La Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) ha pedido el cese de la violencia en Etiopía, en el marco de la 33ª sesión especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. En un comunicado firmado por su secretario general, Thomas Schirrmacher, la entidad asegura que “la forma de resolver el conflicto no es tomando las armas” y pide que las dos partes “se encuentren en un proceso de negociación que traiga paz duradera”.

“La WEA está muy preocupada por el conflicto en Etiopía. Reconocemos agravantes en los dos lados […] Pedimos a todas las partes del conflicto un cese del fuego inmediato”, ha subrayado Schirrmacher.

Desde la WEA también destacan como positivos los esfuerzos de mediación realizados por la Unión Africana, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, y de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo. Al mismo tiempo, se ofrecen a sí mismos y aseguran “estar preparados para apoyar un proceso de paz y reconciliación”. 

Un conflicto delicado

Tras más de un año de conflicto armado, la guerra entre el gobierno federal de Etiopía y los grupos rebeldes de Tigray ha dado muestras de su elevada complejidad. El componente étnico y las relaciones entre pueblos de diferentes orígenes han agravado profundamente el desacuerdo político. 

“Este conflicto es sobre todo étnico”, explicaba un misionero neerlandés que ha servido durante años en Etiopía a Protestante Digital el pasado mes de noviembre. “Nuestro corazón llora cuando vemos el desarrollo reciente en el país”, añadía.

Una de las consecuencias de los enfrentamientos armados es la intensificación de la hambruna, que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) afecta al 24,8% de toda la población etíope. Desde la WEA también piden a todas las partes del conflicto que “aseguren inmediatamente y sin impedimentos la entrega de ayuda humanitaria y de provisiones a los civiles y a los desplazados internos”.