Sydney McLaughlin-Levrone ganó su segunda medalla de oro olímpica consecutiva en los 400 metros con vallas, estableciendo otro tiempo récord mundial con 50,37ms en París.

Es la sexta vez que baja su propio récord mundial, y la única mujer que ha ganado esta prueba en dos Juegos Olímpicos consecutivos.

Anna Cockrell quedó segunda con un mejor tiempo personal de 51,87. La holandesa Femke Bol fue tercera con un tiempo de 52,15.

“Le agradezco a Dios por todo lo que hago”

McLaughlin-Levrone es cristiana y habla habitualmente sobre su fe en Dios en las redes sociales y en entrevistas, dándole toda la gloria a Dios cuando gana.

“Le doy gracias a Dios por todo lo que hago. Él me ha dado un regalo, me ha dado la fuerza para querer seguir mejorando y tengo una plataforma y quiero usarla para glorificarlo”, dijo en la conferencia de prensa posterior a la carrera.

El deportista de 25 años señaló que “cada vez que piso la pista siempre es la oración de: ‘Dios, déjame ser el vaso en el que seas glorificado’”.

“Es simplemente libertad saber que, independientemente de lo que suceda, Él recibirá la gloria a través de mí. Por eso hago lo que hago”, concluyó McLaughlin-Levrone.

También reconoció a su esposo, Andre Levrone Jr., por ser “mi mejor amigo, mi mayor apoyo, mi pastor personal. Lo amo más que a la vida misma”.

Confiando en Dios

También habló de la importancia de su fe en una entrevista con la televisión estadounidense NBC después de su semifinal.

“Trabajas todo el año para llegar hasta aquí, pero lo que has hecho es lo que te mantiene aquí. Entonces se trata sólo de ejecutar eso, confiar en el proceso, confiar en el plan y, en última instancia, confiar en Dios”, dijo la velocista.

Fe pública

En su biografía de X, la corredora escribe que está “descansando en la gracia de Jesús”, mientras que en Instagram dice “Jesús es el Señor”.

Apenas un mes antes de los Juegos Olímpicos, en las Pruebas Olímpicas de Estados Unidos, cuando batió el récord mundial con 50,65 segundos, McLaughlin-Levrone reconoció que “no se esperaba eso”. “Honestamente, alabado sea Dios, todo es posible en Cristo. Estoy simplemente asombrada, desconcertada y en shock”.

Tras la victoria en los Juegos Olímpicos de Tokio, ella destacó en Instagram que “lo que tengo en Cristo es mucho más grande que lo que tengo o no tengo en la vida. Ruego que mi viaje sea una representación clara de sumisión y obediencia a Dios”.

“El hecho de que no gane todas las carreras o no reciba todos los deseos de mi corazón no significa que Dios haya fallado. Él me ha preparado para un momento como este. Que pueda utilizar los dones que Él me ha dado para dirigir toda la atención hacia Él”, añadió.