Guardada en su aljaba

Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. El Señor me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.

18 DE FEBRERO DE 2010 · 23:00

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Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba.(Isa 49:1-2) No es fácil estimarse útil para Dios. Hay demasiadas cosas que obstaculizan esta idea. Demasiadas voces ávidas por hacernos ver una realidad que Dios puede transformar al instante, ”sabias” expresiones, que en un buen intento de ayuda, hacen que nos planteemos nuestro lugar en la historia, el significado que poseen nuestras vidas en el guión de Dios. A solas, encuentras las respuestas que el ruidoso sonar de voces no deja oír, intimas con el significado de redimir, y sientes, que eres parte de un plan perfecto que el Padre ha fraguado con amor. Concibes con emoción que estás en su aljaba, formando parte de ese remanente que Él desea utilizar para lanzar su mensaje. No sabes cómo te va a usar, pero tú sigues ahí, junto a las demás saetas, preparada para ir allá donde el buen arquero desee enviarte. Desconozco cómo te sentirás tú, pero en lo que a mi respecta, saberme válida me hace temer. Advierto la gran responsabilidad que conlleva estar en ese lugar, un espacio donde Dios ha tenido a bien ubicarme y que en ocasiones creo me viene excesivamente grande. Los miedos hacen que proyecte planteamientos un tanto infantiles, pincelando mi corazón con matices párvulos de alguien que parece obviar las credenciales de su creador. Respiro profundamente, Él sabe lo que hace. Miro al horizonte, inhalo una fragancia nueva. Quiero crecer y para ello he de dejarme moldear, he de ser madura y con valentía permitir ser lanzada cual saeta bruñida para así poder llegar lejos, muy lejos…

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