El poder de Pentecostés

El Espíritu Santo se mueve de maneras sorprendentes e inesperadas, no está sujeto a bien elaboradas teologías ni a sistematizaciones estáticas (Juan 3:8).

18 DE MAYO DE 2013 · 22:00

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El Espíritu Santo es fuego abrasador, y su poder hace que la familia del Cordero se abrace derribando las divisiones que ha levantado la pecaminosidad humana a lo largo de la historia. Esta pequeña colaboración es publicada en domingo, justo cuando se celebra el Pentecostés. La foto que acompaña mi escrito es tangible evidencia de que, como dice Apocalipsis 5:9, Cristo con su sacrificio redentor ha conformado una comunidad global compuesta por “gente de toda raza, lengua, pueblo y nación”. En la imagen estamos Yoon-Seo (Corea del Sur), Nicole Groff (Estados Unidos), Aaron Wrigth (Liberia), Litza Laboriel (hondureña de la diáspora latinoamericana en Estados Unidos), y quien esto redacta, de la caótica y entrañable ciudad de México. Los cinco somos de una misma tradición que tiene muy variadas expresiones, de la familia confesional anabautista/menonita. Por ello sabemos bien que el Espíritu Santo se mueve de maneras sorprendentes e inesperadas, no está sujeto a bien elaboradas teologías ni a sistematizaciones estáticas (Juan 3:8). El Espíritu Santo es el espíritu de Cristo, que nos habilita para hacer misión a su manera, encarnacionalmente y sembrando de palabra y obra los valores del Reino.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - El poder de Pentecostés