Animar a escribir (II)
Para escribir se requiere más disciplina y trabajo que momentos de arrebatamiento inspirador.
03 DE MARZO DE 2019 · 08:00
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A Marcelo y Silvana Vargas, con gratitud por su generosidad en La Paz, Bolivia.
La inspiración llega de vez en cuando, la transpiración es insustituible. Para escribir se requiere más disciplina y trabajo que momentos de arrebatamiento inspirador. Es cierto que, a veces, de forma instantánea puede llegarnos una idea o imagen que provoca redactemos líneas iniciales de un escrito. Sin embargo, el trabajo cotidiano de sentarse a escribir, no importa que sea al menos por una hora, va forjando nuestra perseverancia en plasmar sobre el papel o la pantalla letras, líneas y párrafos.
La semana anterior brevemente compartí que estaba en La Paz, Bolivia, para facilitar el taller Cómo escribir ensayos teológicos y artículos de opinión. Me invitaron Marcelo y Silvana Vargas, quienes con dedicación, entusiasmo y visión encabezan la Fundación Centro de Capacitación Misionera. Tuvimos cuatro sesiones en las que los asistentes tuvieron amplia disposición para trabajar.
El hábito y gusto por la lectura, así como el acto de escribir, no son actividades a realizar cuando se tiene tiempo, sino que debemos reservar tiempo para leer y avanzar en el proyecto de escritura que hemos bosquejado. Difícilmente tendremos las que consideramos condiciones ideales para sentarnos a escribir. No hay de otra mas que disciplinarse y con las pocas herramientas a nuestro alcance darse a la tarea de teclear lo que va prohijando el cerebro.
Las técnicas de redacción no hacen al escritor(a), pero escritor(a) sin el manejo de tales técnicas posiblemente solamente produzca frases inconexas, gramaticalmente deficientes y nebulosas. En el taller, dada la limitación de tiempo, no vimos detenidamente reglas de gramática ni de ortografía. Para ello recomendé materiales que de ser estudiados cuidadosamente, y puestos en práctica, necesariamente se reflejarán en una mejor expresión escrita.
De la bibliografía relacionada con el párrafo anterior que sugerí al grupo reunido en La Paz (por cierto un grupo muy dispuesto a trabajar y leer sus avances en la escritura del tema elegido por cada participante) ahora solamente menciono cuatro libros. Daniel Cassany, La cocina de la escritura, Editorial Anagrama, Barcelona 1995 (hay ediciones posteriores); Sandro Cohen, Redacción sin dolor, Editorial Planeta, México, 2014; Beatriz Escalante, Ortografía para escritores y periodistas, Editorial Porrúa, México, 2012 y, finalmente, de Mario Vargas Llosa, Cartas a un joven novelista, Editorial Alfaguara, México, 2011.
Dice Vargas Llosa que su obra mencionada “no es un manual para aprender a escribir”, porque “los verdaderos escritores aprenden por sí mismos”. Más adelante sostiene que el oficio de escritor se adquiere “a través de una larga secuencia, años de disciplina y perseverancia. No hay novelistas precoces [como tampoco articulistas, historiadores, etcétera]. Todos los grandes, los admirables novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se fue gestando a base de constancia y convicción”. No hay camino fácil, es imprescindible sentarse (¿acaso alguien escribe de pie?) y escribir porque deseamos comunicar interrogantes, reflexiones, descubrimientos, esperanzas, explicaciones, gozos y tristezas, preocupaciones, advertencias, distintos estados de ánimo. En fin, como el autor de Apocalipsis, escribir lo que vemos para hacérselo visible a otros.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Animar a escribir (II)