Aprendiendo a amar

Quiero que descorras el velo de mi mirada para encontrar en mi interior rastros de una vida matizada por ti.

16 DE MARZO DE 2020 · 10:15

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Foto de Laib Khaled en Unsplash.n Unsplash.

Tu voz suena en mis oídos provocando punzante sentir de impotencia.

Saber que alguien a quien amas aún no se sabe amar y vive enrolada en tristes historias que camuflan la realidad, no es fácil de asumir.

Dejo macerar mis pensamientos, los entrego a la tarea de maduración para que cuando llegado el momento les de alas éstos puedan ser ungidos por la sabiduría de Dios y así emerjan de la forma apropiada.

Te miro con pesadumbre al ver una leve mueca de lo que un día fluyó con desmesura.

Aplico mi corazón a tus palabras y denoto un acento agrio que tú no percibes. Una entonación ocre de un futuro que no parece ser nada halagüeño.

Pienso en las horas de largas conversaciones donde desnudando el alma ambas comprobamos que la amistad no se fundamenta en travesaños de continuos encuentros, más bien se consolida en pilares fuertes de momentos significativos, instantes memorables donde la fuerza del cariño logra convertir la amistad en un sólido vínculo.

Ahora, de aquella mujer que con solvencia modelaba sus sueños percibo un atisbo lejano que me deja descontenta, no logro ver sus señas en la persona que hoy envuelves.

Quisiera enseñarte lo hermosa que eres. Quisiera mostrarte lo que significas para mí, tu impronta en mi vida. 

Pero difícil es mostrar la realidad a alguien anclado en su pasado.

No existe mejor espejo que un ojo amigo, por ello quiero que te mires en mis ojos, que te descubras y así puedas encontrar una razón poderosa para abandonar tu desalojo.

Quiero que descorras el velo de mi mirada para encontrar en mí interior rastros de una vida matizada por ti, pinceladas de una amistad que crearon el hermoso lienzo de nuestro común afecto.

La oscuridad que hoy te ciñe me desconcierta. Puede que la vida te haya mostrado su lado más descarnado. Que haya teñido tu presente de cierto desapego y falta de fe. Concibo que tu cilicio tenga su comprensión, pero sé que también tiene su tiempo y ya va siendo hora de abandonar el duelo y emprender el camino de vuelta a la vida.

Si te acercas hasta mí podrás leer en mi mirada las frases que por falta de palabras jamás podré pronunciar.

Si te acercas podrás verte reflejada en mis pupilas y quizá en ellas encuentres el reflejo verdadero de quien eres.

Si te atreves a acercarte tanto, tanto, podrás escuchar la melodía de mi corazón que sigue sonando con vehemencia para que tu memoria no se quede dormida.

Recuerda, el invierno ya pasó, ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - Aprendiendo a amar