Etiopía comienza una guerra interna basada en un “conflicto étnico” y “de poder”
“No creo que afecte a la unidad de las iglesias”, asegura un misionero evangélico que ha vivido en el país durante nueve años. El Consejo Evangélico llama a la oración.
ADIS ABEBA · 11 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 09:00
“La última línea roja se ha cruzado y, por lo tanto, el gobierno federal se ve obligado a un enfrentamiento militar”, aseguraba el pasado 3 de noviembre el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, después de que combatientes del Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés) atacasen una base del ejército federal provocando “numerosos muertos, heridos y daños materiales”.
El anuncio de guerra civil, novedoso ya de por sí mismo, ha sorprendido a la comunidad internacional. Sobre todo, teniendo en cuenta el reconocimiento de Abiy Ahmed como Nobel de la Paz en 2019, después de promover la recuperación de las relaciones diplomáticas con la vecina Eritrea tras 20 años de conflicto.
Sin embargo, las razones de la nueva confrontación están relacionadas con conflictos interétnicos que no representan ninguna novedad en el país. La región de Tigray, al norte del país, controlada por el TPLF, es de mayoría étnica tigré y durante los últimos años se ha ido desmarcando de un gobierno central que aboga por una identidad etíope conjunta en la que los grupos étnicos se diluyan. “Este es un conflicto de base étnica y relacionado con el poder. Nosotros decimos que cien almas equivalen a cien opiniones. Traducido al contexto etíope sería 110 millones de almas, 110 millones de opiniones”, explica Hans Walhout, misionero evangélico neerlandés que trabajó durante nueve años en el país y que hasta antes de la epidemia lo seguía visitando con una frecuencia mensual, aunque dice haber retomado sus viajes este octubre.
Un conflicto con raíces
El TPLF es todo un histórico de la vida política de Etiopía. Juntamente con otras guerrillas de diferentes etnias, participó en el derrocamiento de Mengistu Hailé Mariam en 1991 y, desde entonces, se había mantenido en el poder nacional hasta 2018, por medio de la fórmula del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope, una suma de antiguas milicias étnicas. Pero en 2018, Abiy Ahmed accedió a ocupar el cargo de primer ministro y disolvió la coalición a finales de 2019 para crear el Partido de la Prosperidad, de carácter unitario e integrador y formado por los diversos movimientos étnicos a excepción del TPLF, que se desmarcó y se enfocó en su propia región, en la que gobierna.
Tras toda una serie de hostilidades, la situación se había agravado después de que Adis Abeba decidiese aplazar las elecciones previstas para el mes de agosto, por causa de la Covid-19. En septiembre, el TPLF celebró unas elecciones de forma unilateral que no solo no han sido consideradas como válidas por el gobierno central, sino que ha hecho que el ejecutivo de Ahmed deje de reconocer de forma legítima al gobierno regional de Tigray y su Parlamento.
“Es un conflicto de larga duración entre grupos étnicos en Etiopía. El gobierno de Tigray, en el poder durante el régimen anterior, no acepta el poder de Abiy Ahmed. Han hecho todo lo posible para arrebatarle el poder al gobierno [central]”, explica Walhout.
El supuesto ataque de soldados del TPLF a una base del ejército en la región ha acelerado la confrontación, que según datos del ejército etíope ya ha provocado la muerte de 550 milicianos tigré y el desplazamiento de unos 3.500 civiles que habrían cruzado la frontera con Sudán. “Una guerra no puede impedirse solo con buena voluntad y decisión de una de las partes, sino con la elección mutua de la paz por ambas partes”, ha señalado Ahmed. En Adis Abeba, el Parlamento etíope ha acordado disolver la asamblea regional de Tigray y formar un nuevo gobierno de transición.
La Unión Africana ha exigido el “cese inmediato de las hostilidades” y ha pedido que se respeten “los derechos humanos y garanticen la protección de los civiles”. Desde la Unión Europea han asegurado que “la escalada militar en Etiopía está abriendo una senda peligrosa para la estabilidad del país y de toda la región”.
La economía, la cultura y la presión internacional: factores clave
Pero el conflicto étnico no es la única causa que ha motivado la actual lucha de poder en el país. Con más de 112 millones de habitantes, Etiopía actúa como un estabilizador en la región noreste, el llamado ‘cuerno’, de África. También por eso, en parte, están motivadas las peticiones de la comunidad internacional para rebajar la tensión.
“Basados en algunos hechos, cualquiera podría predecir que un conflicto así tendría lugar”, asegura Walhout. “Etiopía es un país con mucha población y con un crecimiento económico tremendo, pero que solo beneficia a algunos”, añade. De hecho, según el Observatorio de la Complejidad Económica, es el principal exportador de café del continente africano, y el noveno a nivel mundial (2,71%). Sin embargo, según los últimos datos del Banco Mundial (2015), la tasa de la incidencia de la pobreza se mantenía en el 23,5%.
Pero además del desarrollo económico, dice Walhout, “hay muchas diferencia culturales y de valores”. “Los valor culturales están arraigados profundamente entre los diferentes grupos. Creo que esta es una de las mayores diferencias entre las culturas occidentales y las africanas. En occidente somos capaces de marginar valores culturales por el objetivo de la colaboración. En África, la gente no se desprenderá de valores culturales específicos para buscar la unidad de toda la nación”, añade. A esto se le suma una “presión internacional”, apunta el misionero evangélico, “en prácticamente cada cuestión, como la ideología de género, la democracia, la igualdad o la libertad de los medios de comunicación, lo que es bastante aterrador y está relacionado con el apoyo financiero”.
Los evangélicos del país llaman a la oración
Algunas de las principales organizaciones representativas de las iglesias evangélicas en el país han reaccionado con preocupación al conflicto. La Comunidad de Iglesias Evangélicas de Etiopía (ECFE,por sus siglas en inglés) ha difundido en redes sociales dos documentos en los que llama a la “oración nacional” ante la confrontación.
También desde el Consejo Evangélico de Etiopía (EEC, por sus siglas en inglés), han pedido “oración y ayuno urgentes” y han asegurado sentirse “muy tristes por el hecho de que el desacuerdo entre hermanos se resuelva en un conflicto”. “A pesar de ser capaces de resolver las diferencias debatiéndolas, vamos a luchar entre nosotros, y tanto el ganador como el perdedor pueden herir a personas inocentes, por lo que pedimos que todos den una oportunidad de paz en el Espíritu”, han señalado.
Al mismo tiempo, han lanzado una “enérgica condena” por “los ataques contra ciudadanos inocentes”. “Esto no es aceptable por la Palabra de Dios ni por la cultura etíope”, han remarcado. Según Walhout, “el conflicto no afectará a la unidad de las iglesias”.
La guerra en Etiopía, que figura en la Lista Mundial de Persecución como el 39º lugar más hostil para los cristianos en el mundo, “tendrá un impacto en la economía, la política, las relaciones y el desarrollo”. “Y sí, también sobre la vida de la iglesia”, remarca Wlahout, “pero no porque esta sea un objetivo determinado”.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - Etiopía comienza una guerra interna basada en un “conflicto étnico” y “de poder”
Ya que has llegado hasta aquí…
… Protestante Digital es un medio de vocación independiente. Para ello, necesitamos el apoyo de nuestros lectores. Te presentamos algunas formas de colaborar, aquí puedes encontrar más info.
¿Quieres apoyar esta labor?
Estas son las plataformas para donar que tenemos a tu disposición, también puedes hacer una transferencia en: LA CAIXA 2100 0853 53 0200278394, asunto "Donativo Protestante Digital"