Los descendientes de italianos en Argentina buscan el camino de regreso

La emigración de argentinos a Italia ha aumentado en los últimos años. La crisis económica y social, la búsqueda de oportunidades o el llamado ministerial está presente en algunas de las historias de diversas familias que hacen el camino inverso de sus antepasados.

Verónica Rossato

ITALIA · 23 DE MAYO DE 2023 · 08:19

Una carreta con inmigrantes italianos en Buenos Aires. / Frank George Carpenter, Wikimedia Commons.,
Una carreta con inmigrantes italianos en Buenos Aires. / Frank George Carpenter, Wikimedia Commons.

La llegada de europeos a Argentina fue masiva, sobre todo entre 1880 y 1930, siendo el país latinoamericano que recibió más inmigrantes italianos y el segundo de América después de Estados Unidos. Según estimaciones, aproximadamente el 62 % de la población de Argentina es de origen italiano.

Pero actualmente la tendencia se ha invertido. El fenómeno destacado en los últimos años es la emigración de ciudadanos argentinos a Europa, motivados por la posibilidad de conseguir una ciudadanía que les permita dar la espalda a las recurrentes crisis económicas y políticas de la Argentina.

Muchos descendientes de italianos solicitan a diario el reconocimiento de la cittadinanza transmitida por sus ancestros. Los consulados italianos están saturados y llegar a conseguir un turno se convierte en una odisea que puede durar varios años. Ante esto, hay quienes deciden viajar para realizar el trámite directamente en Italia, para luego establecerse allí o en otro país de la UE.

Pero no todos los que gestionan el reconocimiento de la ciudadanía por derecho de sangre piensan emigrar. Algunos la consideran una herencia para sus hijos. “No la quiero para mí porque yo tengo mi carrera en la empresa, sino por el mundo que les va a tocar a mis hijas…Tener un pasaporte de la Unión Europea es algo más para poner en la mochila”, expresaba una madre de 38 años entrevistada para un estudio realizado por el CEMLA (Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos) con sede en Buenos Aires.

 

Algo más

En este contexto, es posible identificar otro grupo: el de aquellos cristianos que suman un propósito espiritual a la posibilidad de obtener la doble ciudadanía en instalarse en Europa.

Tal es el caso de Jorge Baleztena y Sheila D´Onofrio, quienes llegaron a Italia junto a sus hijas de ocho y once años en febrero de este año. En Argentina, ambos eran docentes. “La decisión de emigrar fue algo que Dios puso en nuestro corazón. Vinimos con todos los documentos listos para tramitar la ciudadanía y estamos en ese proceso”, comentan. Sabían que adaptarse a una nueva cultura, idioma y estilo de vida no sería fácil, sin embargo, reconocen que “por la gracia de Dios” están transitando este camino sin mayores dificultades. Incluso han logrado insertarse en el ámbito laboral. “Vemos la mano sobrenatural de Dios día a día, en cosas pequeñas y grandes, vinculándonos con contactos estratégicos y abriéndonos puertas”. Ellos no se consideran misioneros, sino que se definen como “emigrantes cristianos dispuestos a servir”, lo cual ya están haciendo en una iglesia local en Sicilia.

En cuanto a la importancia de tener la ciudadanía italiana, Sheila afirma que “la legalidad terrenal es un requisito fundamental, una llave que abre puertas en todos los ámbitos”.

La palabra “llave” también es usada por Osvaldo Giovanini, oriundo de Córdoba y pastor de una iglesia en Livorno: “La ciudadanía es una llave que abre puertas, ayuda a establecerse, a encontrar trabajo y vivienda. Para nosotros ha sido una gran bendición”.

Por su parte, Juan Carlos Di Rosa, quien llegó a Italia en 1993, con 21 años, y hoy es pastor de una nueva congregación en la provincia de Ragusa, opina que “la ciudadanía italiana es valiosa porque abre la puerta a Europa, que hoy necesita más que nunca valores cristianos”.

Los descendientes de italianos en Argentina buscan el camino de regreso

Juan Carlos Di Rosa junto a sus padres, Manuel y Mafalda.

En su caso, la decisión de emigrar no fue propia, sino que lo hizo acompañando a la familia cuando su padre decidió retornar a su Italia natal luego de haber vivido 45 años en Argentina. “Papá era pastor de una iglesia y también parte del staff del Seminario Bíblico de Fe. A pedido de tres iglesias en Italia fue enviado para comenzar un centro en Sicilia”. Para ese entonces, Juan Carlos ya era graduado del Seminario Bíblico de Fe y participaba en el grupo de alabanza en la iglesia que pastoreaba su padre.

 

Integración a la iglesia local

Desde su llegada, la familia Di Rosa, compuesta por Manuel, Mafalda y Juan Carlos, se unió a una comunidad cristiana local. Allí, el joven Juan Carlos pudo retomar el ministerio de alabanza mientras aprendía el idioma, dispuesto a servir en la iglesia en lo que hiciera falta. “Esto abrió puertas de confianza y derrumbó murallas de divisiones culturales y religiosas. En los casi 30 años colaborando en la iglesia de Ragusa fui musico, trabajé con los jóvenes, estuve como consejero en la comisión administrativa, maestro de escuela dominical, predicador, enseñante. Y hoy estamos sirviendo junto a mi esposa (italiana) como responsables de una iglesia en la ciudad de Comiso. No ha sido fácil... ¡pero tampoco imposible!”.

Si bien la motivación para emigrar no fue económica, los Di Rosa debieron abrirse camino en el ámbito laboral. Los padres se dedicaron al establecimiento del Seminario Bíblico de Fe y la enseñanza les proporcionó el sustento. El Joven Juan Carlos se dispuso a hacer cualquier oficio: fue pintor, agricultor en invernaderos, electricista, plomeo y panadero. “Así logré desarrollar mi economía para sustentar una familia. Desde hace cinco años tengo mi propia empresa de climatización; Dios bendijo al cien por mil el servicio a Él”, afirma.

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Osvaldo Giovanini y Dora, con sus hijos.

El proceso de integración a la sociedad y desarrollo del ministerio fue similar para Osvaldo Giovanini y Dora Goya, quienes estaban muy involucrados en su iglesia en Argentina, enseñaban en un instituto bíblico y colaboraban con la obra misionera en Latinoamérica. Llegaron a la región de Toscana en el 2006 con dos hijos pequeños (que hoy tienen 27 y 23 años), habiendo tramitado ya la ciudadanía italiana, lo cual les permitió buscar trabajo a la par que una iglesia donde servir. “Nosotros tuvimos un llamado misionero a Italia y comenzamos a prepararnos como familia. Fue un proceso de cinco años y desde el inicio entendimos que Dios nos llamaba a salir como misioneros biocupacionales, lo cual en ese momento era algo nuevo. Estábamos convencidos de que de ese modo podríamos integrarnos a la sociedad, ser parte de los italianos”, relata Dora.

Al igual que los demás entrevistados, Osvaldo y Dora dan testimonio de la gracia de Dios abriendo puertas a nivel laboral y ministerial. Ambos de desempeñaron en distintos trabajos y hasta el día de hoy -que son pastores de la iglesia Soar en Livorno- siguen haciendo el esfuerzo de trabajar y dedicarse al ministerio simultáneamente.

 

Iglesias unidas

Hace 14 años, Silvina Laura Chacoma y Pablo Ruggiero también entendieron que Dios los llamaba a Italia. En ese momento ambos tenían buenos trabajos y eran líderes en una iglesia en Rosario. Como parte del proceso de preparación para la salida, reunieron la documentación necesaria para solicitar el reconocimiento de la ciudadanía italiana iuris sanguini (por derecho de sangre) y Pablo viajó a Italia para hacer el trámite. Silvina y los dos hijos, que hoy tienen 17 y 19 años, llegaron cuatro meses después. “Nuestro objetivo era -y sigue siendo- que las personas puedan conocer a Jesús como una forma de vida y no como una religión más”, dice Silvina.

El trámite para la ciudadanía duró sólo tres meses, mientras que actualmente, debido a la gran demanda, puede tardar de seis meses a un año. “Mi esposo consiguió trabajo inmediatamente y comenzamos a congregarnos en una iglesia local. Desde hace seis años somos pastores de una iglesia que comenzamos en nuestra casa: King´s Brescia”, comenta Silvina, quien trabaja como profesora de español.

En cuanto al proceso de inserción en la sociedad, Silvina asegura que el hecho de tener niños les ayudó inicialmente a relacionarse con los italianos. También se han vinculado a nivel ministerial y son parte de un grupo de pastores llamado “Iglesias Unidas”, con quienes se reúnen mensualmente y desarrollan algunos proyectos en común.

 

Dispuestos a servir

Entre los que llegaron hace pocos meses y se establecieron en Sicilia, encontramos a Juan Manuel Vigil y Andrea Astellano (tres hijos, de 20, 15 y 8 años), quienes eran pastores del Centro Cristiano Buenas Nuevas, en Rosario. “El motivo principal por el que emigramos fue tramitar la ciudadanía italiana, pensando en futuras puertas que Dios puede abrirnos en Europa a nivel de trabajo, estudio y ministerio. Oramos y buscamos la guía de Dios antes de tomar la decisión”, afirman.

Los descendientes de italianos en Argentina buscan el camino de regreso

Juan Manuel Vigil y Andrea Astellano con sus tres hijos.

La llegada no fue fácil, les pesó el desarraigo, el cambio brusco, no poder hablar el idioma, comprobar que el dinero que habían traído se iba terminando, pero en todo momento vieron la mano de Dios. “El Señor nos sostuvo con tremendos milagros a nivel económico; por ejemplo, nos prestaron una casa y un vehículo. También vimos su intervención en la tramitación de la ciudadanía; hubo momentos de ansiedad e incertidumbre, pero Dios estuvo presente en el momento justo, abriendo puertas, acelerando los trámites”, afirman.

Al igual que Sheila y Jorge, ellos tampoco se definen como misioneros. “Somos hijos de Dios comenzando una nueva etapa laboral y de servicio, abiertos a los planes que Dios quiera encomendarnos”.

 

Cerrando el círculo

Retomando al tema de las motivaciones para emigrar, Osvaldo y Dora Giovanini comparten lo que vienen observando y experimentando en relación a tantos argentinos que los contactan porque quieren emigrar a Italia.

“Por una parte, siguen saliendo misioneros argentinos con un llamado a Italia y nos alegra que la obra de Dios no se detenga por más que haya dificultades económicas en nuestro país. Por otra parte, nos contactan muchos hermanos que reconocen que no tienen un llamado de Dios, pero desean emigrar en busca de mejores oportunidades laborales y un futuro diferente para sus hijos. Hay un tercer grupo, el de los que dicen que tienen un llamado de Dios, pero no han sido enviados por una iglesia, llegan por su propia cuenta, sin una preparación para el ministerio, y buscan instalarse en las iglesias locales para recibir apoyo económico, ayuda para conseguir trabajo y vivienda. Una vez que obtienen eso, desaparecen. Hacen daño. Nosotros como familia y como iglesia estamos aprendiendo a afrontar esta situación”, comentan, cerrando el tema.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - Los descendientes de italianos en Argentina buscan el camino de regreso

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