Regala sonrisas

Sus sonrisas las entiendo a la perfección, ese lenguaje universal que no conoce fronteras. Es una contraseña entre conocidos y desconocidos.

29 DE ABRIL DE 2024 · 09:23

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Imagen de Priscilla Du Preez, Unsplash.r, Unsplash.

Arquea tus labios hacia el cielo, regálame tu sonrisa cual ungüento sanador .

Arquea tus labios hacia el cielo, y vierte sobre mí tu raudal de luz. 

 

Un lunes de primavera. 10:30 de la mañana. Entre la bulliciosa multitud y  cansada del estrés que provocan las cosas urgentes, me detengo en esta mañana a tomar un café.

La gente pasa a mi alrededor portando la adormilada cara de los lunes, ese gesto un tanto arrugado que a casi todos se nos queda tras el fin de semana. 

Me desperezo ante el tenue sol primaveral que con delicadeza me acaricia a esta hora de la mañana dejándome mimar durante unos minutos en los que aparco las prisas y me dispongo a disfrutar de un nuevo día. 

De pronto aparecen por la terraza en la que me encuentro un cortejo de seres con pantalones cortos y sandalias. Abarrotan el bar, mientras un guía les va explicando donde se encuentran.

Observo las caras de los turistas, atentos a todo lo que se desarrolla alrededor, expectantes, esperando las indicaciones del intérprete.  Una pareja del grupo dirige su mirada hacia donde me encuentro, yo, les regalo una sonrisa que lleva implícito un saludo de buenos días, un: “sean bienvenidos a mi ciudad”.

La simpática pareja me devuelve el gesto, a ellos se une otra pareja que cordialmente retornan lo regalado, es así, como en cuestión de segundos, gran parte del grupo está mirándome, sonriéndome, mientras sus “good morning” suenan al unísono. Ese saludo es algo de lo poco que comprendo de su idioma, sin embargo, sus sonrisas las entiendo a la perfección, ese lenguaje universal que no conoce fronteras. Es una contraseña entre conocidos y desconocidos, una manifestación clara que ilumina el rostro de quien la porta.

Pienso en lo fácil que resulta ofrecer un gesto tan hermoso y el trabajo que a veces nos supone expresarlo. Transitamos por la vida con el rostro apagado, ataviados con ese fruncido ceño que tanto nos afea. 

Cuesta bien poco ofrendar un guiño amable, envuelto con la ternura y la sinceridad precisas para que cumpla su función. Cuando arqueamos nuestros labios hacia arriba, abrimos una puerta por la que se cuela la alegría, permitiendo que otros sean receptores de nuestra complacencia. 

Son pequeños gestos que hacen que el mundo sea un lugar más propicio para vivir. Gestos que ofrecen un poco de luz entre la densa oscuridad. Sonriamos más a menudo y hagamos entre todos de este lenguaje universal un idioma muy utilizado. Conquistemos los corazones tristes mediante sonrisas, dejando a un lado aquello que nos preocupa y ofrendando al exterior muestras de gratitud. No olviden que mientras hacemos esto, Dios nos sonríe desde el cielo.

 

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