Efata, sé abierto

Quiero dejar a un lado el hermetismo en el que a veces me sumerjo, ese apagado antojo de silencio que contiene un dolor no expresado y que macero dentro sin ningún sentido.

21 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 18:45

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Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.

Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. Mr 7:33-34

 

¡Ábrete! Expreso en silencio, con la mente penada en un absurdo pensamiento deshilvanado.

¡Ábrete! Desenreda la maraña de palabras atrapadas que toscamente se filtran para hacer que las letras que las componen se cansen de formar parte de ellas.

Quiero dejar a un lado el hermetismo en el que a veces me sumerjo, ese apagado antojo de silencio que contiene un dolor no expresado y que macero dentro sin ningún sentido.

Quiero abrirme a la Santa Palabra que descorcha una burbujeante botella de vida y llena de luz las oquedades más oscuras.

Dios desea que me abra a Él, que me abandone en sus brazos y deje que sus coordenadas marquen el rumbo a seguir.

Cuando soy incapaz de abrirme estoy obstruyendo su voluntad para conmigo.

Cautiva de algún desvelo pienso si no sería más sensato dejar que todo lo que confluye con ánimos de enloquecerme se someta a su conformidad y así humillarme ante una bondad exuberante que ha de ser derramada sobre mí.

Saboreo las primicias de todo aquello que me aguarda, conociendo sobradamente que para cerrar algunos huecos he de abrirme a su perdón. Solventar las adversidades subordinándome a su gracia, ser consciente de mi gran dependencia y de su gran misericordia.

¡Ábrete! Permito que la salubre tristeza se convierta en gozo, que las lágrimas vertidas se sequen al sol dejando en mi rostro el rastro hermoso de la experiencia.

Acomodo mis ideas, las peino al son del viento confiada en Él, que camina por las aguas, que calma la tempestad devolviendo sosiego a los corazones turbados, que sigue eligiendo a seres débiles para perfeccionar su poder. Él, que mira más allá de lo que tú y yo podemos ver, atravesando barreras, destruyendo muros, dejando que su infinito amor cale hondamente en las vidas de quienes se abren proyectando sus miserias, sus pecado, sus incertidumbres, sus miedos, sus vidas…

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