En el profundo abismo
Allí, en lo más profundo del mar, Dios ha mandado sepultar todos nuestros pecados. Todos esos pecados de los que nos hemos arrepentido.
22 DE JULIO DE 2025 · 18:00

Las palabras se precipitan con ímpetu presurosas por emerger de los labios.
Las lágrimas pululan, brotan de unos ojos color cielo que se nublan al recibir la calidez del abrazo .
Enlazados los cuerpos forman un solo ser que late con el acompasado ritmo de dos corazones: uno angustiado, el otro emocionado.
- ¿Cómo lograré vencerlo?- pregunta ella.
Contonea sus frases entre sollozos infantiles mientras él sigue abrazándola , sosteniéndola para que no caiga, soslayando la tristeza .
Contempla con ternura ese rostro compungido y lo acaricia con las manos encallecidas que sabiamente saben desprender cariño.
- ¿Sabes que hay en lo más profundo del mar?- le pregunta sin dejar de acariciarla.
Ella lo mira con desconcierto y se encoje de hombros.
- Allí, en lo más profundo del mar, Dios ha mandado sepultar todos nuestros pecados. Están ahí, ocultos en el abismo, cubiertos por un insondable manto de agua. Todos esos pecados de los que nos hemos arrepentido, ésos que hemos tenido a bien desarraigar de nuestras vidas, todos están sepultados allí.
¿Por qué te empeñas en atarlos fuertemente a tu pecho? ¿Por qué no dejas que Dios se haga cargo de ellos?
Las lágrimas fluyen, vertidas y fuera de control se atreven a soñar con ser bálsamo.
Él la mima, como si esa mujer que comparte su dolor fuese una niña que ha sido castigada sin tiempo de recreo.
Una frágil niña a la que le sigue asustando un monstruo que no existe y que neciamente habita en su propio miedo.
La rodea con el deseo de que sus brazos abarquen el desconsuelo y que éste, sintiéndose amenazado, huya para no volver jamás. Que ceda en su impetuosa ambición de hacer descender hacia una sima de tormento a ese ser al que fustiga sin compasión.
Él la abraza mientras desea volar junto a ella , lejos de ese presente que los acoge, lejos de esa insolente angustia que hace que ese precioso ser se sienta como una cometa izada al cielo en un día de fuerte tempestad.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - En el profundo abismo