¿Cómo gastamos e invertimos de una manera responsable?
El cuidado de los recursos, una vida financiera con propósito y una visión a largo plazo de nuestras decisiones, son claves para gastar e invertir de una forma responsable.
23 DE MARZO DE 2025 · 09:00

La responsabilidad financiera es un principio fundamental en la gestión de las finanzas personales y empresariales y se materializa en una serie de disciplinas financieras que me permito agruparlas en tres grandes grupos: el cuidado, el propósito y la trascendencia en el manejo del dinero.
El cuidado financiero
El cuidado de las finanzas es un conjunto de acciones que incluye el control, la disciplina, el orden y el autocontrol con el fin de lograr vivir en salud financiera, imprescindible en tiempos de inestabilidad económica.
Salomón hace 3000 años aconsejaba a sus conciudadanos, que por aquel tiempo se dedicaban a la explotación ganadera, que cuidaran y controlaran muy bien sus pertenencias y su gestión, debido quizás a la volatilidad y fragilidad de los mercados, ¿nos suena esto hoy?
Proverbios 27:23-24 NVI
” Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura.”
En tiempos de Salomón, lo que había que controlar eran las ovejas, hoy son los estados financieros (gastos, ingresos, deudas, ahorros, inversiones, etc.)
Cuando hablamos de la partida del egreso o gasto, el control implica ser disciplinado en la forma y en la periodicidad en que lo hacemos, pero también requiere de un orden en la forma que organizamos la información financiera para un buen control de ésta.
Un buen control de los gastos es la antesala del ahorro y el ahorro es el mejor antídoto de la deuda, por lo tanto, un buen control financiero evitará endeudarnos a la hora de gastar en productos de consumo. El presidente de Estados Unidos Thomas Jefferson dijo en una ocasión: «Nunca gastes tu dinero antes de ganarlo.» ¡está claro que no era banquero!
Yo añadiría, nunca gastes tu dinero si no los has planificado anteriormente. Estoy convencido que la facilidad de la compra actual con un solo clic no ayuda mucho en este sentido.
Además, hoy tenemos todas las facilidades para poder comprar sin dinero, mejor dicho, con el dinero ajeno y con costes asociados al mismo, y todo ello fomentado por las entidades financieras con el fin de lucrarse a costa de nuestra ambición de conseguir cosas o disfrutar de servicios sin haberlo ahorrado con antelación. Aquí es cuando el autocontrol o dominio propio se hace sumamente importante en nuestro perfil financiero y responsable.
Jesús anticipándose a nuestro tiempo, nos dio un consejo en este sentido. “Supongamos que alguno de vosotros quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean comenzarán a burlarse de él, y dirán: “Este hombre no pudo terminar lo que comenzó a construir.” Lucas 14:28-30. En el control y presupuesto del gasto o la inversión es esencial prevenir si la toma de decisiones es responsable o negligente en función de nuestro nivel de ingresos.
Una de las mejores formas de ahorro es la inversión, ya que esperamos que el dinero excedente una vez cubierta nuestras necesidades vitales y de bienestar, trabaje para nosotros. Si bien este modelo es muy aconsejable, también está lleno de riesgo y es por ello que debemos ejercer un control sobre cuál es nuestro perfil inversor y por lo tanto, cuál debe ser el límite de dicha inversión en cantidad, en nivel de riesgo y en el destino de la misma.
Uno de los riesgos no financieros de las inversiones, pero que causan un gran daño a la persona es vivir enfocados en la rentabilidad de dichas inversiones, llegando al extremo que nuestro estado anímico esté dirigido por los resultados financieros, en este caso deberíamos preguntarnos, si nosotros controlamos al dinero o el dinero nos controla a nosotros.
El cuidado de las finanzas no queda limitado a las propias decisiones económicas, sino también a evitar conductas peligrosas personales que puedan destruir lo edificado. Lucas 12:15: «También les dijo: «Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia, porque la vida del hombre no depende de los muchos bienes que posea».
Pero no podemos olvidar el cuidado de otros activos a nuestro alcance, como las personas que nos rodean y en las cuales podemos ejercer algún tipo de influencia, la economía del país, el medio ambiente y los activos procedentes de la propia naturaleza. En este sentido, deberíamos preguntarnos si cuando usamos el dinero para comprar o invertir, estamos contribuyendo positivamente al bienestar de los nuestros, a apoyar el desarrollo económico de la economía doméstica y si nuestras decisiones económicas pueden afectar negativamente al desarrollo biológico de nuestro planeta. ¿Cuántas decisiones de consumo e inversiones industriales pueden influir negativamente en la calidad de vida de nuestro planeta?
Propósito financiero
El dinero es uno de los instrumentos de que disponemos para lograr aquellos propósitos que nos hemos trazado en la vida, y por lo tanto, su uso debe estar alineado con los mismos.
Por otro lado, el propósito financiero tiene mucho que ver con la motivación, ya que ésta es el origen y el motor que alimenta ese propósito.
Mientras que la mayoría de la sociedad cuando quiere gastar o invertir piensa en cómo hacerlo, los cristianos deberíamos pensar el por qué lo hacemos.
Nuestra fe, la Palabra de Dios, nuestra identidad como peregrinos y la certeza que somos parte del reino de Dios, deberían inspirar nuestros propósitos y proporcionarnos una conciencia responsable a la hora de gestionar los bienes.
Pablo nos da una clave: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que la pongamos en práctica” (Efesios 2:10 (NVI)). Es decir, que toda nuestra vida, incluida la financiera, está diseñada con un propósito divino, y además nos apunta en la dirección de la generosidad.
Pero incluso cuando hablamos de generosidad, el tipo de motivación que nos mueve es esencial para que produzca un efecto positivo. El Apóstol Pablo, nos da la clave de qué tipo de motivación es la correcta, incluso cuando gastamos en otros. “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.” 1 Corintios 13:3
Por lo tanto, el amor debería ser el motor que genera toda nuestra actividad económica. “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” 1 Corintios 16:14
La planificación financiera es una herramienta fundamental para controlar y limitar los gastos y establecer aquellas metas y propósitos que marcarán nuestra vida financiera, tales como evitar y salir de las deudas, inversiones, ahorros y planes de futuro. Un presupuesto correcto, debe recoger todos los propósitos financieros que queremos conseguir.
El dinero fue creado como herramienta para lograr propósitos loables, y deberíamos ser conscientes de esa realidad para gestionar de una manera responsable nuestras finanzas.
Siempre que tengamos que utilizar recursos económicos para un fin, evaluemos si los propósitos son lo suficientemente importantes como para sacrificar un tiempo valioso de nuestra vida trabajando para generar ese capital.
Si utilizáramos dinero en efectivo para todas nuestras compras, reduciríamos el nivel de gasto por el sólo motivo de la acción de sacar la cartera, tomar el dinero y pagar, ya que durante ese proceso tomamos conciencia del tiempo que nos ha llevado ganarlo. En cambio, cuando lo hacemos a través de una tarjeta de plástico, o a través del comercio electrónico, es tan rápido el proceso, que no llegamos a ser conscientes de estos detalles, de hecho, me temo que es uno de los propósitos que llevó a crear este tipo de transacción económica.
Trascendencia financiera
Si bien hemos estado hablando de finanzas con propósito, aquí queremos llegar más lejos y definir un propósito que trascienda de nosotros mismos, y también de nuestro tiempo.
Cuando hablamos de trascendencia, hablamos de legado, de impacto, de influencia en las personas, pero también de activos que pueden mejorar el medioambiente o por el contrario perjudicarlo. Si hablamos de legado a nuestros hijos, ¿qué les estamos enseñando con respecto al manejo del dinero? Si hablamos de nuestra aportación a la sociedad, ¿qué mundo dejas detrás de ti con el manejo que hiciste de tu dinero?
“Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengáis todo lo necesario, y toda buena obra abunde en vosotros “. 2ª Corintios 9:8. Cuando Pablo menciona a los corintios esta gran verdad, está apuntando a que Dios nos proporciona todo lo necesario para que podamos ser de trascendencia a otras personas y el texto apunta a ser generosos. Nuestra generosidad en forma de dinero, tiempo o capacidad puede impactar en las vidas de muchas personas, tenemos ejemplos recientes de personas que arriesgaron su salud para salvar a millones de enfermos de COVID y éstos son ejemplos vivos de generosidad. Tenemos también ejemplos de ayuda y protección a niños en situación precaria en países subdesarrollados que pueden trasformar sus vidas sin apenas recursos para proporcionarles un futuro con mayores esperanzas y prosperidad. Ejemplos de apoyo económico a misioneros que pueden dedicar su tiempo a predicar el evangelio, transformando vidas sin esperanza en vidas restauradas gracias a la obra redentora de Cristo en sus vidas.
En este sentido, Jesús nos advierte de los peligros de invertir en tesoros terrenales que son susceptibles de ser destruidos y nos alienta a enfocar nuestros activos en inversiones que pueden influir en la eternidad de las personas, como en la expansión del evangelio, en su reino y así nuestro corazón estará enfocado en negocios celestiales.
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:19-21.
De hecho, Pablo menciona algo parecido a una cuenta bancaria que tenemos en el Banco central del Cielo, donde se acumulan los dividendos por los actos de generosidad que realizamos, siempre y cuando nuestro corazón esté correctamente alineado: “Incluso a Tesalónica me enviasteis ayuda una y otra vez para suplir mis necesidades. No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito en vuestra cuenta” Filipenses 4:16-17.
Cuando invertimos en la eternidad, estamos alimentando nuestra antorcha para que brille delante de la sociedad, con el fin de transformar vidas que reconocen a Dios como soberano de sus vidas y lo glorifiquen.
“Así brille vuestra luz delante de todos, para que ellos puedan ver vuestras buenas obras y alaben a vuestro Padre que está en el cielo.” Mateo 5:17
Cuando hablamos de inversión, ¿Qué tipos de inversión pueden trascendernos de nosotros mismos? La herencia en un ejemplo de inversión o ahorro que dejamos a nuestros descendientes y que disfrutarán ellos.
Un corazón egoísta difícilmente piensa en dejar legado a los demás y un ejemplo lo tenemos en el necio insensato que quería ampliar sus almacenes con el único objetivo de acumular bienes (avaricia) y Dios le llama “tonto” por no tener en cuenta a los demás en sus planes.
¡Qué buena es aquella inversión que podemos disfrutarla mientras vivimos, pero que trascenderá de nosotros para el bienestar de nuestros descendientes!
Uno de los ejemplos más poderosos en el ahorro e inversión con mayor trascendencia, fue la vida de José, que gracias a la capacidad y sabiduría que Dios le otorgó y sobre todo, a su relación tan estrecha con Él, desarrolló una estrategia de inversión logística y ahorro del 20% de la cosecha en años de abundancia, con el fin de que el pueblo no muriera de hambre en años de sequía y de pobreza.
Esta inversión produjo una riqueza significativa para la casa del faraón, con él incluido, pero que, gracias a esta decisión, el Pueblo de Dios pudo salvarse de dicha sequía y crecer de una manera exponencial durante los siguientes 400 años en un país con recursos. El legado fue tan evidente que hasta sus huesos fueron llevados por Moises hacia la tierra prometida y hasta hace pocos años, aun se podía ver la tumba en la antigua ciudad bíblica de Siquem.
El ejemplo contrario lo encontramos con Salomón que a pesar de la sabiduría que Dios le otorgó (Eclesiastés 1:16-17),
- Consiguió una riqueza jamás vista hasta ese momento (Eclesiastés 2:4-8); (1 Reyes 10:23),
- vivió una vida de placeres sin límites morales (Eclesiastés 2:10); (1 Reyes 11:1),
- explotó a los demás (1 Reyes 5:13; 1 Reyes 9:15; 20-2),
- construyó para sí bienes lujosos (1 reyes 9:10)
- Se endeudó (1 Reyes 9:11) y a la vez estafó a sus acreedores (1 Reyes 9:11-14),
- Desobedeció varias leyes de la Torá
- Y apartó su corazón de Dios (1 Reyes 11:10)
El legado que dejó a su hijo fue un país agobiado fiscalmente (1 Reyes 12:4), lo que sumado a la insensatez del hijo (1 Reyes 12:11), produjo su caída como rey, la pérdida del capital que su padre obtuvo durante 40 años y la posterior división del país.
De ahí la importancia de su legado escrito que proviene de un hombre muy sabio, pero que fracasó moral y espiritualmente y sus consejos nos guían al éxito personal, con un énfasis tremendo a vivir en el temor y la devoción a Dios (Eclesiastés 12:13) para no caer en sus errores.
Pensemos de qué forma podemos ser trascendentes también con la gestión financiera.
Conclusión
Hemos visto como el cuidado de los recursos, una vida financiera con propósito y una visión a largo plazo de nuestras decisiones, son claves para gastar e invertir de una forma responsable.
Y esa responsabilidad no es sólo una decisión voluntaria que tomamos los mortales, sino que es un mandato de un Dios eterno ya que Él nos provee de la sabiduría suficiente para poder gestionar de una forma responsable los recursos que Él mismo nos provee, para el cumplimiento de sus propósitos, tanto en nosotros, en la sociedad y en la propia creación.
Cuidemos los recursos finitos que Dios no da, con un propósito divino y trascendente para vivir una vida justa, sencilla y ejemplar.
N.d.E. Este artículo forma parte de la serie Imagina lanzada en 2025, de la Alianza Evangélica Española. Más información aquí.
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