Necesidad, cantidad y calidad

Si por alguna razón hubiera de vivir con lo preciso, admito que habría muchas cosas de las que hoy disfruto que echaría de menos; pero sé que, al cabo de uno tiempo, eso que ahora me parece indispensable pasaría a convertirse en comodidades de las que poder prescindir, sin que por ello mi vida efectuara un notorio retroceso.

08 DE MAYO DE 2008 · 22:00

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Nuestro planeta gira a un ritmo acelerado, seguir dicho ritmo conlleva arriesgadas labores no aptas para todos. El consumismo se percibe de una manera palpable en una sociedad que consume mucho más de lo que requiere. Comprar ha pasado de ser una exigencia básica, para convertirse en un juego en el que pocos se plantean si necesitan aquello que están adquiriendo. Vivir una vida hipotecada parece ser la tónica general de hombres y mujeres de este nuevo siglo. Se precisan tarjetas de crédito, préstamos a corto o largo plazo, financiar todo aquello que se quiere y aceptar las consecuencias que portan dichas financiaciones. Son muchos los que ahogados por las deudas viven tristes vidas carentes de sosiego. Parece contradictorio, pues son ellos quienes gozan de un mayor volumen de riquezas materiales. Con ello se demuestra que la felicidad no tiene porque ir unida a la obtención de "ciertos lujos". Quienes hemos aprendido a ser felices sin tener por ello que saciar esa sed de consumo, sabemos que el verdadero bienestar es un estado al que se llega de una forma muy diferente a esa que nos proponen los especialistas en marqueting. Es totalmente lógico, como humanos deseemos una próspera existencia, querer disfrutar de todo cuanto de bueno tiene esta vida. Pero ello no nos obliga a vivir sumisos en ese deseo de tener por tener. Cuando llegas a percibir el bienestar desde un escaño de simplicidad, contemplas como lo que te rodea esta plagado de una belleza de la que no todos pueden disfrutar, y no porque ésta sea inasequible: es que hay quienes no están sensibilizados para poder gozar de ella. Una vez que aprendes a valorar la calidad de todo cuanto te rodea, comprendes que la cantidad no es lo primordial. Podemos vivir hastiados de bienes materiales, llenar nuestras vidas con riquezas perecederas, pero si somos incapaces de ver el atractivo en lo trivial estaremos muy alejados de la verdadera felicidad. Disfrutar del lujo, de las comodidades, de los placeres que una holgada economía puede proporcionar, es una tarea realmente fácil, si se nos presenta la ocasión todos estamos capacitados para gustar de ello. Lo realmente difícil es vivir una vida sencilla, sin lujosos envoltorios, y saborearla sintiendo como lo que verdaderamente importa es la actitud con la cual te presentes ante ella, y saberle sacar toda la belleza que posee. Como sabiamente escribió el Apóstol Pablo en su carta a los Filipenses, "He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación..." (Fil 4:11-12). Debiéramos tomar estas palabras para hacerlas una máxima en nuestras vidas. De seguro, la visión de la senda por la cual transitamos sería muy distinta.

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