Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (IV)

Fue el resultado de quienes no se sentían identificados con la teología elaborada en Norteamérica ni con la teología elitista de los protestantes ecuménicos.

10 DE MAYO DE 2020 · 20:00

Participantes en Cochabamba, Bolivia, diciembre de 1970.,
Participantes en Cochabamba, Bolivia, diciembre de 1970.

A Samuel Escobar, C. René Padilla, Pedro Arana 

y Pedro Savage (in memoriam), con profundo agradecimiento.

 

Un año después del Congreso Latinoamericano de Evangelización I fructificaron los esfuerzos organizativos que desembocaron en la fundación de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Fue el resultado de quienes en la reunión de Bogotá no se identificaban con “la teología elaborada en Norteamérica e impuesta a través de seminarios e institutos bíblicos de los evangélicos conservadores, cuyos programas y literatura eran traducción servil y repetitiva, forjada en una situación totalmente ajena a la nuestra. Tampoco nos sentíamos representados por la teología elitista de los protestantes ecuménicos, generalmente calcada de moldes europeos y alejada del espíritu evangelizador y las convicciones fundamentales de las iglesias evangélicas mayoritarias del continente americano”.[1]

El organizador de la Consulta que desembocaría en el nacimiento de la FTL fue Pedro Savage. Él hizo circular noticias, cuestionarios, correspondencia y documentos preparatorios que mantuvieron en sintonía a los posibles participantes y les estimuló a prepararse en la temática de la reunión. Savage distribuyó como material de lectura previa tres escritos: El camino del teólogo protestante latinoamericano, de José Míguez Bonino[2]; Evangelización y teología, de Cecilio Arrastía y Contenido bíblico y ropaje anglosajón en la teología evangélica, de Samuel Escobar.[3]

En los preparativos del encuentro en Cochabamba, Bolivia, existieron presiones de algunos (¿entre ellos Pedro Wagner?) para vetar, por ejemplo, a C. René Padilla. Pedro Savage daba cuenta en un memorándum confidencial que la exclusión de Padilla significaba, en opinión de Samuel Escobar; iniciar el proceso organizativo de manera equivocada. Años después, al ser interrogado sobre el asunto, Padilla mencionó que la intención de excluirlo tal vez se debió a  sus críticas al “establishment misionero" norteamericano[4]. El grupo que sí quedó excluido fue el de profesores del Seminario Bíblico Latinoamericano en San José, Costa Rica, cuya cabeza visible era Orlando Costas. En aras de evitar polarizaciones y posibles boicoteos de quienes consideraban inconveniente la participación de Costas y otros docentes del SBL, dicho sector no recibió invitación a participar en Cochabamba. Para Costas la marginación se debió a quienes “fuera de Latinoamérica [buscaban] impedir la presencia de aquellos de nosotros que, según ellos, representábamos una voz contestataria en el movimiento evangélico”[5]. Costas se incorporó a la FTL, participó activamente en distintas consultas teológicas y publicó varios artículos en el Boletín Teológico. Murió a los 45 años.

La cuestión de la hermenéutica contextual fue el tema a desarrollar en la consulta fundadora de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Del 12 al 18 de diciembre de 1970, en “Carachimpa, un centro perteneciente a la Misión Andina Evangélica, en las afueras de Cochabamba”, Bolivia, “veinte estudiosos evangélicos, pastores y laicos, y cinco misioneros participaron en el evento”.[6]

La mayoría de los trabajos presentados en la consulta teológica fueron recogidos y publicados en libro editado en España por José Grau[7]. Los títulos de las ponencias incluidas nos dan una idea de por dónde se orientó el diálogo en las reuniones: Samuel Escobar, “Una teología evangélica para Iberoamérica”; Pedro Arana Quiroz, “La Revelación de Dios y la teología en Latinoamérica”; Ismael E. Amaya, “La inspiración de la Biblia en la teología latinoamericana”; C. René Padilla, “La autoridad de la Biblia en la teología latinoamericana”; Andrés Kirk, “La Biblia y su hermenéutica en relación con la teología protestante en América Latina”. Cuatro exposiciones más no tuvieron cabida en el volumen publicado, dos de ellas (“El crecimiento de la Iglesia en América Latina”, por Pedro Wagner, y “La Biblia y la revolución social en América Latina”, por Samuel Escobar”) debido a un arreglo en el que convinieron sus autores y el responsable de la edición. El trabajo de Emilio Antonio Núñez, “El nuevo catolicismo y la Biblia”, y el de Pablo Pérez, “La Biblia y su proclamación”, no fueron remitidas a tiempo para ser enviadas al editor en España y así tener cabida en el proceso de producción del libro. Sería interesante que una segunda edición de la obra incluyera los cuatro escritos mencionados.

La participación de Samuel Escobar clamaba por una teología que respondiese a las preguntas y necesidades propias, y no a meramente importar reflexiones de otros lugares, con trasfondos históricos muy distintos al nuestro:

La pertinencia de la teología evangélica estará, entonces, en que se forje al calor de la realidad evangélica de Iberoamérica, y en fidelidad a la Palabra de Dios […] La reflexión tiene que ser nuestra, nacida de nuestra situación, surgida ante la urgencia de los problemas que la iglesia confronta aquí. Como hombres de aquí es que reflexionamos y hacemos teología, redescubrimos los énfasis que hoy hacen falta, criticamos las herejías en que hemos venido incurriendo nosotros mismos.[8]

Por su parte René Padilla puso en tela de juicio el lugar formalmente dado a Las Escrituras en el evangelicalismo latinoamericano, cuando lo constatable era el abandono normativo cotidiano de la Palabra en la vida de las iglesias y sus prácticas para hacerse de nuevos integrantes:

El asentimiento a la autoridad de la Biblia podría ser considerado como una de las características más generales del movimiento protestante en América Latina. Esto es de esperar en un movimiento con una gran mayoría teológicamente conservadora. Cabe, sin embargo, preguntarse si el uso real de la Biblia por parte de los evangélicos latinoamericanos coincide en términos generales con ese asentimiento que los distingue. Podría ser que se tratase de un asentimiento puramente formal, sin consecuencias prácticas para la definición doctrinal y ética ni para la predicación […] Hay que aclarar que la interpretación de las Escrituras es una tarea permanentemente inconclusa y que la Palabra de Dios exige una constante revisión de conceptos y de vida en función a un sometimiento pleno de éstos a la verdad revelada. Cuando falta esa revisión, hay el riesgo que con el transcurso del tiempo las enseñanzas de la Iglesia se vayan cristalizando hasta formar una tradición que desplace la tradición autoritativa de la Biblia.[9]

En su participación el doctor Padilla estaba bosquejando lo que más tarde llamó la espiral hermenéutica, en la cual la Palabra ilumina la vida pero también la vida y sus nuevas situaciones ensanchan el entendimiento de la Palabra, y así sucesiva y alternadamente se nos abren nuevos horizontes de comprensión[10]. Dado que originalmente la revelación progresiva de Dios aconteció en un contexto temporal, geográfico, histórico, económico y cultural específico, luego también la lectura hoy de esa Revelación nos demanda no desencarnarla sino que nos reta a comprenderla desde nuestra particular situación histórica.

Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (IV)

Pedro Arana, Pedro Savage y Samuel Escobar.

Tal vez la ponencia que más tomó el pulso a los agitados tiempos por los que atravesaba el Continente fue la de Samuel Escobar, Biblia y revolución social en América Latina. La misma no, como quedó consignado antes, quedó incluida en el volumen compilado por Pedro Savage, pero circuló en formato mimeografiado principalmente en los grupos de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos. En un clima de polarización política, anotaba Escobar, “en ciertos círculos evangélicos latinoamericanos la visión de lo que se llama ‘proceso revolucionario’ es policíaca. Se identifica directamente con la acción subversiva interesada de un bloque de naciones, y se tiende a verle ribetes diabólicos en un maniqueísmo peligroso, en el cual todo el bien del mundo estaría en un bloque y todo el mal en el otro”.[11]

Frente a una herencia liberal, consideraba Escobar, cuestionante del tradicionalismo que pretendía la inmovilidad religiosa, social, política y cultural, la tendencia general del protestantismo latinoamericano de principios de los años 70 era el inmovilismo frente a los cambios necesarios en la desigual sociedad:

La pregunta que hay que hacerse es qué ha pasado ahora que a nuestros propios ojos, y más a los ojos de la juventud y de cuantos toman conciencia de la necesidad de cambios, el Evangelio se ha convertido más bien en opio del pueblo. ¿Cómo es que los evangélicos se han vuelto una fuerza conservadora temerosa de cuestionar el status quo y levantar una voz profética; que parece preferir ser guardiana de un mensaje aséptico que procura a toda costa probar que no es peligroso ni subversivo ni trastornador? ¿No será que la hemos amordazado a la Biblia?

Escobar abogaba por un retorno al concepto bíblico del ser humano, el cual debía anteponerse tanto a espiritualismos como a materialismos reduccionistas: “La afirmación materialista de la antropología marxista no se puede contrarrestar con un espiritualismo antibíblico sino más bien con una concepción integral que no vacile en reconocer la materialidad”. Por otra parte, “la concepción colectivista del hombre que el marxismo sostiene, no puede ser confrontada con un individualismo que más que bíblico es capitalista europeo y anglosajón”.[12] Escobar aportaba puntos para una agenda que desarrollaría la FTL en reuniones regionales y continentales.

 

Notas

[1] Samuel Escobar, La fundación de la FTL: breve ensayo históricoBoletín Teológico, núm. 59-60, julio-diciembre de 1995, pp. 16-17.

[2] El ensayo fue publicado en Cuadernos de Marcha, núm 29, septiembre de 1969, Montevideo, Uruguay, pp. 59-67. 

[3] Nueva versión de “Fundación de la FTL”, p. 17. Escobar redactó una “revisión y puesta al día” del trabajo citado en la nota anterior. El documento actualizado no tiene fecha, al parecer es de 2009. 

[4] Daniel Salinas, Latin American Evangelical Theology in the 1970’s: The Golden Decade, Koninklijke Brill NV, Leiden, The Netherlands, 2009, p. 93.

[5] Ibíd., p. 95.

[6] “La responsabilidad social de la Iglesia”, en Evangelio y realidad social, Ediciones Presencia, Lima, 1985, p. 43.

[7] Savage, Pedro (coordinador), El debate contemporáneo sobre la Biblia, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1972.

[8] Ibíd., pp. 20 y 23.

[9] Ibíd., pp. 123-124 y 148.

[10] Sobre la hermenéutica desarrollada en la FTL ver Mariano Ávila, Towards a Latin American Contextual Hermeneutics. The Contextual Hermeneutics of the Fraternidad Teológica Latinoamericana, tesis de doctorado, Westminster Theological Seminary, 1996.

[11] Samuel Escobar, La Biblia y la revolución social en América Latina, mimeo, 1970, p. 2.

[12] Ídem.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (IV)