Howard Hendricks, el profesor que enseñó con el corazón

Fue uno de los pilares del Seminario Teológico de Dallas en los últimos 50 años, con un ministerio que ha sido de influencia para maestros y profesores bíblicos de todo el mundo.

ESTADOS UNIDOS · 20 DE FEBRERO DE 2013 · 23:00

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Howard Hendricks, fallecido el 20 de febrero de 2013 a la edad de 88 años. /DTS

El Dr. Howard G. Hendricks falleció este miércoles a la edad de 88 años. Escritor, pastor, predicador pero, sobre todo “profesor”, Hendricks deja un inmenso legado para todos aquellos que han sido influenciados por su enseñanza. El autor del clásico Enseñando para cambiar vidas desempeñó gran parte de su ministerio en el Seminario Teológico de Dallas. Unos diez mil estudiantes pasaron por sus clases, entre ellos conocidos predicadores como Chuck Swindoll o Tony Evans. El profesor Hendricks es conocido por su desafío a pastores, líderes y educadores de todas las edades a realizar una exposición de la Biblia excelente y apasionada. A lo largo de su ministerio activo viajó a 60 países, participando en conferencias, programas de radio y seminarios de educación. Fue autor de 16 libros y también capellán del popular equipo de Fútbol Americano de la ciudad, los Dallas Cowboys. Sirvió además como pastor en la Iglesia Presbiteriana del Calvario, en Fort Worth. De todos los aspectos de su ministerio, Hendricks sentía un especial llamado a la educación. “La educación cristiana, mi campo de ministerio, es una de las vocaciones más elevadas”, decía en un artículo publicado en Christianity Today. Y así lo vivió hasta que los achaques de la edad se lo impidieron. Hendricks deja a su esposa Jeanne, cuatro hijos, seis nietos y dos bisnietos. UNA VIDA CAMBIADA... POR EL AMOR Howard Hendricks fue criado en un hogar roto. Solía recordar que sus padres “se separaron justo antes de que naciera”. Por esta inestabilidad en el hogar, donde fue criado por su abuela, se consideraba a sí mismo “un niño alborotador” en un barrio complicado de Filadelfia, donde “nadie creía que fuese posible abrir una iglesia”. Hendricks recordaba el diagnóstico de su maestra en quinto grado: “lo más probable es que termine en la cárcel”. Pero las cosas cambiaron cuando este niño conoció a su maestra de sexto grado. Ella le dijo: “He oído hablar mucho de ti, pero no me creo nada”. Esas palabras cambiarían su vida, porque por primera vez alguien le decía “yo creo en ti”. Ese mensaje caló en su forma de ser y así lo viviría luego en su trabajo como profesor. Poco después aparecería otro profesor clave en su vida. El señor Walt, un hombre sin formación académica, le invitó a asistir a la escuela dominical. El joven Howard no quería saber nada. Pero entonces Walt le dijo “¿Qué te parece si jugamos a las canicas?”, lo que hizo que entre ambos creciera la confianza. Walt juntó a trece chicos de las calles para la escuela dominical. Hendricks cuenta que “nueve de ellos procedían de hogares destruídos como el mío. Hoy, once de aquellos niños están dedicados a tiempo completo al trabajo de vocación cristiana... Gracias a Walt, que nos amó por causa de Cristo”. EL LEGADO DE LAS SIETE “LEYES” Howard Hendricks creció en su adolescencia vinculado a la iglesia en Filadelfia. En el colegio conoció a Jeanne, la que sería su esposa. Tras licenciarse como profesor en el Wheaton College de Chicago, se mudó a Texas, donde se matriculó en el Seminario de Dallas, donde obtuvo una maestría en 1950. Poco después comenzaría a enseñar en el seminario, primero cubriendo una vacante y luego como profesor regular. Al llegar a la Facultad, insistió en que la materia de “Educación cristiana” formase parte del programa. Entonces tenía 28 años de edad, pero su pasión por la enseñanza no cambiaría en los años que siguieron. Sin duda uno de sus legados más sobresalientes son las siete “leyes” o principios de la educación, que expresó luego en el libro Enseñando para cambiar vidas: Si deja de crecer hoy, dejará de enseñar mañana. La forma en la que las personas aprenden determina cómo enseñas. El máximo aprendizaje es resultado de la máxima participación. La comunicación eficaz requiere la construcción de puentes. La enseñanza que impacta no es de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón. La enseñanza es más eficaz cuando el estudiante está adecuadamente motivado. El proceso de enseñanza será más eficaz si tanto los estudiantes como el maestro están preparados. Sus alumnos le recuerdan siempre como un hombre afable, lleno de sabiduría y humor, capaz de dar ánimo e impulso a los estudiantes cuando le necesitaban. Charles Swindoll dijo que “es el hombre que ha tenido un mayor impacto en mi vida. Y no hay duda que desde finales de 1950 hasta la actualidad, ningún otro maestro en el Seminario ha sido más influyente para nuestros graduados”. “Si muriera hoy, el saber que he influenciado a algunas de las personas que Dios me ha dado el privilegio de enseñar, sabría que mi vida habrá valido la pena”, dijo Hendricks en una entrevista en 2003. MAESTRO DE GENERACIONES En España y Latinoamérica su influencia ha llegado principalmente a través de sus libros. Marcos Zapata, pastor de la Iglesia Buenas Noticias de Lugo, cuenta que el ya citado Enseñando para cambiar vidas llegó a sus manos a principios de los noventa. “Marcó mucho mi labor como maestro y pastor, ya que su máxima de que la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón, nunca he podido olvidarla, ya que la he aplicado durante años, y aún la vivo hoy en día en cada uno de mis mensajes y enseñanzas”. Zapata, que ha tenido contacto luego con Hendricks a través de otros títulos (El cielo puede ayudar, Hierro con hierro se aguza, Dilo con amor...), considera que su enseñanza “va más allá de un pensamiento simplista, va más allá de lo previsible, de lo esperable, llegando a llevarnos a la acción, pasando por el cambio. En palabras suyas 'si quieres convertirte en un agente de cambio, también debes cambiar tú'. No es un maestro lejano y ajeno a la realidad social que nos circunda, todo lo contrario, trayendo elementos muy creativos para enamorarnos de la Biblia y de la pasión por su enseñanza”, recuerda. Hendricks también ha influido en Abraham Solla, pastor de la Iglesia Revive en Cangas, que comenta “en tres frases mías lo que he aprendido de él: enseñar no es informar, sino formar; el verdadero maestro no sabe, el verdadero maestro es; y no vivimos para aprender, aprendemos para vivir”. “Personalmente ese libro ha moldeado mi forma de enseñar”, nos comenta también Andrés Iglesias, profesor de secundaria. “El énfasis que hace en el alumno como prioridad es algo muy descuidado en la actualidad, donde los profesores reivindican una autoridad que muchas veces no se han ganado”, agrega. “Una frase que siempre me ha marcado es cuando dice: 'si tus alumnos no han aprendido...tu no has enseñado'. Sin duda desafiante, tanto para el aula como para el púlpito”, dice Iglesias. “No puedo menos que dar gracias a Dios por hombres como él, que han dejado un legado mayor de lo que llegaría jamás a soñar. El Señor nos permita honrar su memoria enseñando tal y como él nos enseñó”, concluye Marcos Zapata. La página web del Seminario de Dallas ha preparado un completo dossier informativo en homenaje a Howard Hendricks, al que pueden acceder aquí.

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