Música, teatro y una exhibición militar fueron parte del programa en el que el presidente Xi Jinping se dirigió a la multitud con un atuendo que aludía al retrato del fundador Mao Zedong que adornaba el escenario.

Los analistas han hablado estos días sobre los esfuerzos del gobierno chino para “reescribir” la historia del siglo pasado. Se proyectan películas sobre el Partido Comunista en los cines de todo el país, se ofrecen recorridos especiales “rojos” a los turistas y muchos ya han visitado el nuevo Museo de Historia del Partido Comunista. Coros de toda la geografía cantan sobre el glorioso pasado del país y las evaluaciones críticas del pasado del país se han eliminado de Internet.

En su discurso, Xi Jinping dijo: “Nadie debe subestimar la determinación, la voluntad y la capacidad del pueblo chino para defender su soberanía nacional e integridad territorial”, refiriéndose a Taiwán y Hong Kong.

En lo que se ve como una referencia a Estados Unidos, el presidente agregó que “nunca permitiremos que nadie intimide, oprima o subyugue a China”.

“Un nuevo mundo”

El líder del Partido Comunista elogió a la población y a los miembros del movimiento socialista por el “nuevo mundo” que habían creado y subrayó que su liderazgo busca mantener la “paz” y la “estabilidad” a nivel internacional.

Pero agregó que cualquiera que se atreva a atacar a China “tendrá la cabeza golpeada con sangre contra la Gran Muralla de Acero forjada por más de 1.400 millones de chinos”.

Jinping elogió los primeros cien años del comunismo chino y dijo: “Solo el socialismo puede salvar a China”. El evento se cerró con la multitud cantando una canción titulada: “Sin el Partido Comunista no habría Nueva China”.

Persecución y otras cuestiones de derechos humanos

Las celebraciones se producen cuando el gobierno de Xi Jinping sigue estando bajo el radar de las organizaciones de derechos humanos.

Se cree que se ejecutan miles de personas cada año, y la vigilancia tecnológica de la población se utiliza para presionar a las minorías religiosas, incluidas las “iglesias en las casas”.

El proceso de “sinización” afecta a todos los ámbitos de la sociedad, incluida la religión. Un controvertido acuerdo entre China y el Vaticano ha mostrado las dificultades para escapar del control de Pekín.

Los pastores de iglesias evangélicas libres continúan luchando en su trabajo. Muchos creyentes extranjeros han sido expulsados ​​y las aplicaciones bíblicas bloqueadas.

Últimamente, las protestas de Hong Kong han sido seguidas de cerca por la comunidad internacional. Varias figuras clave de la oposición prodemocrática son miembros de comunidades cristianas. Pero también otras minorías, como los musulmanes uigures, están sufriendo una fuerte persecución.

China ocupa el puesto 17 en la lista de Puertas Abiertas de países del mundo donde hay una persecución más intensa hacia los cristianos.