Una testigo acusa a un arzobispo de EEUU como inductor del rapto y asesinato de una joven italiana

Una testigo ha señalado al desaparecido arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, conocido con el sobrenombre del "banquero de Dios", como el inductor de un famoso secuestro en Italia, el de Emanuela Orlandi, raptada y asesinada en 1983, publicó hoy la prensa local. Paul Marcinkus, responsable del Banco Vaticano, murió tiempo después a manos de un sicario. La familia de la joven asesinada y el Vaticano cuestionan estas declaraciones, mientras la policía investiga su veracidad.

ROMA · 23 DE JUNIO DE 2008 · 22:00

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La acusación ha sido recogida por los principales periódicos italianos, pese a que su testimonio tiene algunas incongruencias y a que la familia de Orlandi le exige pruebas de sus afirmaciones. El proceso, cerrado en falso hace años, ha sido reabierto ahora, y el cartel original con su rostro angelical y la palabra "desaparecida" ha vuelto a las calles y los telediarios gracias a la declaración de Minardi, que fue la ex amante de Enrico de Pedis, alias Renatino, jefe de la Banda de la Magliana, uno de los grupos de delincuentes más criminales que hubo en los años ochenta y al que se ha atribuido el secuestro de Orlandi. Tras la muerte del notorio capo, se casó con el delantero del Lazio Bruno Giordano. LAS DECLARACIONES El relato de la testigo, Sabrina Minardi, implica a Marcinkus, director del Instituto para las Obras Religiosas (el IOR, más conocido como el Banco Vaticano), con la crónica negra de Italia. "Emanuela Orlandi fue raptada por orden de monseñor Marcinkus... Después de estar secuestrada en un apartamento en el centro de Roma fue asesinada y su cuerpo, introducido en un saco, fue tirado a una hormigonera", ha declarado la testigo, según la versión de su testimonio publicada por el diario La Repubblica. Orlandi era hija de un empleado del Vaticano, estudiaba música y desapareció el 22 de junio de 1983, hace ahora veinticinco años. AVISO PARA GUARDAR SECRETOS Minardi ha sostenido ante los magistrados que la muchacha fue secuestrada y asesinada por de Pedis cumpliendo órdenes de Marcinkus, porque su padre, Ercule, que era funcionario de la prefectura de la Casa Pontificia, había tenido en sus manos documentos comprometedores para el Vaticano que había visto sin querer. Según la versión de Minardi, Renatino le contó la verdad bajo los efectos de la cocaína, sustancia de la que ella aún se encuentra en desintoxicación, y luego se llevó a la tumba el secreto que explicaba la desaparición y muerte de Orlandi. De modo que los investigadores barajan otra vez la posibilidad, ya negada por el Vaticano varias veces, de pedir permiso para abrir su sepultura La testigo aseguró también que fue ella misma quien, sin saber que estaba secuestrada, llevó a Orlandi a una gasolinera frente al Vaticano, donde la entregó a un hombre "con todo el aspecto de un sacerdote" que estaba en un automóvil con matrícula del Estado pontificio. Tras el secuestro de Orlandi, la familia recibió varias llamadas que se consideraron auténticas y relacionadas con el caso, entre ellas la de un personaje bautizado como "el americano" por el fuerte acento extranjero que mostraba en sus conversaciones. El entonces subdirector de los Servicios Secretos Civiles (SISDE) italianos, Vincenzo Parisi, escribió un documento que permaneció clasificado hasta 1995 y en el que identificó a Marcinkus como "el americano". CUESTIONAN LAS DECLARACIONES La familia de Orlandi cuestiona las declaraciones de Minardi, que vive en una comunidad para tóxicodependientes, ya que aseguran que no aporta pruebas. Los investigadores también comprueban la veracidad de las declaraciones, y han detectado que algunos puntos de su relato no concuerdan con la realidad, como por ejemplo que junto con Orlandi fue tirado en la hormigonera el cuerpo de un niño de 11 años, hijo de uno de los miembros de la Banda de la Magliana, cuya desaparición se produjo diez años después de aquel secuestro. Los principales personajes de la historia están además muertos, tanto Marcinkus como Enrico de Pedis, asesinado por dos sicarios y enterrado en el interior de la Basílica de San Apollinare, de la que fue "un gran benefactor", según declaraciones de su rector. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, se ha declarado "sorprendido" por la "amplísima divulgación periodística de informaciones bajo secreto, no contrastadas y procedente de un testimonio de valor extrañamente dudoso". Para Lombardi, "se han divulgado acusaciones infames y sin fundamento sobre monseñor Marcinkus, muerto hace un tiempo e imposibilitado para defenderse".

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