El poder silencioso de Dios (II)

“Seréis libres, en verdad libres, no cuando vuestros días estén libres de cuidado ni vuestras noches de necesidad y pena. Sino, más bien, cuando esas cosas rodeen vuestra vida y, sin embargo, os elevéis sobre ellas desnudos y sin ataduras”. Estas palabras del poeta cristiano Khalil Gibran nos hablan de una libertad por encima de nuestras circunstancias, que no se circunscribe al momento, que lo trasciende."/>

Final de Kathryn Kuhlman

El poder silencioso de Dios (II)

“Seréis libres, en verdad libres, no cuando vuestros días estén libres de cuidado ni vuestras noches de necesidad y pena. Sino, más bien, cuando esas cosas rodeen vuestra vida y, sin embargo, os elevéis sobre ellas desnudos y sin ataduras”. Estas palabras del poeta cristiano Khalil Gibran nos hablan de una libertad por encima de nuestras circunstancias, que no se circunscribe al momento, que lo trasciende.

06 DE MAYO DE 2006 · 22:00

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Kathryn Kuhlman eligió para reiniciar su ministerio la ciudad minera de Franklin. Tal vez, las puertas cerradas de muchas capillas y congregaciones, le devolvió a los orígenes humildes de su ministerio. En el Gospel Tabernacle, una famosa capilla de la ciudad y en la emisora WKRZ de Oil City la voz de Kathryn comenzó a escucharse de nuevo. En esta etapa incorporó a su ministerio la oración por sanidad divina. Al principio había tenido sus dudas, la confusión y los métodos de algunos predicadores no le gustaban a la predicadora, pero varios milagros se sucedieron en su congregación y, finalmente se decidió a desarrollar un ministerio de sanidad. Las cosas comenzaban a ir bien para Kathryn. Al poco tiempo abrió su propia iglesia llamada “Templo de Fe”. Tras varios meses de próspero ministerio la reclamó la iglesia Pittsburg, pero ella no quería abandonar a su joven congregación, por lo que dijo la famosa frase: “Tendría que caerse el techo del Templo de Fe, literalmente, para que yo creyera que Dios desea que me mude a Pittsburg”. Unos días después el techo se desplomó debido a una gran acumulación de nieve y Kathryn se trasladó a su nueva iglesia. La evangelista comenzó un ministerio a nivel nacional y, al poco tiempo, su programa de radio se escuchaba en todos los estados. Unos años más tarde, dio el salto a la televisión, cosechando numerosos éxitos. En medio de su ajetreada agenda, compaginaba sus programas de radio y televisión y el trabajo en la iglesia, con una reunión mensual multitudinaria en el “Auditorio Shire” en Los Ángeles, donde miles de personas acudían para escucharla predicar. Kathryn se había convertido en una celebridad cristiana; las estrellas de cine asistían a sus reuniones. Su estrella siguió brillante hasta el final. En los últimos meses de 1975 enfermó gravemente; cuando acudieron sus amigos a verla y algunos le propusieron orar para su sanidad, ella hizo un gesto negativo y Evelyn Roberts dijo: “No quiere que oremos. Quiere irse a casa. En febrero de 1976 vio su deseo cumplido, tenía sesenta y ocho años de edad. Una mujer que supo sobreponerse a su sufrimiento y lograr una libertad que mira por encima a los problemas. Su epitafio final fue: El mundo me ha llamado tonta por haber dado mi vida entera a Alguien que nunca he visto. Se exactamente lo que voy a decir cuando esté en su presencia... Lo intenté. Me entregué lo mejor que pude.



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1 Kathryn Kuhlman

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