Francisco Ruiz de Pablos: Un traductor ilustre, y un ilustre traductor (I)

Francisco Ruiz de Pablos, junto con  Emilio Monjo Bellido, rescató  las obras de los reformadores españoles del siglo XVI.

17 DE SEPTIEMBRE DE 2023 · 16:05

Francisco Ruiz de Pablos,
Francisco Ruiz de Pablos

Para traducir obras donde el buen gusto tiene que penetrar la idea del arte del autor, se necesita un artista de buen gusto también y hábil para hacer en el propio idioma los primores que el original hizo en el suyo. Leopoldo Alas, Clarín

No sé qué pasa con los críticos, pero jamás se habla del traductor. Javier Albiñana

El traductor ha de usar del microscopio con el que adentrarse en el fondo íntimo de los textos y del telescopio con el que explorar el amplio horizonte en el que están situados: debe poseer la minuciosidad del miniaturista y, al mismo tiempo, la vista larga y amplia del astrónomo. José Antonio Hernández Guerrero

 

Don Francisco Ruiz de Pablos me regaló su caballerosidad y paciencia. Gracias a su erudición pude leer obras escritas originalmente en latín por reformadores españoles del siglo XVI.

Con tristeza leí la nota informativa de Protestante Digital sobre el fallecimiento del insigne don Francisco. Mi libro Casiodoro de Reina, traductor de la Biblia del Oso publicada en 1569 (Librería Papiro 52, 2020), dice en la dedicatoria: “A Emilio Monjo y Francisco Ruiz de Pablos, por su rescate editorial”.

En el prefacio de la citada obra explico que la misma está dedicada a Emilio Monjo Bellido y Francisco Ruiz de Pablos como reconocimiento a su ardua labor en el rescate de las obras de los reformadores españoles del siglo XVI.

El primero fundó hace dos décadas el Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español (CIMPE).[1]  El segundo es el traductor y comentarista de varios de los volúmenes publicados por CIMPE.

Emilio y Francisco son continuadores de la heroica obra editorial encabezada por Luis Usoz y Río, a quien se le sumó el inglés Benjamin Barron Wiffen.

Los dos rescataron escritos del siglo XVI y los publicaron en la Colección de Reformistas Antiguos Españoles. [2] Entre 1847 y 1865 editaron veinte volúmenes.[3]

Así justificó Usoz y Río el objetivo de la Colección: “Ya es tiempo de que en nuestro país se oigan, sin susto, las palabras de aquellos infelices, a quienes se quemó y persiguió siempre de muerte, en honra de un Dios de paz y de amor, que nos dice: amaos los unos a los otros”.

Monjo Bellido y Ruiz de Pablos conjuntaron sus talentos, que son muchos, y el resultado es que circulan nuevamente libros publicados originalmente en el siglo XVI.

Ruiz de Pablos tradujo del latín al castellano, para la colección Obras de los Reformadores Españoles del Siglo XVI, el volumen de Reinaldo González Montes, Artes de la Santa Inquisición Española. A la traducción agregó comentarios e información que resultaron en herramientas muy útiles para lectores del siglo XXI.

El volumen Artes de la Santa Inquisición española fue publicado en 1567, en Heidelberg, Alemania. Con el fin de que alcanzara amplia difusión el autor lo redactó en latín, bajo el seudónimo Reginaldus Gonsalvius Montanus, que castellanizado es Reginaldo González Montes.

Distintos investigadores han tratado de encontrar al personaje ocultado tras el citado seudónimo. Los mencionados como posibles autores han sido Pedro Ximénes, Francisco Zafra, un monje de la orden jerónima de nombre Benito, el ex carmelita Petrus Dathenus, sin que los proponentes de la autoría hayan logrado disipar la interrogante acerca de quién escribió Artes. [4]

Una posibilidad es que tras el seudónimo estuviese Casiodoro de Reina, quien, junto con Antonio del Corro, habría redactado la obra o, al menos , colaborado para que fuese elaborada.

El meticuloso trabajo traductor de Francisco Ruiz de Pablos puso en manos de los interesado(a)s la denuncia sobre la implacable persecución inquisitorial contra quienes osaron hacer suyas las enseñanzas evangélicas, es decir del Evangelio, y desafiar a la religiosidad oficial española.

En dirección contraria a quienes han querido atenuar la pedagogía del miedo impulsada por la Inquisición, explicando tal política como fruto de la mentalidad prevaleciente en la época y que la llamada “Leyenda negra” es una exageración de los enemigos de la hispanidad,

Ruiz de Pablos escribió en el estudio introductorio de Artes:

Montes se percató muy bien de las posibles consecuencias de la flagrante contradicción entre cristianismo e Inquisición, entre mensaje evangélico y degradación intelectual y moral.

Seguía alimentando la esperanza de esos mismos españoles que algunos años antes continuaban creyendo que Erasmo con sus escritos y desde su tranquila Basilea iba a liberar a la España perseguida igualmente de las sumas y cánones medievales y a situarla en la modernidad.

Tras treinta años de estudio estoy cada vez más convencido de que no hay razones objetivas para dudar tanto como dudaron algunos investigadores, tal vez prejuzgantes, sobre el fondo de autenticidad latente en las informaciones que nos suministra en su libro Montes.

En su gran obra, tanto por el número de páginas como por la calidad de la investigación, José C. Nieto dimensiona Artes y afirma que “nuestros conocimientos de la Reforma en Sevilla son tan fragmentarios y tan pobres que sin el libro de Reginaldo Gonsalvio Montano, Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes, sabríamos muy poco o nada de lo que ocurrió”.

Agrega que “fue este libro que alertó a los historiadores a averiguar e investigar los sucesos de la Reforma sevillana”. A traducir esta obra dedicó tiempo y talento Francisco Ruiz de Pablos [5].

 

1.  Acerca del CIMPE ver Carlos Martínez García, Reconstrucción de la memoria histórica del protestantismo español.

2.  Juan Bautista Vilar, “La formación de una biblioteca de libros prohibidos en la España isabelina. Luis Usoz y Río, importador clandestino de libros protestantes (1841-1850)”, Bulletin Hispanique, t. 96, núm 2, 1994, pp. 397-416.

3.  1) Fernando de Tejeda, Carrascón, 2) Juan Pérez de Pineda, Epístola consolatoria. 3) Juan Pérez de Pineda, Imagen del Anticristo y Carta a Felipe II. 4) Juan y Alfonso de Valdés, Dos diálogos. 5) Raimundo González de Montes, Artes de la Inquisición española. 6) Cipriano de Valera, Los dos tratados del Papa y de la Misa. 7) Juan Pérez de Pineda, Breve tratado de doctrina. 8) Cipriano de Valera, Tratado para confirmar en la fe cristiana a los cautivos de Berbería; Aviso a los de la iglesia romana sobre jubileos; El español reformado. 9) Juan de Valdés, Ciento y diez consideraciones. 10 y 11) Juan de Valdés, Epístolas de San Pablo comentadas. 12) Francisco de Enzinas, Dos informaciones. 13) Montano R. G., Inquisitionis Hispanicae Artes (en latín con comentarios). 14) Cipriano de Valera, Institución de la religión cristiana por Calvino. 15) Juan de Valdés, Alfabeto cristiano. 16) Ciento y diez consideraciones según el MS de Hamburgo. 17) Juan de Valdés, Ciento y diez consideraciones Juan de Valdés, (reimpresión mejorada del nº IX). 18) Juan Pérez de Pineda, Breve sumario de indulgencias. 19) Constantino Ponce de la Fuente, Suma de doctrina cristiana y otros escritos. 20) Claudius Senarclaeus, Historia verdadera de la muerte de Juan Díaz.5

4.  Francisco Ruiz de Pablos, “Introducción”, en Reinaldo González Montes, Artes de la Santa Inquisición española (1567). Sevilla: Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español-Mad Eduforma, 2008, pp. 9-121; Christine Giesen, “Las Artes de la Inquisición Española de Reinaldo González de Montes: contextos para su lectura”, Espacio, Tiempo y Forma, Historia Moderna, t. 14, Facultad de Geografía e Historia-UNED, Madrid,2001, pp. 11-148; Ignacio J. García Pinilla, J., “Aportaciones críticas al texto de Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes Aliquot”, Habis, núm. 26, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1995, pp. 199-226.

5.  José C. Nieto, (1997): El Renacimiento y la otra España. Visión cultural socioespiritual. Ginebra: Librairie Droz, 1997, p. 161.

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