El confinamiento y el cierre de fronteras está alterando nuestras vidas de forma dramática, algo que nadie podía prever hacen tan sólo unas semanas. Uno de los colectivos directamente afectados es el de los misioneros, especialmente aquellos que desarrollan su actividad en el ámbito internacional. De un día para otro se han cerrado las fronteras de sus países por un tiempo indeterminado, escuchan noticias dramáticas que llegan desde la península Ibérica y experimentan la incertidumbre de cómo los países donde trabajan lidiaran con la enfermedad. A esto hay que añadir que de forma súbita han visto cómo se han suspendido viajes que deberían prestarles ayuda con voluntarios llegados desde España y las dudas por la evolución de la economía.

En este contexto, muchos han visto en Internet la posibilidad de continuar trabajando, aunque sea “a medio gas”, como reconocen desde Misiones Internacionales de la UEBE, aunque para otros la situación es cercana a la parálisis. Este segundo es el caso, entre otros, de la entidad Emsimisión, que trabaja en el ámbito de la Medicina en Burkina Faso.

David Armadà, secretario y coordinador de los viajes médico-humanitarios de la entidad, confirma que han tenido que cancelar todos sus viajes y aplicar medidas de seguridad para el personal que trabaja en el centro médico. Además, estaba planificado iniciar los trabajos de construcción del nuevo edificio -de cirugía y hospitalización- en otoño, un plazo que ya empieza a verse difícil de cumplir.

 

Fragilidad sanitaria

“Lo peor está por llegar” explican desde Emsimisión. La fragilidad de los sistemas sanitarios y lo inviable de decretar el confinamiento en muchos países del continente africano hace que las previsiones no sean nada optimistas, a pesar de que el virus aún no ha llegado con la intensidad con la que está afectando a Europa. La realidad de países como Burkina Faso es que al inminente impacto del virus se le unen otros problemas que ya arrastra el país. Muchas viviendas no tienen agua ni electricidad, de manera que no tienen capacidad para almacenar alimentos. “Ellos viven en el día, deben salir a ganarse la vida, y muchos viven en casas muy pequeñas con muchos hijos” explica Armadà que recuerda que para estas personas la perspectiva del coronavirus no es peor que la posibilidad real de morir de hambre.

En países como Burkina Faso, para muchos la perspectiva del coronavirus no es peor que la posibilidad real de morir de hambre

Otro país con fuerte presencia de misioneros españoles es Guinea Ecuatorial. Aida Banyuls está trabajando en la capital del país, Malabo, en el ámbito universitario con el objetivo de crear una entidad cristiana estudiantil, con el apoyo de GBU y la UEBE. En las actuales circunstancias en la isla de Bioko, Aida aprovecha para incrementar el contacto online con los estudiantes y preparar materiales hasta que la situación vuelva a la normalidad, ya que actualmente los centros educativos están cerrados. Sin embargo, es precisamente esa vuelta a la normalidad lo que más temen: “Nos preocupa la situación posterior a la pandemia y las consecuencias económicas para el país. Si suben los precios y hay crisis puede desencadenarse más violencia, robos y otros problemas sociales”, explica. Actualmente, el país está endureciendo las medidas para prevenir la expansión del virus, especialmente en la zona continental.

La incertidumbre esta presente en todos ellos, aunque la mayoría estén optando por quedarse sobre el terreno. “Todos nuestros misioneros han decidido seguir en el campo de misión. Ellos están sirviendo junto con las iglesias nacionales y los hermanos que se encuentran en los diferentes proyectos”, describe Jorge Pérez, director de Misiones Internacionales de la UEBE, que ha explicado que desde la organización bautista han apoyado esta decisión. La entidad desarrolla su actividad misionera en países como Guinea Ecuatorial y Mozambique. Allí tienen proyectos de evangelización, plantación de Iglesias, formación de liderazgo y discipulado, así como trabajo en colegios, centros de integración y otros proyectos sociales y asistenciales. Sin embargo, como en el caso de Emsimisión, la entidad bautista ha cancelado todos los viajes misioneros previstos para los próximos meses.

 

Un tiempo sabático y de oportunidad

Este alto en el camino obligado está ofreciendo, sin embargo, la oportunidad de abrir un tiempo para la reflexión en el ámbito de las misiones. Un tiempo “sabático” -así lo definen desde Ágape- que debe permitir valorar qué cosas se están haciendo bien y qué hay que cambiar, qué nuevos enfoques se deben tomar. Sin duda que esta situación ha obligado a tomar medidas poco deseables, como por ejemplo el hecho de no poder abrir el albergue que gestionan en el Camino de Santiago, y dónde cada año sirven y dan testimonio a un millar de personas. Estaba previsto que La Fuente del Peregrino abriera sus puertas esta temporada el próximo 7 de abril, pero han retrasado el inicio de temporada hasta el 30 de mayo.

“En este tiempo de crisis la iglesia debe estar todavía más presente en medio de aquellos que sufren y padecen”

En algo en lo que todos coinciden es que el Covid-19 va a dejar un mundo distinto y eso es algo que la Iglesia tiene que comprender. “Entendemos que en este tiempo de crisis, de desafío y de sufrimiento para este mundo, la iglesia y su Misión, debe estar todavía más presente en medio de aquellos que sufren y padecen, especialmente en los lugares y países más necesitados,” ha concluído Jorge Pérez. En esta misma linea, Javier García, director de Ágape Europa, ha compartido que los proyectos de asistencia a personas en situación de mayor vulnerabilidad siguen adelante, en colaboración con los gobiernos locales y con personal cualificado.

Se suspenden los viajes misioneros estadounidenses

La crisis del coronavirus, que ahora se está cebando con fuerza en los Estados Unidos, ha obligado también a cancelar prácticamente todos los viajes misioneros previstos para los próximos meses que tienen como origen este país. Según los datos de los analistas, las iglesias norteamericanas envían cada año 1’6 millones de personas en estos viajes misioneros de corta duración, algo que este año va a verse mermado de forma muy significativa.

Según recoge Christianity Today, organizaciones como Cru o la Convención Nacional de Bautistas del Sur, que son algunas de las que más misioneros norteamericanos envían al extranjero en programas de corta duración, han decidido anularlos todos y, además, solicitar que aquellas personas que actualmente estén desarrollando sus programas fuera de las fronteras de los Estados Unidos puedan regresar a la mayor brevedad.

Las entidades misioneras consideran que esta situación no sólo tendrá un impacto a corto plazo, sino que temen que también tenga efectos en el futuro. Ellos defienden que estos viajes de corta duración permiten sensibilizar a un gran número de personas en el ámbito misionero. Sin este tipo de proyectos temen que hayan menos personas dispuestas a plantearse la misión a largo plazo y también que se produzca un descenso en las donaciones que sostienen a las misiones.