error respecto a nosotros, ya que no había descubierto sílabo alguno de [intereses] políticos en nuestras predicaciones o himnos». Entonces Palacios externó «estar listo para ayudarnos en nuestro intento de llevar México a Cristo».
Tras siete años de realizar trabajos evangélicos en Cinco de Mayo sin ligas denominacionales, Agustín Palacios decidió unirse a la Iglesia Metodista Episcopal, el 14 de abril de 1879, e inició labores como predicador local. Dos años después recibió el nombramiento de pastor ayudante en la Santísima Trinidad (Gante número 5), principal congregación metodista del país. A principios de 1887 se trasladó a Puebla para hacerse cargo de un núcleo metodista, después para realizar esta misma función fue comisionado a Orizaba, en febrero de 1888, donde murió el 5 de enero del año siguiente. Le sobrevivieron su viuda y cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Agustín Palacios fue testigo y protagonista del movimiento que multiplicó Manuel Aguas. Aprendió de él, para después desempeñar un papel muy importante en el metodismo mexicano.
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