El encantamiento de los evangélicos con Donald Trump

Fea resume las que considera razones que llevaron a la población evangélica blanca a identificarse con el proyecto de Trump.

25 DE ENERO DE 2020 · 21:00

Trump saluda a algunos seguidores en una visita a California. /Casa Blanca, Shealah Craighead,
Trump saluda a algunos seguidores en una visita a California. /Casa Blanca, Shealah Craighead

“Créanme”, la palabra más usada por Donald Trump le atrajo amplio apoyo entre la población evangélica blanca de Estados Unidos. 81 por ciento de la mencionada población que votó lo hizo por el empresario neoyorquino en las elecciones presidenciales del 2016. Posiblemente un porcentaje similar lo apoye en las urnas el próximo noviembre.

John Fea es autor de varios libros, entre ellos Was America Founded as a Christian Nation? A Historical Introduction (Westminster John Knox Press, edición revisada, 2016); y The Bible Cause: A History of the American Bible Society (Oxford University Press, 2016). Se reconoce evangélico y conoce bien las redes y sectores que se entretejen en el amplio abanico del evangelicalismo norteamericano.

¿Por qué obtuvo Trump tan alto porcentaje de respaldo electoral entre los evangélicos blancos estadounidenses? ¿Qué de su diagnóstico político, social y cultural le atrajo el caudaloso río de sufragios en el sector de la América blanca y evangélica? A desentrañar estos interrogantes dedica su libro John Fea, que lleva por título Believe me. The Evangelical Road to Donald Trump (Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 2018). El autor es profesor de historia americana en Messiah College, una institución educativa fundada en1909 por la Iglesia de los Hermanos en Cristo, denominación de raíces anabautistas.

El autor del volumen informa haber elegido para titular su libro dos palabras en inglés (Believe me, créanme) porque las utilizó una y otra vez Donald Trump durante su campaña para obtener la nominación como candidato presidencial del Partido Republicano, al igual que durante la disputa por el voto ciudadano que mantuvo con Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata. Y, en fecto, el slogan surtió efecto ya que no importaba el personaje hiciera las afirmaciones, o negativas, más carentes de bases fácticas. Cuando invitaba a que le creyeran en qué él haría otra vez grande a América, ofreciendo soluciones mecanicistas y/o apelando a su voluntarismo, los potenciales electores lo vitoreaban.

John Fea dedica buen espacio a tratar de diseccionar la personalidad construida por Trump para enfrentar con éxito al establishment norteamericano. Trump mismo es fruto del establishment, sin embargo se presentó en la carrera por la presidencia como un outsider, alguien no perteneciente al mainstream que, señalaba constantemente, había llevado a los Estados Unidos a una edad oscura sobre la que debía brillar de nueva cuenta la irradiante luz de otras épocas. Él, que contantemente acusó a la prensa y periodistas que le eran incómodos, de producir fake news para restarle apoyo electoral, cotidianamente echó mano de informaciones distorsionadas y exageraciones inverificables. Ante la construcción de la realidad alternativa que delineaba en discursos y entrevistas demandaba al público tener confianza en lo que decía. Reiteradamente recurrió a la fórmula acuñada: “believe me”. Amplia mayoría de los electores evangélicos blancos sucumbieron al encantamiento y le creyeron.

En Believe me el doctor John Fea primero describe las motivaciones que convencieron a 81 por ciento de los evangélicos blancos que votaron a darle el sufragio a Donald Trump. Después de analizar las motivaciones hace un recorrido histórico del ethos evangélico norteamericano, desde los primeros colonos que huyeron de Europa buscando libertad de creencias, se detiene en los Padres Fundadores, se ocupa de varias batallas culturales y jurídicas sostenidas por liderazgos evangélicos con el fin de preservar la pretendida identidad cristiana de los Estados Unidos. En este ejercicio retoma líneas intyerpretativas que utilizó en Was America Founded as a Christian Nation? (¿Fue América fundada como una nación cristiana?). Su respuesta a esta interrogante no es tajante. Sostiene que en la fundación de los Estados Unidos participaron cristianos evangélicos, sin embargo no concluye que por esto la nación pueda tenerse por cristiana desde sus orígenes, o más bien, que hubo ciertas marcas identitarias protestantes que triunfaron en detrimento de otras que, también siendo cristianas, quedaron marginadas. Desde un principio existieron corrientes que a partir de su entendimiento de la Biblia se opusieron a lo que más tarde se llamaría el Destino manifiesto encarnado por los Estados Unidos de América.

Trump es un consumado maestro en la construcción de enemigos

En un párrafo Fea resume las que considera razones que llevaron a la población evangélica blanca a identificarse con el proyecto de Trump: “Por mucho tiempo los cristianos evangélicos blancos se han comprometido en la vida pública mediante una estrategia definida por la política del miedo; la búsqueda de poder político (al que llama wordly power, poder mundano), y anhelo nostálgico por un pasado nacional que, en primer lugar, tal vez nunca ha existido”.

Donald Trump es consumado maestro en la construcción de enemigos. Los presenta como hordas que se preparan para demoler el American Way of Life, ya sea mediante recursos bélicos o bien a través de infiltrar principios ajenos a la cultura norteamericana fundante. Sin haber leído a Samuel P. Huntington (fallecido en 2008), Donald Trump coincide con las tesis del autor de El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial (1996); y ¿Quiénes somos?: Los desafíos a la identidad nacional estadounidense (2004). En estas obras Huntington llamaba a no permitir que se diluyera la fortaleza identitaria que había hecho posible el poderío norteamericano, y si bien su explicación estaba respaldada por conocimientos históricos y amplia bibliografía, su planteamiento de hacer prevalecer la grandeza estadounidense a toda costa empata con el esquematismo y la propaganda de Trump. Ambos coinciden en que es impostergable vencer en la batalla cultural que conlleva el choque de civilizaciones.

¿Por qué la política del miedo capturó mentes y corazones de 81 por ciento de evangélicos blancos que sufragaron a favor de Trump? ¿Qué convicciones y cómo crecieron éstas al interior del evangelicalismo norteamericano en el tema de la búsqueda del que Fea llama poder mundano? ¿Es suficiente la nostalgia por una Edad de Oro (que debe ser recobrada para volver a ser una nación cristiana) para revertir el proceso estadounidense de diversificación cultural? John Fea se ocupa de las interrogantes y de sus respuestas voy a ocuparme en la siguiente entrega.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - El encantamiento de los evangélicos con Donald Trump