Protestantismo y formación del estado en Oxaca después de la revolución mexicana (I)
Kathleen M. McIntyre estudia el desarrollo del cristianismo evangélico en las comunidades indígenas oaxaqueñas.
04 DE OCTUBRE DE 2020 · 15:20
Es un libro sobre presencia y desarrollo del protestantismo en Oaxaca, aunque las interrogantes y reflexiones planteadas son pertinentes en otras geografías.
Kathleen M. McIntyre, en el volumen titulado Protestantism and State Formation in Postrevolutionary Oaxaca (University of New Mexico Press, 2019), estudia el desarrollo del cristianismo evangélico en las comunidades indígenas oaxaqueñas.
Dicho asentamiento ha conllevado, al igual que en otros lugares donde la población es mayoritariamente descendiente de culturas precolombinas, distintas respuestas por parte de quienes se identifican con la creencia religiosa tradicional y dominante.
En la introducción de la obra su autora expone tanto criterios metodológico como el camino que debió recorrer para apropiarse cognitivamente de la realidad sociorreligiosa a investigar.
Desde los párrafos iniciales contrasta las visiones de quienes llegaban a territorio de Oaxaca para evabgelizar a los que llamaban indios, y la percepción de un sector creciente que consideraba disruptores de la identidad a los misioneros y conversos por alterar la unidad de los pueblos y regiones.
Lo mismo ha sucedido en la vasta geografía de Amerindia, con distinta intensidad, al mismo tiempo que es en territorios predominantemente habitados por indígenas donde tiene lugar fuerte movilidad religiosa a favor de las distintas expresiones del cristianismo evangélico.
¿Los llamados usos y costumbres son resultado de la dominación colonial española o, más bien, preservan líneas de continuidad con las comunidades existentes antes de la llegada de los conquistadores?
En el abordaje explicativo, y para tener un terreno común con quienes leemos su libro, Kathleen M. McIntyre define a los usos y costumbres como “un conjunto de normas colectivas sobre las que comunidades indígenas oaxaqueñas basan su autogobierno.
Por ejemplo, las comunidades que siguen usos y costumbres pueden elegir a líderes locales a mano alzada en una asamblea, no mediante procesos electorales en las urnas” (p. 6).
La polémica sobre la idoneidad de una y otra forma se intensificó en México a raíz del levantamiento en Chiapas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (enero de 1994).
Aunque en otras regiones del país con poblaciones indígenas el tema es debatido y parte de la realidad cotidiana, en Oaxaca y Chiapas adquiere mayor relevancia dado que son entidadas en las que por decisiones en asambleas se han reportado más casos de hostilidad hacia los colectivos protestantes.
El objetivo de la obra que comentamos es dilucidar las interacciones en Oaxaca entre indígenas protestantes, misioneros extranjeros, la Iglesia católica y sus autoridades, y las instituciones resultantes de la Revolución mexicana.
En cierto sentido Oaxaca adquiere relevancia para estudiar lo anterior porque, con ciertas variantes en distintos periodos, es la entidad de la República mexicana que todavía con cifras de 2015 reportaba el mayor porcentaje de población que se consideraba indígena: 65.7.
Le sigue Yucatán con 65.4; tercer lugar Campeche, 44.5; cuarto Quintana Roo, 44.4; quinto Hidalgo, 36.2 y sexto Chiapas, 36.1 por ciento.
Es interesante que Yucatán Campeche y Quintana Roo (segundo, tercer y cuarto lugar respectivamente con mayor porcentaje de población indígena) hayan tenido históricamente, si se les compara con Oaxaca y Chiapas, considerablemente menos casos de persecuciones contra los conversos al protestantismo.
Por otra parte, desde el Censo General de Población de 1990 Chiapas ocupa el primer lugar del país en porcentaje de población evangélica/protestante.
Igualmente el mismo Censo reportó que varios municipios chiapanecos preponderantemente indígenas tenían 30 por ciento, o más, de protestantes/evangélicos.
Números sin parangón en cualquier otra zona de México. Los datos exhiben que el proceso de cambio en el campo religioso tiene diversas aristas y las actitudes de los sujetos tienen matices que complejizan su estudio para los interesado(a)s en el tema.
Aunque Oaxaca no está entre los primeros cinco estados con mayor porcentaje de protestantes/evangélicos, sí tiene crecimiento de tal confesión religiosa mayor que la media nacional.
Es un elemento a tener en cuenta, dado que pese a concentrar casos de intolerancia religiosa, por otra parte, el avance de los considerados “advenedizos” por los tradicionalistas no se debe unícamente a la resistencia de los creyentes en la defensa de sus derechos sino también a la consolidación de espacios de tolerancia por parte de mujeres y hombres que reconocen la validez de la diversificación religiosa.
Oaxaca era, hasta 1970, una de las entidades del país con mayor proporción de católicos, los cuales representaban el 97 por ciento y los evangélicos 1.5 %.
En 1980 éstos últimos representaron 4.4 por ciento de la población, en 1990 crecieron a 7.3 y en el 2000 alcanzaron casi 9 por ciento (Enrique Marroquín y Alberto Hernández, “Oaxaca: una diversidad conflictiva”, en Alberto Hernández y Carolina Rivera, Regiones y religiones en México. Estudios de la transformación sociorreligiosa, El Colegio de la Frontera Norte-CIESAS-El Colegio de Michoacán, México, 2009, p. 97).
La misma fuente consigna que de los 570 municipios de Oaxaca en el año dos mil solamente cuatro no tenían población evangélica/protestante.
La investigación de Kathleen M. McIntyre está “enfocada básicamente en el protestantismo en Oaxaca y su impacto en las identidades indígenas” (p. 12).
Hace bien la autora en hablar de identidades y no de identidad, porque son múltiples las expresiones identitarias entre la población originaria de México.
También es un acierto que en su investigación haya procurado ejercer una mirada multidimensional, por lo cual tienen cabida en el estudio múltiples voces.
Esto es importante dada la inclinación en el mundo académico a basarse en prejuicios para explicar la “anomalía” de los indígenas protestantes al elegir una identidad alternativa que es juzgada como ilegítima y/o “insuficientemente indígena”.
A contracorriente de enfoques esencialistas, que construyen la noción de continuidades identitarias cuasi inmutables, el estudio que nos ocupa afirma que las identidades indígenas son dinámicas.
El ritmo del dinamismo puede ser menos intenso que en zonas urbanas pero existe, no por imposiciones exógenas sino debido a las negociaciones cognitivas que desde siempre los pueblos indígenas han desarrollado con su entorno.
Como el estudio de Kathleen M. McIntyre busca hacer justicia a la complejidad de su objeto de estudio, en consecuencia trasciende los señalamientos estigmatizadores de los indígenas religiosamente, y por ende culturalmente, incorrectos.
Además del trabajo en fuentes escritas sobre la presencia protestante en Oaxaca, realizó entrevistas a conversos protestantes para documentar cómo perciben ellos y ellas tanto las motivaciones de su conversión como las implicaciones cotidianas al interactuar en comunidades que les hostilizan simbólicamente y/o coaccionan para que se sujeten a la normatividad que se desprende de la simbiósis orden social/confesión religiosa tradicional.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Protestantismo y formación del estado en Oxaca después de la revolución mexicana (I)