Albores del protestantismo mexicano en el s. XIX: un capítulo

El libro conjunta ensayos históricos que van de los primeros años de la Independencia hasta finales de la centuria, cuando ya estaban bien consolidados en México los núcleos protestantes.

19 DE OCTUBRE DE 2015 · 16:22

Portada del libro.,
Portada del libro.

Esta semana comenzó a circular en México un nuevo libro de mi autoría. Reproduzco la cuarta de forros del volumen y un capítulo, el titulado “Siglo y medio de cristianismo evangélico en Monterrey, Nuevo León”.

Albores del protestantismo mexicano en el siglo XIX conjunta ensayos históricos que van de los primeros años de la Independencia hasta finales de la centuria, cuando ya estaban bien consolidados en México los núcleos protestantes.

El autor de los trabajos incluidos en la obra, Carlos Martínez García, nos muestra nítidamente cómo el protestantismo tuvo orígenes múltiples en la nación mexicana. Una de sus vertientes, tal vez la menos conocida, es la de su raíz endógena, es decir, la de factores y personas que desde dentro del país se conjuntaron para construir una opción religiosa distinta a la tradicional y hegemónica. Es precisamente a esta raíz, a la cual presta particular atención Albores del protestantismo mexicano en el siglo XIX.

 

SIGLO Y MEDIO DE CRISTIANISMO EVANGÉLICO EN MONTERREY, NUEVO LEÓN?

Aunque hubo actividades protestantes con anterioridad al 30 de enero de 1864, fue en esta fecha cuando el misionero independiente Santiago Hickey bautizó a los hermanos José María y Arcadio Uranga y a Tomás Martín Westrup. Acto seguido, los tres junto con Santiago Hickey, además de su esposa, conformaron la naciente Iglesia protestante de Monterrey. Westrup fue ordenado pastor del grupo por Santiago Hickey, “con imposición de las manos y plegarias”, como quedó consignado en sus memorias por el primero.1

Es necesario dejar asentado que Santiago Hickey, en condiciones sumamente adversas, hizo una efectiva difusión evangélica, pero que su obra no fue la primera de este talante en el país. En distintos lugares se afirma que Hickey fue quien primero trajo a México el protestantismo, y/o quien fundó la primera congregación evangélica en la nación. Es de reconocerse la tarea que desarrolló, muy importante no nada más para Monterrey y el norte de México, sino también para otras zonas del país, pero, al mismo tiempo, es necesario tener presentes los antecedentes de cómo se iba abriendo paso en la nación mexicana la construcción de pequeños núcleos cristianos pero no católicos romanos.

Para cuando Santiago Hickey inicia en Monterrey lo que sería la Iglesia bautista, el 30 de enero de 1864, ya había antecedentes de núcleos evangélicos en otras partes del país de. De esto se encuentran datos en otros capítulos del presente libro, particularmente en el titulado “Los factores endógenos en la poligénesis del protestantismo latinoamericano: el caso de México”.

El irlandés Santiago Hickey llegó a Monterrey en noviembre de 1862. Lo hizo por invitación de un inglés, Tomás Martín Westrup, avecindado en dicha ciudad a partir de 1860.2 Sobre Hickey, su arribo a Monterrey, las personas que influyeron para ello y las primeras actividades evangélicas en el lugar voy a ocuparme en el presente capítulo. Antes proporciono algunos datos sobre el misionero independiente irlandés.

James Hickey nació el 23 de septiembre del año 1800, en el pequeño poblado de Sligo, localizado en County Cork, Irlanda.3 Fue formado dentro del catolicismo romano y recibió instrucción para el sacerdocio en la Universidad de Maynooth. Por motivos que se desconocen Hickey decidió abandonar sus creencias católicas. Después de la ruptura contrajo matrimonio con una anglicana (tal vez luterana, como algunas fuentes consignan), ella contribuiría para “convertirlo al Evangelio de Jesucristo”, y también en su decisión de estudiar teología en una escuela anglicana.4

El matrimonio Hickey solamente tuvo una hija, tenían el proyecto de ser misioneros en algún lugar. Antes de ver cumplido el sueño misionero la esposa de Santiago Hickey murió. Santiago y su hija emigraron a los Estados Unidos, llegando al país por Filadelfia, Pennsylvania. Considera Rivas Perea que lo hicieron “no después de 1831”. Instalados en Filadelfia, Santiago tomó la decisión de enviar a su hija a México, para que aprendiera español con la intención de iniciar su preparación para ser misionera. Ambos, en 1849, se mudaron a Franklin County, en Missouri. Un año después la hija moriría.

Por tres décadas, de 1831 a 1861, Santiago Hickey “predicó y practicó el ministerio de reconciliación de la gente con Dios en cuatro estados diferentes: Pennsylvania, Maryland, Missouri y Texas”.5 En algún momento se casó nuevamente, con una inglesa de nombre Isabel Cardwell, al tiempo que se hizo bautista.

Antes de ser ministro bautista en Texas, Hickey había iniciado el aprendizaje del español. Ya residiendo en el estado de la Estrella Solitaria, primero en Bell County, en el centro de la entidad, y después en el sur texano, Santiago entró en contacto con población de origen mexicano y vislumbró la posibilidad de hacer trabajo evangélico entre ella.

Hickey tomó la decisión de cruzar la frontera hacia México tanto por su interés misionero como por su posición anti esclavista, la cual era mal vista en Texas. Hacia 1861 existían condiciones legales propicias para realizar obra protestante debido a la Constitución de 1857 y a la Ley de Libertad de Cultos del 4 de diciembre de 1860 promulgada por el presidente Benito Juárez.

Antes de incursionar en territorio mexicano, Santiago Hickey ingresó en 1860 como colportor en la American Tract Society, y realizó su labor en Brownsville, Texas, poblado fronterizo con Matamoros, México. La Guerra Civil estadounidense estalló en 1861, y a principios del año siguiente Hickey se trasladó a Matamoros, en el estado de Tamaulipas.6

En una misiva escrita en Matamoros, y fechada el 7 de abril de 1862, Santiago Hickey informó a la Sociedad Bíblica Americana lo siguiente: “[…] he tenido varias peticiones por las Escrituras. Y hoy he tenido dos conversaciones muy interesantes con dos hombres acerca de la Biblia. Uno fue un hombre que vino por un [Nuevo] Testamento o una Biblia; y el otro, una persona que vino a platicar conmigo”.7 A los dos les leyó “varios pasajes de la Palabra explicándoselos, y ellos me oyeron con profunda atención”.

Hickey recibió una carta invitándolo a trasladarse a Monterrey, Nuevo León, para hacer obra evangélica. El redactor de la misiva fue Tomás Martín Westrup, quien lo hizo por sugerencia de John William Butler. Ambos desempeñarían roles importantes en el desarrollo de núcleos protestantes en distintas partes de México.

En sus memorias Tomás Westrup evoca que nació en “la parroquia (distrito) de Stepney, Londres, Inglaterra, el 10 de abril de 1837”.8 Su padre tenía una panadería. Cuando Tomás cumplió siete años, él y dos de sus hermanos, fueron “acristianados en la iglesia de St. Stephen en Stepney”. Su madre no creía en el bautismo de infantes, pero su padre sí ya que pertenecía a la Iglesia anglicana.

El padre de Tomás Westrup fue contratado por el señor Sollano, un mexicano acaudalado, para que construyera un molino de harina en San Miguel Allende, Guanajuato. Con el fin de cumplir el contrato el señor Westrup viajó a México, llevando con él a su familia, con excepción de tres hijos que se quedaron en Inglaterra. El 3 de mayo de 1852 desembarcaron en Veracruz.

La familia vivió cuatro años en San Miguel Allende. En 1856 Tomás se fue a San Luis Potosí, y la familia hizo el mismo camino un año más tarde. En San Luis fue “dependiente de Simpson y Pitman por dos años”. Durante su tiempo en San Luis Potosí al servicio de la casa comercial, ésta tuvo un diferendo con el gobierno de la entidad a causa de importar mercancías y no pagar totalmente los derechos marcados por la ley. En el caso intervino a favor de Simpson y Pitman el representante consular británico.9

Westrup escribió que en “1860 me vine a Monterrey, siguiéndome los demás al otro año”. Fui tenedor de libros del señor Morell por siete años”. En 1861 Tomás Westrup conoce a “un exiliado de Texas”, se trataba de John William Butler, inglés anti esclavista. Menciona que como simple pasatiempo en discusiones con Butler defendía al romanismo. De Butler dice que “no podía discutir gran cosa, pero sí sabía citar las Escrituras”.10 Esto último por ser agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.11

Es Butler quien convence a Tomás Westrup para que invite a Santiago Hickey a instalarse en Monterrey. Contribuye a la decisión de Westrup que su madre muere en 1862, y poco “después me volví resuelto al protestantismo”, en cuya difusión se compromete. Para fortalecer el trabajo protestante en Monterrey es que hace la invitación a Hickey. Éste accede y llega en noviembre de 1862.

Es importante aportar más información acerca de John William Butler, el responsable de haber recomendado ampliamente a Santiago Hickey. Butler era cuáquero,12 compartía con Hickey profundas convicciones anti esclavistas, nacidas de su entendimiento bíblico sobre la dignidad intrínseca de todos los seres humanos. Además ambos estaban comprometidos con la difusión de la Biblia, Butler como agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, y Hickey con la Sociedad Bíblica Americana.

John William Butler viajó por el país distribuyendo materiales bíblicos, lo mismo en Monterrey que en la ciudad de México. En esta última conoce al grupo más activo de Padres Constitucionalistas y establece relaciones de cooperación con uno de sus líderes, Manuel Aguilar Bermúdez, en cuya casa (calle de la Hermandad de San Pablo, número 4) tenían lugar reuniones de carácter evangélico desde 1861.13

Aguilar Bermúdez, Butler y Sóstenes Juárez, entre varios otros, cambian el domicilio de sus actividades a “los bajos de la casa núm. 21 de la calle de San José del Real”.14 Lo que acontece en 1864. El lugar citado se localiza cerca de la actual confluencia de las calles Isabel la Católica y Cinco de Mayo, Centro Histórico de la ciudad de México. No mucho después del decreto de tolerancia de cultos promulgado por el emperador Maximiliano (26 de febrero de 1865),15 Butler, Sóstenes Juárez y algunos Padres constitucionalistas forman la Sociedad de Amigos Cristianos. Al triunfo de la República sobre los conservadores y Maximiliano, dicha Sociedad trasmuta su nombre por el de Comité de la Sociedad Evangélica, y sus integrantes abren al público sus actividades, que continúan desarrollándose en San José el Real.16

Las reuniones iniciadas en San José el Real a partir de 1864 alcanzan más organización y el 18 de noviembre de 1865 tiene lugar un culto más formal, en el que participan, entre otros, Manuel Aguilar, John W. Butler, Sóstenes Juárez, José Parra y Álvarez, Julián Rodríguez Peña, Eusebio Trejo Meza y Antonio Hinojosa.17 Tienen reuniones a las que los interesados llegan mediante invitación de alguno de los integrantes de la célula. Es decir, no difundieron abiertamente la existencia del núcleo, aunque tampoco era un grupo cerrado y secreto. Más bien mantienen un perfil bajo, en espera de fortalecerse para proyectarse hacia fuera.

Manuel Aguilar Bermúdez escribe una carta en 1866 a la Sociedad Bíblica de Londres, tal vez a instancias de John William Butler, la que inicia refiriendo que lucha “en la República mexicana por la fe que una vez fue entregada a los santos”, eco de una cita bíblica localizada en el Nuevo Testamento (Judas 1:3). Notifica que “ha sido necesario combatir con las preocupaciones del fanatismo que ha existido aquí hace más de 300 años y también con la indiferencia religiosa de muchas almas extraviadas”.18

Lo descrito por Manuel Aguilar Bermúdez a la Sociedad Bíblica londinense sobre los buenos resultados en la distribución de la Biblia y su recepción por parte de algunas personas, es de alguna manera confirmado por una fuente adversa a la implantación del cristianismo evangélico en México. En los primeros días de febrero de 1866, una publicación editorializa sobre la existencia de biblias sin comentarios que circulan en la ciudad de México. Sostiene que de acuerdo a su tradición de “haber sido siempre firmes paladines de la Iglesia católica […] hoy nuestra pugna es contra el protestantismo”.19

El periódico menciona que “en México nos habíamos visto a cubierto de los ataques de las sectas, pero comienza la lucha, y no queremos ser los últimos en saltar a la arena”. Interpreta que la lucha comienza debido a las “biblias sin notas que regalan los protestantes, y que está prohibida su adquisición, aunque no se lean, serán despreciadas por los buenos cristianos y resulte burlada la propaganda protestante”.

Además de animar a sus lectores a rechazar las biblias antes mencionadas, denuncia que en unas partes se regala y en otras se vende “un almanaque protestante muy distinto del nuestro”. En él, según el editorial, se ataca a la religión y a la civilización de la raza mexicana. Es por ello que demanda “su autor salte a la arena; tenemos un arsenal abundante para armarnos y defendernos; hay plumas en México muy bien cortadas para combatirlo”. Confía en que “un pueblo tan católico, tan bien educado en su moral como el nuestro, deseche la propaganda protestante que se ha formado para descatolizarnos, y que gasten su dinero nuestros adversarios sin lograr su intento”.20

La asesoría de John W. Butler fue importante para la consolidación de la Sociedad Evangélica. Con su experiencia para distribuir la Biblia e interesar a distintas personas en asistir a sesiones de estudio bíblico, el representante de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera presta un servicio clave a la causa de fortalecer el protestantismo en la capital mexicana, como el que antes hizo en Monterrey junto con Tomás Westrup y Santiago Hickey. Butler compila y escribe materiales para conformar el Calendario protestante de los amigos cristianos para el año de 1866.21 La edición del calendario correspondiente a 1867 contiene, entre otros escritos, “La lectura de las Sagradas Escrituras” y “Las tradiciones de los judíos impugnadas por nuestro Señor Jesucristo”.22

Butler inserta anuncios en los periódicos, tanto en inglés como en español, para dar a conocer el objetivo de la organización que representa:

El que suscribe, agente de la Sociedad Bíblica de Londres, establecida con la mira de propagar las Sagradas Escrituras en todo el mundo, y en todos los idiomas, sin adulteración, interpretación o comentario alguno, y a costa de cualquier sacrificio pecuniario, como lo comprueba la pérdida sufrida en las ya repartidas en México; invita a todas las personas que se interesen en la propagación del Evangelio, a que ocurran al expendio de Biblias en la calle de San José el Real núm. 21, y establezcan las relaciones que se desean, a fin de facilitar su reparto en la mayor posible cantidad.23

 

Por comentarios periodísticos sabemos que John Butler se hizo conocer como persona entregada a la causa que le trajo al país. A diez años de promulgada la Constitución liberal de 1857, un comentarista observa que hace falta la misma pasión para promover las leyes que la puesta por Butler en su labor: “en suma, sería preciso imitar en la propaganda de las nociones constitucionales, el celo, el ardor y la constancia de la Sociedad Bíblica de Londres”.24

En su defensa de la causa, Butler dirige al gobierno una petición para que los materiales distribuidos por él quedaran exentos de impuestos. Solicita que “se [le exima del pago de $57.80 [pesos] que por contribución le impusieron cada cuatro meses, al expendio de Biblias que tiene abierto en la 1ª calle de San Francisco núm. 14”.25 En tanto que alguna prensa de la capital comenta que la exención favorece a los protestantes, en otras publicaciones se sostiene que la medida no es un acto para privilegiar al protestantismo, ya que “el gobierno, evidentemente, no tiene un objetivo sectario”, sino que pretende facilitar la circulación de libros que elevan “el bienestar y la instrucción pública”.26

Mediante reacciones publicadas de los críticos a las tareas desarrolladas por Butler, es posible saber que los materiales bíblicos y folletería que difundía llegaron a Guadalajara, Jalisco. El arzobispo de Guadalajara, doctor Pedro Espinosa, dio a conocer una extensa carta pastoral para prevenir a su feligresía de las dañinas, según él, biblias que distribuía John W. Butler, por no contar ellas con el visto bueno de la Iglesia católica romana.27 El presbítero Felipe Agustín de la Rosa comienza a principios de 1866 series de escritos contra el naciente protestantismo en México, su tribuna era La Religión y la Sociedad publicada en Guadalajara A partir de julio el Pájaro Verde inicia la reproducción de artículos originalmente dados a conocer en aquella ciudad y cuyo autor es de la Rosa, titulados “¿Qué debemos esperar de la introducción del protestantismo en la nación mexicana?”28 Desde el artículo inicial delinea lo que será el tono general de la extensa serie: “Nada en verdad más favorable a los extravíos de las costumbres que el protestantismo, nada que más degrade y envilezca al hombre como ese conjunto de errores que surgen constantemente de su seno. Funesto en su mismo origen […] lleva en su frente desde su principio un sello de execración y de ignominia”.29

Con el fin de refutar al adversario, de la Rosa copia en sus artículos secciones de lo escrito por el enemigo en turno. Por ejemplo, reproduce algunas líneas de uno de los tratados que distribuye John Butler: “No hay que olvidar que estudiando nuestra generación las Santas Escrituras con humildad, en oración continua, aprenderá a conocer a Jesucristo, único salvador de los hombres”. Subraya que solamente por “Jesucristo y su palabra escrita, llegará el conocimiento de Dios y de la religión verdadera en que se ha de salvar, sin necesidad de oro ni de plata, y en la que creyendo a Dios y no a los hombres alcanzará la verdad y la dicha”.30

Agustín de la Rosa se mantiene atento a los movimientos del incipiente protestantismo que llegan a su conocimiento. Así, por ejemplo, reacciona de inmediato cuando los materiales impresos que distribuye John William Butler llegan a Jalisco. Comenta que “al expender las biblias se tiene la intención directa de propagar el protestantismo y de hacer la guerra a la única religión verdadera que es la que conserva la Iglesia católica”.31

La sencilla recomendación realizada por John W. Butler, instando a Tomás Martín Westrup para que le extendiera una invitación a Santiago Hickey con el fin de que este fuera a Monterrey a realizar obra protestante, fue el inicio de un trabajo que alcanzaría repercusiones muy importantes en el conjunto del cristianismo evangélico en México.

Una vez instalado en Monterrey, en noviembre de 1862, Santiago Hickey realizó una incansable labor evangelística. Su trabajo amplió el que habían estado realizando Tomás Martín Westrup y John William Butler. La llegada de Hickey “dio gran impulso a la obra, que sin él hubiera tenido sólo un carácter transitorio”.32

Al tiempo de su arribo a Monterrey, Hickey distribuía materiales bíblicos y folletería por iniciativa personal. Es meses más tarde, en febrero de 1863, cuando es nombrado agente de la Sociedad Bíblica Americana, nombramiento del que se enteraría, por diversas circunstancias, hasta agosto de ese año.33 Él y otros extranjeros residentes en Monterrey (junto con algunos mexicanos) solicitaron al gobernador de Nuevo León que les cediera un lugar en donde tener cultos dominicales. La misiva está fechada el 16 de enero de 1863, y el texto de la misma es el siguiente: “Los protestantes que al calce firmamos, con el mayor respeto suplican a V. E. les conceda el uso de una de las escuelas públicas para ejercer nuestro culto en los días domingo, entretanto logramos destinar un edificio a este fin. Quedaremos muy agradecidos por este favor y creyendo razonable la súplica no dudamos obtenerlo de V. E. de quien nos suscribimos obedientes adictos servidores”. Firmaron la petición James Hickey, Tomás Martín Westrup, S. W Barton, Juan Westrup, John W. Butler y dieciocho personas más.

Mediante su secretario el gobernador Santiago Vidaurri respondió quince días más tarde: “Notifíquese a los protestantes que aunque el Gobierno no tiene ni puede facilitarles el uso de alguna de las escuelas públicas de esta capital para ofrecer sus cultos protestantes, sin embargo como por las leyes es libre en el Estado el ejercicio de cualquiera de ellos pueden, si les conviene, establecer el instituto que solicitan”.

Por uno de quienes conocieron a Santiago Hickey y trabajaron de cerca con él, se trata de Walter Scott, quedó testimonio escrito acerca de las primeras actividades en Monterrey del misionero independiente irlandés. En una extensa carta remitida a N. G. Clark, secretario de la American Board of Commissioners for Foreign Missions (ABCFM), Scott informaba que Hickey “estableció una reunión dos veces por semana con clase bíblica y predicaba por las casas particulares”.34

Walter Scott se sintió impelido a escribir la carta a la ABCFM para clarificar que no había sido Melinda Rankin la fundadora de iglesias evangélicas en Monterrey, sino Santiago Hickey. Aquélla hizo presencia en Monterrey, argumenta Scott, dos años y medio después de que Hickey llegara a la ciudad a invitación de Tomás Westrup. Además Rankin se benefició directamente del trabajo de Hickey, ya que algunos convertidos por éste se unieron al grupo de ella.35

El testimonio de Scott detalla que “el día primero de marzo de 1863 [Hickey] pronunció el primer discurso protestante jamás oído por aquí ante cerca de treinta oyentes, a una cuadra de la catedral sobre la plaza principal”. Mediante “una tabla pintada por J. Barton colgada en la calle [se] anunció esto al público. El domingo 8 de marzo [Hickey] predicó de nuevo en la mañana, luego tuvo escuela dominical en que se eligieron oficiales y maestros. El domingo 19 de abril estableció una congregación doble, predicó en español por la mañana y en inglés por la noche”.36

Es necesario ahondar en los datos sobre Melinda Rankin, para situarla en el contexto de los esfuerzos misioneros previos para cuando ella se establece en Monterrey. Por el lado de sus abuelos paternos Melinda Rankin tuvo ascendencia escocesa.37 Del matrimonio formado por James Rankin y Margaret Wetherspoon nace David, quien contrae matrimonio con Persis Daniel en 1808. El 21 de marzo de 1811 nace Melinda Rankin, que se cría en Nueva Inglaterra. Educada con un fuerte sentido religioso evangélico, Melinda siente la necesidad de ir a otras partes del territorio estadounidense como maestra e iniciadora de centros escolares. Esto le prepara de tal manera que años después usaría su experiencia de cruzar fronteras internas en su propio país para ir más allá, a una tierra con otro trasfondo sociorreligioso, cultural y lingüístico.

 

- Continúa la próxima semana -

 

Notas

?? Una primera versión fue publicada con motivo de cumplirse siglo y medio de la Iglesia bautista en Monterrey, en enero de 2014.

1 Tomás Martín Westrup, Principios: relato de la introducción del Evangelio en México. Escritos del protagonista principal en dicha obra (editados por su hijo Enrique Tomás Westrup), s/e, Monterrey, Nuevo León, México, 1948, p. 30.

2Ibíd., p. 4.

3 Pablo Rivas Perea, Rev. James Hickey: The Texan Irishmen Who Died for México, compuescrito, Baylor University, october 2011, p. 1. El trabajo de Rivas Perea recoge información sobre el personaje dispersa en varias fuentes, lo que nos ha sido muy útil para conocer datos sobre Hickey antes de residir en Monterrey.

4 Ibíd., p. 2.

5 Ibíd., p. 3.

6 Cosme G. Montemayor, Hickey, el fundador, s/e, México, 1962, p. 4.

7 Ibíd., pp. 4-5.

8 Tomás Martín Westrup, Principios, p. 2.

9 La Sociedad, 2/XII/1858, p. 3.

10 Tomás Martín Westrup, op. cit., p. 4.

11 Abraham Téllez Aguilar, Proceso de introducción del protestantismo desde la Independencia hasta 1884, Tesis de licenciatura, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras-Colegio de Historia, México, 1989, p. 165.

12 John Wesley Butler, History of the Methodist Episcopal Church in México. Personal Reminiscences, Present Conditions and Future Outlook, The Methodist Book Concern, New York-Cincinnati, 1918, p. 130.

13Daniel Kirk Crane, La formación de una Iglesia mexicana, 1859-1872, tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos, UNAM, México, 1999, p. 91.

14 La Buena Lid, X/1896, p. 4.

15 http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1865_160/Decreto_de_tolerancia_de_cultos_275.shtml

16 Abraham Téllez, op. cit., p. 169.

17 Arcadio Morales, “Datos para la historia”, El Faro, 15/IV/1897, p. 61. El autor menciona que a casi todos ellos los conoció bien y que, por ejemplo, Julián Rodríguez fue quien le invitó a las reuniones de San José del Real; Eusebio Trejo llegó a ser su suegro, y, al tiempo en que escribe menciona que Juan Butler reside en Toluca y Antonio Hinojosa es un anciano de 80 años, sastre, fundador e integrante de la Iglesia El Mesías en la ciudad de México. Manuel Aguilar Bermúdez muere en 1867, antes de que Arcadio Morales se integrara al grupo, razón por la cual no lo conoce personalmente, años después incluso pondrá en duda su existencia como precursor del protestantismo en México. Al respecto ver El Abogado Cristiano Ilustrado, 22/VIII/1901, p 369.

18 Texto completo de la carta reproducido por el misionero Henry C. Riley, El Abogado Cristiano Ilustrado, 20/VI/1901, pp. 198-199.

19 El Pájaro Verde, 5/II/1866, p. 1.

20 Ibíd.

21 Noticia, y crítica, sobre el calendario en Agustín de la Rosa, “Un calendario protestante en México para 1866”, La Religión y la Sociedad, 3/III/1866, pp. 284-288.

22 Editado en México, Imprenta de Manuel Castro, 1866, Laura Suárez de la Torre, “La producción de libros, revistas, periódicos y folletos en el siglo XIX”, en Belem Clark de Lara y Elisa Speckman Guerra (editoras), La República de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Publicaciones periódicas y otros impresos, vol. II, México, UNAM, 2005, p. 20; Andrés Kirk, op. cit., p 89.

23 El Boletín Republicano, 29/IX/1867 p. 4 y 20/X/1867 p. 4; The Two Republics, 3/VI/1868, p. 4.

24El Constitucional, 13/XI/1867, p. 1.

25 La Iberia, 4/V/1869, p. 3.

26 The Two Republics, 12/V/1869, p. 3.

27 “Carta pastoral del Ilmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara, Dr. D. Pedro Espinosa, a sus diocesanos, con motivo de las biblias protestantes que han comenzado a circular”, La Sociedad, 25/V/1866, p. 1; 26/V, pp. 1-2; 27/V, p. 1 y 28/V, p. 1

28 La Religión y la Sociedad, 23/VI/1866, pp. 501-506; 7/VII/1866, pp. 534-540; 21/VII/1866, pp. 565-570; 11/VIII/1866, pp. 613-621; 1/IX/1866, pp. 661-665; 29/IX/1866, pp. 730-733; 20/X/1866, pp. 777-782.

29 La Religión y la Sociedad, 23/VI/1866, pp. 501-502.

30 Daniel Kirk Crane, op. cit., p. 89.

31 Agustín de la Rosa, “Las biblias protestantes y el aviso de Butler sobre su venta”, La Religión y la Sociedad, 5/V/1866, p. 390.

32 Tomás Martín Westrup, op. cit., p. 11.

33 Ibíd., p. 16 y Cosme G. Montemayor, op. cit., p. 5.

34 La misiva está incluida en Martín Tomás Westrup, Principios, pp. 13-19.

35 Ibíd., p. 17.

36 Ibíd., p. 15.

37 A partir de aquí seguimos de cerca el valioso trabajo introductorio que hacen Miguel Ángel González Quiroga y Timothy Paul Bowman al libro de Melinda Rankin, Veinte años entre los mexicanos. Relato de una labor misionera, Fondo Editorial de Nuevo León, Monterrey, México, 2008.

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