Como si se tratase de un giro radical de los acontecimientos, Mukhtar Robow ha sido designado como nuevo ministro de Asuntos Religiosos de Somalia. La sorpresa estriba, sobre todo, en el hecho de que hasta hace unos años Robow era el número 2 de la organización yihadista Al-Shabaab, conocida por acción terrorista y su beligerancia en el país.

Su nombramiento ha sido anunciado por el primer ministro, Hamza Abdi Barre, en el contexto de la formación de su nuevo gabinete de gobierno. “Me siento honrado de publicar la lista del nuevo gabinete de Somalia que lideraré para cumplir con nuestras prioridades nacionales favorables”, ha subrayado Barre en su cuenta de Twitter.

El nuevo ejecutivo, pendiente de la aprobación del Parlamento, “tiene la tarea de cumplir prioridades políticas clave para hacer que nuestro país sea seguro, progresista y próspero para nuestros ciudadanos”, ha remarcado el primer ministro.

Un nombramiento polémico

El nombramiento de Robow no ha pasado desapercibido. De hecho, para algunos es fruto del proceso de negociación que el nuevo presidente somalí Hassan Sheikh Mohamud, electo desde el pasado 15 de mayo, podría estar llevando a cabo con Al-Shabaab. En realidad, una de sus promesas electorales más relevantes es la de acabar con la organización yihadista.

El problema es que, durante algunos años, Robow ha sido uno de los rostros visibles de la agrupación terrorista. Y su trayectoria pone en duda que se trate de alguien que comparte las intenciones del nuevo ejecutivo somalí. Especialmente si se tiene en cuenta que se la he entregado el Ministerio de Asuntos Religiosos, un departamento con mucha sensibilidad en un país tan castigado por las interpretaciones más radicales del islam.

Un perfil vinculado a Al Qaeda

Y es que Robow llegó a alabar públicamente la figura de Osama Bin Laden y trabajó para instalar un estado islámico en Somalia. Lo cual motivó que, en 2008, Estados Unidos le impusiera sanciones a título personal y lo catalogase como un “terrorista global especialmente designado”. De hecho, el gobierno estadounidense llegó ofrecer en su día una recompensa de cinco millones de dólares por su cabeza, pero el gobierno de Somalia pidió a la Casa Blanca que la retirase.

Siendo primero miembro de Al Qaeda, pasó después a ser una de las primeras figuras clave en el liderazgo de Al-Shabaab, hasta que abandonó la organización en 2017 por desacuerdos con el resto del liderazgo. “No estaba de acuerdo con su credo, que no sirve a la religión islámica”, afirmó en su momento.

Detenido desde 2018

Robow, que tiene alrededor de 50 años, se encontraba hasta hace poco bajo arresto domiciliario desde 2018, cuando presentó su candidatura para gobernar la región del Suroeste, uno de los departamentos administrativos en los que se divide el territorio de Somalia.

Aunque no se conoce si existía algún motivo más para hacerle permanecer detenido, el actual presidente siempre se ha pronunciado a su favor y ha asegurado que no existían motivos legales para su detención. 

El gobierno de Somalia ha trabajado en los últimos años, respaldado por Estados Unidos, para que cada vez más miembros de Al-Shabaab abandonen la organización, y los puestos en la Administración público son un recurso que suele estar encima de la mesa. El objetivo es debilitar al grupo yihadista, que en el país sigue teniendo miles de seguidores y controla grandes extensiones de territorio.